El martes pasado, cuando el Presidente Gabriel Boric recibía a su par peruano, Pedro Castillo, el mensaje de ambos fue claro: intentarían reagendar la fallida cumbre de la Alianza del Pacífico que no se pudo realizar en México, luego de que el Congreso no permitiera a Castillo la salida del país.
Al mismo tiempo, en el Mercosur, Argentina, Brasil y Paraguay amenazaban a Uruguay si Montevideo insistía en negociar acuerdos bilaterales saltándose la autorización del bloque. Y días antes, una lista de expresidentes, cancilleres y académicos ligados a la izquierda solicitaban a los actuales mandatarios la reactivación de Unasur. Lo hacían de la mano de la ola de triunfos progresistas en la región, realidad coronada por la victoria de Lula en Brasil.
Con el eventual resurgimiento de Unasur, la posible pugna por lograr un mayor dominio y erigirse como la entidad más importante del continente podría darse en cosa de meses. Si bien dichos bloques no tienen tanta preponderancia como el que alguna vez limitadamente ostentaron, durante los últimos meses se han visto considerablemente más activos.
Enfoques disímiles
Para intentar desentrañar el complejo escenario político y económico que rodea a las múltiples instituciones regionales, La Tercera conversó con varios expertos y analistas del continente, quienes presentaron hipótesis sobre cómo se relacionan y oponen algunos de estos organismos.
Lo primero, advierten todos, es la necesaria diferenciación entre los objetivos de tan diversos bloques. “Hay unos más centrados en la integración económica, en términos de facilitar el comercio, las inversiones o los flujos de capital entre los Estados miembros, y otros orientados a la coordinación política, enfocados en temas como seguridad, ambientalismo, migración, defensa de los principios democráticos o derechos humanos”, dijo a este medio Eduardo Pastrana, académico de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Entre el primer grupo destacan la Alianza del Pacífico, Mercosur y la Comunidad Andina. En la segunda vertiente estaría Unasur, en caso de su posible reactivación, el Grupo de Puebla, que tiene objetivos principalmente ideológicos, mas no de integración económica, y el -de forma unánimemente declarado- extinto Prosur.
Desde el think tank Diálogo Interamericano, el que se enfoca en asuntos internacionales, su expresidente Michael Shifter desglosó el estado actual de los bloques. “El propósito del Grupo de Puebla no está del todo claro. La Alianza del Pacífico fue más pragmática y logró algunos resultados impresionantes al principio, pero desde entonces se ha estancado y las administraciones de los cuatro países miembros están notablemente menos comprometidas que los fundadores. Con la actual crisis del Mercosur, en la que Uruguay está siguiendo su propia estrategia por razones pragmáticas y económicas, esta agrupación, antes prometedora, se ha convertido en un profundo problema”.
Según Luis Benavente, director de la consultora peruana Vox Populi, “lo político y lo económico están, o deberían estar, muy vinculados. Sin embargo, cuando hay una división muy clara de izquierdas y derechas en el continente, suelen no funcionar”.
Shifter asegura que prueba de ello fue el fallido Prosur y la prácticamente extinta Unasur, ambos impulsados por la ola de mandatarios de derecha e izquierda en determinado momento. “Prosur demuestra claramente que las agrupaciones ideológicas formadas por gobiernos afines son intrínsecamente defectuosas y no son sostenibles por la simple razón de que en democracia los gobiernos cambian”, en referencia al bloque creado por los gobiernos de derecha en 2019.
En el caso de un eventual regreso de Unasur de mano de Lula en Brasil, lo que “habría sido difícil, si no imposible, imaginarlo sin Lula -dijo Shifter-, el reto es dar forma a una nueva y actualizada Unasur que no sea ideológica y esté más centrada en resultados prácticos y concretos”, donde aconsejó que “sería prudente centrarse en unos pocos temas en particular, siendo el más importante la perseverancia sobre la Amazonía, que es de gran interés para todos los gobiernos, y que fue seriamente debilitada durante los años de Bolsonaro”, aseguró Shifter.
