El 14 de abril de 2014, Yana Galang vio por última vez a su hija Rifkatu, de 18 años. Cerca de las 23:00, varios disparos alertaron a la pequeña localidad de Chibok, en el estado de Borno, al noreste de Nigeria. La organización islámica militar, Boko Haram, había capturado a 276 escolares sin dejar rastro. "Cuando llegamos a la escuela no había nadie, ni siquiera sus ropas. Unas niñas que lograron escapar de los vehículos y se escondieron en unos pastizales nos gritaban: '¡Las secuestraron!, ¡Se las llevaron!'. Desde hace tres años, no tenemos ninguna llamada del gobierno, ni nos dicen nada de nuestras hijas. Todavía se derrama sangre en Nigeria", cuenta a La Tercera, Galang, de 52 años, una de las madres de las 112 niñas que siguen desaparecidas. A cinco años de la tragedia que sacudió al planeta, los familiares acusan haber sido "olvidados" y la ayuda del gobierno nigeriano parece solo un recuerdo lejano.

Cada hora y día después del ataque, el miedo ha invadido a las familias de las jóvenes desaparecidas. Si las niñas de entre 16 y 18 años seguían con vida, corrían el riesgo de ser obligadas a perpetrar ataques suicidas o convertirse en esclavas sexuales de los yihadistas. Cada opción parecía peor que la anterior. Del total de las menores secuestradas, al menos 57 lograron escapar en las siguientes horas y volver a sus casas, mientras el pánico se apoderaba del país. Ante esto, el gobierno ordenó el cierre de todas las escuelas en medio de multitudinarias protestas. Más de 20 días después, la peor amenaza se volvió realidad.

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Parientes de niña escolar desaparecida tras ataque de Boko Haram. Foto: Reuters.[/caption]

"Secuestré a sus niñas. Hay un mercado para vender humanos. Alá dice que debería vender. Él me ordena vender. Venderé mujeres", sostiene un video del presunto líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, organización radical que habría nacido en los años 90 y que se dio a conocer en 2002 en Borno. Con los años fue mutando y expandiéndose por África, hacia países como Camerún, Chad, Níger y Mali. Así, se convirtieron en uno de los grupos yihadistas más letales del mundo, especialmente después de su alianza en 2015 con el Estado Islámico (EI).

La tragedia ha inspirado varios libros y documentales, entre ellos "Daughters of Chibok", cortometraje de realidad virtual del director nigeriano Joel Kachi Benson -premiado en el festival de Venecia 2019- que retrata la pobreza y desigualdad que azota a la localidad.

En conversación con La Tercera, Benson explica que "el secuestro de las niñas Chibok cambió la forma en que se veía a los terroristas de Boko Haram. Antes, el mundo no sabía mucho sobre ellos, pero después despertó la atención. Ellos creen que las mujeres no deberían recibir educación, por lo que el secuestro era una forma de enviar una declaración al mundo".

La traducción de Boko Haram es "la occidentalización es sacrilegio", por lo que varios de los ataques que han llevado a cabo a lo largo de los años han sido contra escuelas, con el objetivo de "instaurar la sharia (ley islámica)".

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Una exrehén de Boko Hara cose en un centro de reintegración social en Goudoumaria en Níger. FOTO: AFP[/caption]

En 2018, Unicef informó que más de mil niños han sido secuestrados por el grupo terrorista. Según el diario El País, los yihadistas han asesinado a más de 27 mil personas y desplazado de sus hogares a más de tres millones de africanos.

"Nos han olvidado"

El secuestro de las niñas de Chibok impulsó una campaña conocida como #Bringbackourgirls y el gobierno del Presidente Muhammadu Buhari realizó las negociaciones que permitieron después de dos años de cautiverio el regreso de las primeras menores. En 2016, 21 fueron liberadas y en 2017, un total de 82. Cada cierto tiempo, el Ejército nigeriano encuentra a niñas con bebés en brazos divagando por carreteras después de escapar. Muchas de las menores que lograron recuperar su libertad, además de enfrentar el trauma, sufrieron segregación entre sus propios familiares y cercanos.

"Los otros padres no están bien. Yo les digo que no vale la pena suicidarse, que hay que esperar para ver qué ocurrirá con las demás niñas, pero algunos de ellos se han enfermado y otros incluso han muerto debido al trauma del secuestro de las niñas. Nos han olvidado, pero sé que algún día volveré a ver a mi hija", finaliza Yana, quien viajó por primera vez al extranjero en septiembre pasado para asistir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

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FOTO: AFP[/caption]

Según The Guardian, al menos 33 padres de las niñas de Chibok han fallecido por el estrés generado con el secuestro de sus hijas.

Para el director del cortometraje, la tragedia deja en evidencia la pobreza y desesperación de los habitantes en Nigeria. En su primer viaje a Chibok, en 2018, conoció a Yana, quien intenta sacar adelante a sus seis hijos. "Yana, como muchas otras mujeres, aún llora a sus hijas y no pueden seguir adelante. Algo que no olvidaré es cuando sacaba una pequeña bolsa llena de ropa y con lágrimas me explicó que cada mes lava, seca y guarda de nuevo la vestimenta de Rifkatu a la espera de su regreso. Cientos de padres siguen viviendo en la pobreza y el dolor, esperando y rezando desesperadamente por el regreso de sus hijas". Rifkatu tendría hoy 23 años, pero no se sabe si sigue con vida.