El jueves en la tarde Jaime Bassa Mercado tuvo que consultar si era cierto que un grupo de constituyentes iba a pedir la censura de su vicepresidencia o de la mesa directiva que conforman él y la presidenta Elisa Loncon. No más eso faltaba para cerrar una semana espesa.
La alerta -al final habría quedado en eso- les había llegado tras el descalabro matinal que congeló la sesión plenaria por tres horas y media, que les obligó a ceder ante los escaños reservados de pueblos originarios y que enredó los próximos capítulos de la Constituyente.
Bassa además hubo de sondear en la asamblea con cuánto apoyo político seguía contando o no la directiva. La trifulca en la sala por aplicar o no un quórum de 2/3 para el Reglamento de Consulta Indígena -y sobre otros reglamentos- fue la chispa para un conflicto que otros advertían a comienzos de la semana. Que ya estaba brava para la mesa de la Constituyente con el escándalo Rojas Vade.
Por primera vez su cometido y el de Loncon ya no eran criticados públicamente solo por derechistas como Marcela Cubillos o Teresa Marinovic. Suspendida la sesión antes de que siquiera el pleno entrara a deliberar el Reglamento matriz que debió haberse votado en general anteayer, los escaños reservados volcaban su indignación ante los micrófonos.
“Si Bassa o el secretario se toman atribuciones que no les corresponden, nuestra presidenta tiene que pararlos”, clamaba Isabella Mamani (pueblo Aymara), alegando que les estaban imponiendo la barrera de los 2/3 sin haberles consultado. Cuando a Margarita Vargas (pueblo Kawésqar) le preguntaron por el papel de Loncon, denunció que “ella no puede hablar por todos los representantes de los pueblos. Tenemos que evaluar su rol y el de la mesa, es necesario ya realizar cambios”.
Detrás suyo vino Isabel Godoy (pueblo Colla), acusando uno de los nudos de la controvertida consulta indígena, que tal como viene de esa comisión es considerada impracticable hasta por delegados del Frente Amplio: “Aquí le tienen miedo, tiritan ante a la palabra vinculante”.
Godoy ocupa una de las siete vicepresidencias adjuntas que conforman la mesa directiva ampliada de la Convención, distinta de la “mesa” a secas, que solo conforman Loncon y Bassa. Esto deja ahí un problemón. En la sala, Mamani, Vargas y ella se habían parado a increpar a la “mesa”. El vicepresidente trató de parar sus reclamos -secundados desde su puesto por el PC Marcos Barraza- y la presidenta, agitando su campanilla.
Pero Godoy les sacó en cara a viva voz que “cuando hay un triunfo, es la mesa; cuando hay una cagá, es la mesa ampliada” (Bassa escuchó un insulto en vez de “ampliada”), y hasta ahí llegó todo. El pleno se pudo retomar recién en la tarde, el calendario se retrasó, y el error -que Loncon asumió después- ahora implica que esta semana habrá otra contienda, previa a aprobar los reglamentos que se necesitan para entrar a la discusión de fondo de la nueva Constitución.
El martes la asamblea dirimirá a punta de votaciones -teñidas de cálculos e intrigas políticas- qué secciones del entramado autorregulatorio requerirán 2/3, a través de un enrevesado mecanismo de patrocinios y umbrales. Fue la salida que ofrecieron Loncon y Bassa para quitarse la brasa ardiente y ojalá terminar con la lógica de votar-sobre-votar-sobre-las-normas, un enredo jurídico parecido a una matrioshka, esas muñecas rusas de madera que van una dentro de otra y dentro de otra, y así.
El desenlace de eso acarreará consecuencias políticas y podría o no dibujar trazos de futuras alianzas, o traiciones, en la lid de fondo. Partiendo por dilucidar si la izquierda se unirá aprovechando la minoría numéricamente irrelevante de la derecha, o si seguirá dividida entre los bloques FA (cercano al Colectivo Socialista) vs. PC (aliado éste con los pueblos originarios nortinos y parte de la ex Lista del Pueblo).
Con la elección presidencial encima.
El arranque del tercero de los 12 meses de vida de la Constituyente está abriendo más acertijos. El asunto Rojas Vade cumple una semana, con más cara de extenderse que de solucionarse. Eso y otras pugnas de fondo hace que varias y varios compartan en los jardines y escalinatas del ex Congreso, o en la azotea del Palacio Pereira, sus reflexiones de que se acaba así la fase del encanto inicial en esta histórica Convención en la que, al final, hay que arremangarse para meterse en la política pura y dura.
¿Vuelve o no vuelve?
Lorena Céspedes (distrito 23, Independientes No Neutrales, INN) se dio cuenta el viernes que algo no le cuadraba con los modos de Rojas Vade y le preguntó qué le pasaba. Estaba por tomar un avión a Temuco cuando se enteró del inminente escándalo.
