La muerte del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, el sábado de la semana pasada abrió un nuevo debate en Perú. El jefe histórico de la derrotada guerrilla maoísta cumplía cadena perpetua desde 1992 en la Base Naval del Callao. Las autoridades informaron que su salud había empeorado desde julio, por lo que requirió ser hospitalizado en más de una oportunidad, y que finalmente falleció por neumonía bilateral.
El antiguo profesor universitario de Filosofía fue el responsable intelectual de uno de los más cruentos conflictos en América Latina, con 70.000 muertos y 20.000 desaparecidos en dos décadas (1980-2000), según cifras de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
La viuda de Guzmán, Elena Iparraguirre, solicitó desde la cárcel en la que cumple condena por su pertenencia a Sendero Luminoso, que el cadáver le sea entregado. Pero los tribunales han desestimado hasta ahora su petición, mientras que los policías que lo capturaron piden que sea incinerado y sus restos arrojados al mar para evitar que pueda recibir el homenaje de sus seguidores. Tal como finalmente lo decidió el Congreso para evitar la comisión del delito de apología al terrorismo.
El escritor y periodista peruano Santiago Roncagliolo realizó una exhaustiva investigación sobre Sendero Luminoso y su líder, la que se vio plasmada en el libro La Cuarta Espada (2007), donde narra con precisión y gran detalle el auge y la caída del terrorismo en Perú. En conversación con La Tercera, Roncagliolo analiza los efectos de la muerte del líder senderista.
¿Considera que la muerte de Abimael Guzmán ocurrió en un momento simbólico para Perú?
Sí, no solamente es la primera vez que en el gobierno hay simpatizantes evidentes de Sendero (Luminoso), sino además la oposición está liderada por la hija del Presidente (Alberto Fujimori) que metió preso a Abimael Guzmán. Y creo que eso muestra que somos más civilizados que hace 30 años, que esos dos lados no se están disparando, sino que están en el debate político, por lo cual está bien, pero que también revela que los problemas no se han resuelto. Que sigue habiendo un enfrentamiento entre dos miradas de la realidad extremas que no se encuentran y que no conseguimos superar.
¿Qué representaba Abimael Guzmán para Perú? ¿Qué queda de Sendero Luminoso?
Sendero (Luminoso) solamente fue fuerte mientras tuvo la dirección de Guzmán y solamente fue un proyecto con vocación de tomar el poder mientras lo dirigía Abimael Guzmán. Después nunca más pudo aspirar a algo. En este momento las columnas sobrevivientes prácticamente son guardaespaldas de narcotraficantes. No tienen mucha más ambición que esa. Se hacen llamar Sendero, pero no tiene nada que ver con el Sendero que él (Guzmán) dirigía. Y lo que sí ha ido ocurriendo es que en la zona donde operaba Sendero votó en los años 90 por (Alberto) Fujimori, para que un país acabase con Sendero y luego por (Alejandro) Toledo. Luego por Ollanta (Humala), luego por Alan (García). Y ahora por (Pedro) Castillo. Es decir, ese es el progreso de la radicalización, es una población que se va radicalizando, que confió en la democracia más que en Sendero, pero va desapegándose esa población de la democracia, va sintiendo que la democracia no le va a resolver los problemas. Eso no significa que se vayan a volver senderistas, pero sí significa que la democracia sigue sin poder resolver, sobre todo, los problemas de las zonas más pobres, más campesinas, más andinas y que no se sienten parte de la democracia como la entendemos y que están perdiendo la paciencia.
De hecho, Pedro Castillo en las elecciones de junio obtuvo una alta votación en sectores que fueron duramente golpeados por Sendero Luminoso…
Sí. Yo no diría que es por una cuestión ideológica. Simplemente creo que esas poblaciones están cansadas de los políticos de Lima. Y han votado por alguien que se les parece. No creo que hayan votado en código marxista-leninista, sino obviamente los políticos extremos son los que capitalizan este descontento. Mientras exista ese descontento puede ser capitalizado por una ideología más combativa.
¿Cómo era la vida de Guzmán en la cárcel?
