Sorpresa generacional, dijeron muchos. A un lado, Gabriel Boric, con 35 años recién cumplidos en febrero; al otro, Sebastián Sichel, que la próxima semana cumplirá 44. Ninguno tenía ni de cerca edad para votar en el plebiscito: de hecho, la primera presidencial en la que el abanderado de Chile Vamos habría podido votar fue la de 1999, que enfrentó a Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, precisamente el favorito al cual derrotó 22 años después. Y, en el caso del frenteamplista, sólo podría haber debutado en 2005, en la elección que consagró por primera vez a Michelle Bachelet como presidenta.
Pero quizás lo más interesante es que el rebaraje que ocurrió el domingo pasado, según los números, habla tanto de los candidatos como de quienes lo votaron. Porque el efecto del “voto joven” fue clave en ambas primarias: de acuerdo a un análisis hecho por DecideChile, la plataforma electoral de la empresa Unholster, los datos a nivel de mesa entregados por el Servel revelan que tanto Boric como Sichel, pero en particular este último, tuvieron como base de apoyo central a las personas menores de 50 años.
Aquí vale la pena hacer dos precisiones. La primera: los datos exactos de participación no estarán hasta unos meses más, cuando el Servel pueda procesar las actas de las mesas y entregue el denominado “pistoleo”, con datos agregados por edad y sexo a nivel comunal. Y la segunda: como obviamente el voto es secreto, la estimación se hace a partir de una metodología en donde se observa la composición etaria de las mesas y los resultados que hubo en cada caso. Eso sí, la fórmula del análisis de DecideChile se ha probado ya en varias elecciones y los datos han concordado con los que posteriormente entrega la autoridad electoral.
El primer elemento que resalta es la participación. Comparado con los comicios de gobernadores, ocurridos casi un mes antes, los grupos más jóvenes subieron y los de mayor edad bajaron: los menores de 30, según el análisis de DecideChile, pasaron del 13% al 21% de participación; los inscritos nuevos entre 30 y 50 años, de 13% a 17%; y los antiguos en ese mismo tramo de edad, de 32% a 35%: Pero el grupo entre 50 y 70 años pasó de una participación del 25% al 23%, y los mayores de 70 años bajaron del 19% al 16% en su bloque.
“El 31% de los votantes de la segunda vuelta de gobernadores fueron inscritos nuevos, este número subió a 42% en las primarias. Eso podría ser efecto de los candidatos y también de la franja: el mensaje y cómo entregarlo importa”, analiza Cristóbal Huneeus, fundador de DecideChile y director de Data Science de Unholster.
Esta irrupción de “votantes frescos” en la secuencia de comicios de los últimos meses ya está documentada. De hecho, en junio pasado el Servel reveló que más de un millón 200 mil votantes del plebiscito eran debutantes; es decir, no habían participado en comicios previos durante el período del voto voluntario. Un elemento que apuntala la tesis de un recambio que también está impactando en los candidatos que resultan ganadores.
El respaldo juvenil
Quizás el dato más impresionante aparece en la primaria de Chile Vamos. Entre los votantes menores de 30 años que respaldaron al bloque, de acuerdo con el análisis, Sichel tuvo el 60% de los votos, seguido por Lavín con casi un tercio de ese porcentaje (22%). Una tendencia que se mantuvo en los votantes que estaban entre los 30 y los 50 años: tanto en los denominados “nuevos” -es decir, que no se habían inscrito en los registros electorales antes de la reforma de hace una década- como en los “antiguos”, el exministro y expresidente de BancoEstado superó el 50%, mientras el exalcalde de Las Condes quedó por debajo del 30%. De ahí para arriba, el escenario fue distinto: sólo 5 puntos de ventaja para Sichel en los votantes entre 50 y 70 años (41% a 36%), y Lavín con un punto a favor en los mayores de 70 (43% a 42%).
En el caso de Apruebo Dignidad, en tanto, la diferencia se da más por volumen que por porcentajes. Por ejemplo, el 70% de los votantes menores de 30 años en la primaria, siempre según el trabajo de DecideChile, se habría decantado por ese bloque, al igual que el 61% de los inscritos nuevos entre 30 y 50 años y el 55% de los votantes antiguos en ese mismo tramo de edad; entre 50 y 70 años la repartición fue pareja (51% contra 49% para los candidatos de Chile Vamos), y sobre 70 años el pacto de izquierda sólo habría recibido el 19% de los sufragios de quienes participaron.
En los bloques más jóvenes, Gabriel Boric aventajó a Daniel Jadue por una proporción prácticamente idéntica al resultado final general: 61% a 39% en los menores de 30 años y los inscritos nuevos entre 30 y 50 años, y 62% en los inscritos antiguos en ese mismo tramo. El alcalde de Recoleta repuntó en el grupo entre 50 y 70 años, aunque Boric igualmente lo aventajó (53% a 47%), y el diputado por Magallanes dobló al candidato comunista entre los mayores de 70 años, obteniendo el 66% de las preferencias.
“En el caso de la primaria de la derecha se destaca que a Sebastián Sichel le fue mejor que a Joaquín Lavín en todos los grupos menores de 70 años, aun así, el principal desafío del actual candidato de Chile Vamos es convocar a muchos más electores de centro y jóvenes si se quiere pasar a segunda vuelta”, apunta Huneeus.
La edad no es la única dimensión donde se ve un recambio. En las cifras de participación de las últimas cuatro elecciones -plebiscito, megaelección que incluyó representantes a la Convención Constitucional, segunda vuelta de gobernadores y las primarias- se ha notado un aumento de votantes en comunas urbanas de clase media e incluso sectores populares; por ejemplo, Maipú el pasado domingo más que duplicó sus votantes respecto de las primarias de 2017, siendo que la Región Metropolitana como un todo aumentó en poco más de 80%.
Y además, según el reporte entregado por el Servel sobre el plebiscito de octubre, al menos en esa elección se apreció una mayor proporción de voto femenino. A falta de saber las tendencias exactas para las secuencias de las últimas elecciones, sin embargo, parece claro que el mapa es muy distinto que el que los candidatos presidenciales y parlamentarios enfrentaron hace cuatro años, y que deberán acomodar sí o sí sus estrategias.
Huneeus lo grafica así: “Si en noviembre los partidos no se preocupan de digitalizar y aplicar inteligencia electoral y data a sus campañas, será difícil asegurar un puesto en la segunda vuelta. Las formas tradicionales de campaña, a excepción de quizás la franja, parecen estar obsoletas”.