Bassa supo por ella cerca de las 17 horas, cuando estaba -según una versión- en una reunión con frenteamplistas; se contactó con él. Céspedes, vicepresidenta adjunta, habló con más gente al llegar a Temuco y la mesa ampliada se fue enterando así.
Rojas Vade le había avisado antes a amigos suyos de la ex Lista del Pueblo, como Alejandra Pérez y Giovanna Grandón, la Tía Pikachu. Ellas -y otros, quizá cuántos más- han seguido hablando con él esta semana.
Los defensores de la “mesa” arguyen que el impacto les restó espacio de maniobra al carecer de fogueo político. Pero esa rendija de tiempo, la tibia y tironeada declaración impresa enviada esa tarde informando la renuncia de Rojas a su vicepresidencia (cuentan que hubo que apurarlo para que la mandara por escrito), la molesta reacción de Loncon cuando le preguntaron durante su cuenta pública en el sur (“estoy acá para dar cuenta de las cosas positivas de la Convención”) y otros flecos abrieron una brecha de cuestionamientos.
El lunes la directiva trató de salir de ese rincón. Bassa aseveró que no habría “defensas corporativas” y la testera lo denunció ante la fiscalía. Con eso buscaron abrir un incierto camino para que su salida de la Constituyente no dependa solo de que él quiera -cosa cada vez más dudosa-, sino que de un hipotético desafuero... si es que la justicia prueba un delito.
No bastó. La mesa jugó la carta de oficialmente no condenar, ni expresar parecer alguno sobre lo que hizo, recurriendo una y otra vez al no-nos-corresponde-juzgar y que el caso ya se judicializaba. En las vocerías no han dado luces de qué va a hacer Rojas y anunciaron que Céspedes es la enlace oficial con él. Pero al mismo tiempo varias de las vicepresidencias adjuntas sí opinaban por cuenta propia (el PS Pedro Muñoz hablaba de “mentira elaborada” y urgía a “sacarse las anteojeras de los afectos personales”) o dentro de las declaraciones escritas que iban publicando sus distintos colectivos y grupos.
Cada uno de estos, a su modo, tomaba más o menos distancia del picoso asunto. Y sabiendo que mientras más se estire, más potencial de daño tiene.
“La mesa ha tenido un mal manejo comunicacional, se lo he hecho saber a Elisa Loncon y Jaime Bassa. Lo que se transparenta es muy poco, deja con gusto a poco, de que se pudo explicar más lo que pasó”, sinceraba el martes en la noche Adriana Ampuero (D26, chilota, también electa apoyada por la ex LdP). Era un live con la periodista Alejandra Matus en que ésta rotulaba de “enamoramiento roto” las profundidades de la decepción provocada por Rojas Vade.
Algunos convencionales -y siempre hablamos acá sin contar a los derecha- leían el martes que “la mesa” quedaba emparedada entre todo el tironeo de emociones, presiones y aprensiones por las derivadas políticas. Y la certeza de que es casi imposible que Rojas deje su escaño antes de fin de mes o mientras no haya Reglamento definitivo (el provisorio, basado en el de la Cámara de Diputados, apenas llega a una multa por una sola vez). Ni pensar en dejar que el Tribunal Constitucional aplique competencia sobre la Convención si llegase a calificar una renuncia por razones de salud, que es la norma vigente.
Estas voces -algunas del FA, pese a que Bassa es de los suyos, varias del Colectivo Socialista, y de otros grupos- ya veían a comienzos de semana que la mesa a secas se estaba manejando al debe. Y hacían ver que cuando llegara el pleno del jueves, tal como pasó, era bien factible que se armara un cachacascán con lo de la Consulta Indígena. No ocurrió al mismo nivel, como también se temían, con el texto que entregó la comisión de Derechos Humanos.
Entremedio, la duda de si Rojas Vade volverá a o no se liaba más. Él seguía hablando con la ex LdP y con vicepresidentes adjuntos como Godoy; algunos le sugerían ni mirar noticias. Es cierto que a varios delegados esto les dolió, creían que tenía cáncer (con la UDI Carol Bown se preguntaban por sus familias; se habían conocido en la TV). Pero a unos les cuesta mucho más que a otros ponerse y sacarse los sombreros de la amistad y de convencionales.
“No salgamos a una compasión equivocada”, decía el martes en Chilevisión Loreto Vidal (ex LdP), una de las que ahí cree que no debe seguir porque “la fe pública no se va a restaurar con él ahí”. Pero Pérez, Grandón y sus íntimos no transan en que a su amigo se le condene y no a otros convencionales como -ejemplo más mencionado- Rodrigo Logan, cuestionado a raíz un caso judicial por una supuesta falsificación de un contrato para cobrar una indemnización.