Su abogado coleccionaba solicitudes de entrevistas, entre ellas la mía. Pero el Estado nunca le permitió dar una entrevista. No las concedió. No se le permitió nunca hablar con ningún periodista, porque el solo hecho de permitirle hablar causaría un escándalo, que habría perjudicado a cualquier gobierno y no habría beneficiado nada, y tampoco se le permitía recibir visitas. Un tiempo estuvo con su pareja, pero luego se separaron. Entiendo que solamente recibía la visita de sus abogados. Y nada más. Estaba en una cárcel con muros, con siete puertas a la salida, con solo ocho presos, con muros de 14 metros, rodeada de un campo minado y en el centro de un cuartel militar. Así que su aislamiento fue total durante los casi 30 años que pasó preso y el Estado nunca quiso que él diera ningún tipo de declaración.
¿Cómo resumiría la figura de Guzmán?
Era una persona cerebral. Era una persona que entendió que la revolución guevarista no iba a triunfar en Sudamérica, y menos en el Perú. Y, de hecho, al Che Guevara lo mataron muy cerca de Perú, en Bolivia. Con una geografía similar, con una idiosincrasia y una cultura similar. Él entendió que para derrotar al Estado había que tener una estrategia diferente, más inspirada que el modelo chino, en el modelo maoísta, y que ningún precio era suficientemente alto por lo que tenían que hacer. Y entonces estuvo cerca de derrotar al Estado peruano, pero su extrema frialdad y su extrema crueldad acabaron por hacerle perder el apoyo de la misma población a la que se supone que defendía, a los campesinos, a las zonas más pobres. Dinamitaban cadáveres, ponían niños-bomba. Atentaban contra zonas comerciales de civiles inocentes. El nivel de demencia criminal que llegó a desarrollar su organización era eficiente, sí, pero completamente fría y cruel. Y a la larga fue también su perdición. Lo mismo que era su gran fuerza, fue lo que les hizo perder, fue su gran debilidad.
¿Cuál fue la estrategia que tuvo para poder atraer a jóvenes?
Tener a los profesores. Él dirigía el Departamento de Educación de la Universidad de Huamanga, de la cual salían profesores para toda la sierra sur, que son las zonas más pobres del Perú y donde no había maestros. Así que, durante 15 años, antes de iniciar la lucha armada, él prácticamente controló todo lo que entraba en la cabeza de todos los jóvenes de las zonas más pobres del Perú. Cuando inician las acciones violentas, todos esos chicos están dispuestos a matar, pero también a morir por él. Y es porque él había adoctrinado a través de seleccionar a los profesores de la Facultad de Educación y, por lo tanto, seleccionaban a los estudiantes de la facultad y controlaban lo que enseñaban en toda la región a los educadores. Y su principal arma fue la educación, porque el Estado no daba educación y él lo reemplazó.
Con la llegada de Pedro Castillo a la presidencia se comenzó a hablar nuevamente de Sendero Luminoso. ¿Cómo ve estos meses de gobierno?
Sin duda, es la primera vez que hay un gobierno que tiene simpatizantes senderistas, cosa que hace dos años era inconcebible. Bueno, hace seis meses era inconcebible. Pero qué tiene que ver con el hecho de que los 30 años de políticas liberales, que yo creo que han hecho muchas cosas buenas en buena parte del país, siguen sin servirle a la zona más pobre, que sigue siendo la misma que era en los tiempos de Guzmán. Esa zona es muy difícil de desarrollar con las leyes del mercado, porque la geografía es complicada, la cultura es complicada y la tierra muy seca, es difícil producir incluso, cultivar la tierra. Esas personas no sienten que la democracia que hemos tenido vaya a resolver sus problemas. La oposición más feroz quiere destituir al Presidente Castillo. Pero es que nada te garantiza que después tenemos algo mejor. Empezamos buscando a un tecnócrata liberal hace tres años que era (Pedro Pablo) Kuczynski y hemos tenido cuatro presidentes en cinco años y hemos acabado con este. Sacar a este no significa que el voto llevaría unas nuevas elecciones y en esas elecciones nadie te dice que ese voto no va a seguir radicalizándose. Es muy importante que la democracia convenza a los más pobres. Para que la democracia sobreviva.