El embajador de Chile en Brasil, Sebastián Depolo (47), regresó a Brasilia después de oficiar como uno de los anfitriones ante la visita del Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El Mandatario concretó la postergada primera visita oficial al país entre el 5 y 6 de agosto, en medio de la expectativa por su primer encuentro con el Presidente Gabriel Boric tras el público impasse que tuvieron debido al conflicto entre Rusia y Ucrania y por los matices que han evidenciado frente a la crisis en Venezuela tras la reelección de Nicolás Maduro en un cuestionado proceso.

La visita del jefe de Estado de Brasil era una prueba de fuego para Depolo, que pondría en relieve su gestión en el año y medio que lleva en el cargo.

El sociólogo y fundador de Revolución Democrática (hoy Frente Amplio) es de los embajadores políticos que más tardaron en recibir el beneplácito para convertirse en el representante de Chile en ese país, pues le tocó un desfase: fue nominado por el Presidente Boric durante la gestión del derechista Jair Bolsonaro, que se negó a darle el agreement y solo lo obtuvo nueve meses después, una vez que el Presidente Lula da Silva asumió la presidencia.

En su primera entrevista como representante diplomático, el exsecretario general de RD y exjefe de la campaña presidencial de Beatriz Sánchez en 2017 habla de su gestión, de la relación Lula-Boric y del juicio a los embajadores que militan en el Frente Amplio.

¿Cómo ha sido el proceso de instalación? ¿Aprendió portugués?

Sí, estoy haciendo clases dos veces a la semana con una profesora particular. Igual es un desafío aprender un idioma más de grande. Pero se puede, se puede. Y es un esfuerzo importante que hay que hacer.

Esta es su primera experiencia como representante diplomático. ¿Cómo ha asumido el desafío de construir una relación con el Partido de los Trabajadores que tiene una cercanía natural con el Partido Socialista, no con el Frente Amplio?

El gobierno del Presidente Lula es un gobierno de coalición, igual que el nuestro. Es decir, era un gobierno que por sí mismo no tenía mayoría parlamentaria, entonces tuvo que ampliar su base de apoyo. En general, me he podido relacionar muy bien con todas las fuerzas políticas. Yo creo que también se vio en la visita. El Presidente Lula con el Presidente Boric, pese a las diferencias de generación, lograron una sintonía, un fiato, una conversación estratégica humana y personal.

¿Cómo quedó en evidencia eso?

Lo que yo vi es la construcción de una relación muy, muy cercana, muy cómplice, y, estratégicamente, muy importante. Las palabras de Lula exactas fueron: “Se inicia una nueva era en la relación Chile-Brasil”. Y creo que eso, en Chile, lo van a ver.

¿A qué se refiere al hablar de “nueva era”?

Apunta, primero, a que Brasil en los últimos seis años ha estado bastante distante de ciertos escenarios globales producto de su dinámica. Y el lema del Presidente Lula en el tema de relaciones internacionales es que “Brasil volvió”. Y volvió retomando las alianzas estratégicas con países de la región, por ejemplo, con Chile. Lo que hemos sentido en Chile es que esta nueva era considera volver a una alianza histórica que había entre Chile y Brasil en el marco de un escenario global que tiene incertidumbre. Se firmaron 20 acuerdos, llegó con una delegación de 14 ministros y se hicieron compromisos muy concretos.

El encuentro se produce después de una diferencia pública, luego de que el Presidente Lula aludió a la inexperiencia de Boric cuando propuso que todos los países de la Celac reconozcan la agresión de Rusia a Ucrania. ¿Hubo que hacer gestiones para reconstruir esa relación?

El Presidente Lula es un profundo demócrata y él entiende la diferencia de opinión como un ejercicio democrático. Entiende que puede haber posiciones distintas en momentos. Lo que yo vi, y lo que hemos estado construyendo, es una relación personal y de sintonía política y estratégica entre Brasil y Chile. Hay una confianza que se va construyendo, independiente de que en algunos temas tengamos posiciones distintas. Tenemos roles y tamaños distintos, pero ni el Presidente Lula ni el Presidente Boric han tomado esas diferencias que han sido públicas como algo personal.

Había alta expectación por la posición de ambos frente al tema de Venezuela. ¿Se pensó que hicieran una declaración conjunta sobre el resultado de las elecciones?

Los presidentes decidieron conversar de manera privada y ellos establecer un diálogo respecto a lo que va a venir. Eso no se incluye en la declaración, porque es parte de un evento que está ocurriendo.

El Presidente Boric inmediatamente dijo que Chile no reconocería el triunfo de Maduro sin conocer las actas del proceso. Lula, en cambio, optó por asumir un rol mediador junto a México y Colombia. ¿Hay dos tipos de izquierda en la región?