Otro consenso es la inspiración mal replicada que los líderes regionales intentaron llevar adelante mientras observaban a la Unión Europea. “La concentración de las competencias en los presidentes les restó capacidad de decisión a los cuerpos diplomáticos que tradicionalmente gestionaban estos asuntos ante bloques regionales”, explicó Pastrana.
Según Gabriel Jiménez Peña, analista internacional especializado en bloques regionales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, el error de todos los entes internacionales, y una de las razones por las que nunca se posicionó uno por sobre el otro, es que nunca se logró “una integración fuerte simbólicamente, como en el caso de la Unión Europea, que se basara en la complementariedad de los mercados y también en una integración hacia afuera, proyectada a buscar nuevos mercados”.
Pugna por la hegemonía
¿Quién mantiene el poder actualmente en la región? Aquí los expertos consultados por La Tercera parecen no llegar a un consenso. Luis Benavente aseguró que, de concretarse el regreso de Unasur, “va a haber una competencia muy fuerte”, lo que dependerá principalmente “del liderazgo que se dé”, dijo el analista peruano. “Si hay uno muy fuerte, como el que en su momento tuvo Néstor Kirchner, que además le dé prioridad dentro de su país a lo regional, entonces Unasur logrará tener vigor”.
Sin embargo, también aclara que “en Perú, Unasur no suena ni truena. Simplemente es como si no existiera. La Alianza del Pacífico sí, es algo que ha tenido mucho vigor, ha propiciado la unión entre Perú, Colombia, Chile y México en el momento más liberal de los cuatro países, pero hoy está en manos de la izquierda, la que muchas veces no da prioridad al desarrollo económico, a las inversiones y que, al contrario, da tiraje a políticas como el incremento del gasto, los subsidios y puede llevar incluso a quiebras de las cajas fiscales”.
Según Shifter, el aparente intento por resucitar bloques no se limita solo a Unasur, considerando que la Comunidad Andina también podría verse reimpulsada. “Parece que el Presidente colombiano, Gustavo Petro, está intentando revitalizar la Comunidad Andina, pero será difícil dada la naturaleza de los actuales gobiernos de ese pacto. Está claro que Petro pretende desempeñar un papel de liderazgo regional, sin embargo, Lula es, con mucho, el mejor posicionado para asumir ese rol a la luz de su experiencia pasada como presidente, sus propias inclinaciones y el peso e importancia de Brasil en Sudamérica. Será interesante ver cómo Lula equilibra este interés por los asuntos regionales con, quizás, su mayor compromiso e interés de influir en la agenda global”, dijo el experto.
En la vereda contraria, tanto Eduardo Pastrana como Gabriel Jiménez aseguraron a este medio que no ven posible ninguna lucha por el poder, debido a lo fallido de sus orgánicas internas. “Unasur nunca va a avanzar si no hay un liderazgo de Brasil, y la Comunidad Andina o la Alianza del Pacífico tampoco lo harán si los Estados miembros no las dotan de órganos que decidan de forma independiente de los mandatarios”, señaló Pastrana.
Bajo una mirada crítica, agregó que “ninguna tiene más peso que otra, porque todas están en una situación zombi. Tanto es así que fracasaron, y esa crisis se viene dando desde aproximadamente siete años, porque ninguna funcionó para impulsar respuestas regionales y multilaterales. Sin una transformación en términos del diseño institucional, ninguna va a ejercer influencia”.
Jiménez concedió que “siempre habrá una organización que prime por sobre otras, y esto depende de cuántos temas pueda posicionar entre temas transversales como lo son el comercio, finanzas, salud y educación. El bloque regional que más promueva esos temas en la región, pues sería definitivamente más fuerte”.
En esa línea, el académico aseguró que “los organismos más importantes actualmente siguen siendo Mercosur, a pesar de su estancamiento. Por supuesto está la Alianza del Pacífico, y un poco más atrás la Comunidad Andina, que está resucitando actualmente de la mano de gobiernos que han ascendido y que son algo así como una “ola rosa”, pero remató aclarando que duda “que se dé una pugna por la hegemonía”.