Tras días de “no voy a hablar” del caso, soltaron amarras el mismo jueves, cuando el ausente jugó dos cartas que dejaron en el freezer -es lo que iba a pasar, adelantaban varios, con tanta conversa entremedio- eso de “siento que me tengo que retirar de la Convención” que dijo a La Tercera: la licencia médica de 15 días (hasta el jueves 23), y la declaración impresa difundida en la tarde, en que negaba haber estafado a nadie y pedía ser sancionado por el reglamento provisorio. O sea, una mera multa.
Grandón dijo que no la había leído -esperó a que se la leyera la prensa- y subió dos cambios a un “si él tiene que volver, tiene que volver, si acá hay muchos de los 155 que han cometido graves errores y aquí están” y que “es un voto que necesitamos”.
Viernes en la mañana: otra ex LdP, la también vicepresidenta adjunta Elisa Giustinianovich, apoyaba su eventual regreso en T13 Radio con un “no sé si corresponde una renuncia” y “ojalá no se reste”.
Raya para la suma, leyeron en colectivos como INN y otros: la ex LdP “no lo va soltar, y él, o vuelve, o al menos no se va a ir hasta que no haya una norma de reemplazo”.
Solo pensar en que Rojas Vade vuelva presencialmente al ex Congreso, o vote aunque sea por Zoom el reglamento definitivo crispa los nervios de varios. Esto va para largo, pero además -ven otros- se trenza con el lío político que tiene la mesa a secas.
El reglamento matriz definitivo, que aún no se aprueba ni en general, dice que la directiva es rotativa y que dura 6 meses. Pero eso puede cambiar según qué indicaciones se presenten (plazo, entre este miércoles y jueves) y que después se aprueben en el pleno, que tiene fijado para eso tres días consecutivos y -se presume- bastante extensos (miércoles 22 a viernes 24).
Solo entonces se sabrá si a la mesa Loncon-Bassa se le acorta el mandato. Nadie dice que vaya a ocurrir, pero se habla.
Por ejemplo, antes del remezón del jueves, el Colectivo Socialista lo había debatido: circularon ideas de que el período durara 4 ó 3 meses, pero no se concluyó nada. Dicen que no es por torpedear a la mesa; Pedro Muñoz, por ejemplo, quiere salir de la ampliada para meterse de lleno al debate de fondo de la nueva Constitución.
Pero otros ahí ven que la mesa está desgastada y que es mejor que salga “por arriba” ahora. Habrá que ver qué resuelven.
De los escaños reservados, la misma Isabel Godoy va a pedir que presenten indicaciones para que asuma otra mesa una vez que haya Reglamento definitivo, porque ahí dicen que fue un compromiso verbal.
El FA no lo va a hacer, están por apoyar a la testera (más allá que Bassa sea de los suyos). Ven que los pueblos originarios nortinos -que, dicen, no se llevan nada con los mapuche- están en esto aliados con el PC. El vicepresidente (que también lee esto), sabe lo de las indicaciones y por eso hizo las consultas que se mencionan en el tercer párrafo de este texto. Su gente dice que “la mesa” sigue teniendo apoyo.
El FA sabe que esta semana los 2/3 pueden plantar batalla con el bloque PC, escaños reservados y parte de la ex LdP. Algunos se mosquean porque no creen practicable que los comunistas los hostiguen -dicen- en la Convención y al mismo tiempo pidan más espacio en el programa de gobierno de Boric.
¿La derecha? Mira esto “desde El Rápido” (clásica fuente de soda, a la vuelta de la esquina del ex Congreso), dice uno de ellos. Pero hay más ahí. En el FA dicen que si la izquierda sigue dividida para cuando discutan el texto de fondo y si los números no dan para los 2/3, quizá tengan que hacer lo que no quieren: aliarse con parte de la derecha.
En el ala RN-Evópoli de Vamos por Chile, que no quiere quedar de adorno y puja por dialogar, dicen que aún falta mucho para eso. Por mientras, apoyarán a la directiva en el lance reglamentario de la semana que parte mañana. En medio del entuerto que tiñó la que termina hoy, Hernán Larraín (D11, Evópoli) y Bassa conversaron largamente en los jardines del ex Congreso.
Este fin del encanto saca otras conclusiones. Jorge Baradit (D10, Colectivo Socialista) habla del “fin del período heroico de la Convención”. Patricia Politzer (D10, INN), del de la etapa “de catarsis, mostrarse abiertamente, de la arenga, del eslogan; muchos llegaron con mucha rabia justificada, otros con miedo. Eso hemos debido trabajarlo en estos dos meses para ahora arremangarnos y trabajar los contenidos constitucionales”.