El rol de Brasil es mucho más estratégico que ideológico. Ellos buscan ser parte de una solución, ser parte de una salida. Y ofrecen su oficio diplomático y político para poder contribuir. Si bien puede haber diferencias en los objetivos que se ponen ambas estrategias, estamos bastante de acuerdo. De hecho, el canciller Alberto van Klaveren dijo que nosotros vamos a respaldar los esfuerzos que están haciendo Colombia, México y Brasil para buscar una alternativa.

El Presidente de Brasil sugirió este jueves que se repitan las elecciones en Venezuela. El gobierno chileno, en cambio, insiste en que no reconocerá el resultado.

Como embajador de Chile en Brasil no me corresponde calificar o analizar en específico la posición de Brasil o Chile respecto a un tercer país.

¿Los presidentes hablaron de este punto durante la visita?

Es una alternativa que Brasil propone ahora, varios días después de la visita.

¿A qué apunta la estrategia de Chile respecto de Venezuela?

Es importante lo que ha hecho Chile. De hecho, muchos países han celebrado el liderazgo del Presidente Boric, está siendo reconocido a nivel mundial por la posición que hemos tenido en torno a Venezuela. Esa posición y esa claridad han permitido ser un referente respecto de los gobiernos de izquierda.

La excanciller Antonia Urrejola ha dicho que el estilo que muestra el Presidente Boric puede incomodar a la vieja guardia de la izquierda en la región. ¿Puede ser así?

En el caso de Brasil no hay esa realidad. Sí, estoy de acuerdo en que hay un estándar que el Presidente Boric está fijando para la izquierda democrática del siglo XXI. De eso vamos a seguir hablando, conversando y discutiendo durante varias décadas más. Hay una retórica en algunas izquierdas latinoamericanas de la que les cuesta salir. Respecto del Presidente Boric, él ha sido muy claro que independiente de cuál sea la bandera, si se cometen violaciones a los derechos humanos se tienen que denunciar.

¿Las declaraciones del Partido Comunista son parte de esa retórica?

Sí, como señaló el canciller, los gobiernos de coalición tienen diferencias. Sin embargo, el que fija el estándar de la política exterior del país es el Presidente de la República.

Uno de los proyectos más importantes que comparten Chile y Brasil es el corredor bioceánico. ¿Cuánto avanza eso?

Bastante. Brasil es la punta inicial y Chile es la punta final. Se está construyendo un puente que une Paraguay con Brasil y 400 kilómetros de carretera está en construcción. Pero el desafío que estamos enfrentando ahora es la integración de los servicios (SAG, policías, etc.). En Chile, el ministro de Economía, Nicolás Grau, fue nominado como el coordinador de ese esfuerzo logístico. El Presidente Boric y el Presidente Lula esperan que en sus mandatos se pueda inaugurar el corredor bioceánico vial.

Lecciones

Hoy, desde su rol como embajador, ¿cómo ve sus declaraciones de 2021, cuando dijo “vamos a meterle inestabilidad al país porque vamos a hacer transformaciones importantes”?

Primero, creo que eso fue una sacada de contexto. Di explicaciones y hubo una aclaración. Pero mi sensación es que el Frente Amplio, que hoy es un partido único, junto a otras fuerzas que empujan el gobierno liderado por el Presidente Boric, han hecho desafíos muy concretos a Chile. Y muchas de esas son lecciones de cuando fuimos oposición. A nosotros nos puso el desafío de unirnos, y a la coalición de partidos que apoyan al gobierno también les ha puesto un desafío. Estamos gobernando juntos, porque todos nos necesitamos.

Ha habido una serie de polémicas protagonizadas por embajadores que no son de carrera. Un ejemplo es el caso de Javier Velasco, en España. ¿Cree que hay un juicio más duro con los representantes del Frente Amplio en estos roles?

Yo creo que, en general, siempre hay un juicio más duro con los nuevos. Por distintas razones nos toca ser los nuevos. Los embajadores, tanto políticos como de carrera, son todos de confianza del Presidente. En Chile hay una realidad de 80% de embajadores de carrera y 20% de coordinación política. Yo creo que contribuye tener una buena mezcla entre personas que representan políticamente al país.

Ha tocado que representantes del Frente Amplio se han aproximado de manera distinta al cargo. El embajador en España, de hecho, ha hecho un mea culpa.

Sí, bueno, a todos nos ha pasado. Unos más, unos menos. Unos de carrera y otros políticos. Existen errores y es humano. Pero el foco estaba naturalmente puesto en aquellos a quienes nos ha tocado ejercer el cargo por primera vez, porque venimos de una coalición que no había gobernado.