Fue hace 48 días que el Socialismo Democrático tomó nota de una definición clave del Presidente Gabriel Boric. El 8 de enero, en una cita en La Moneda, el Mandatario transmitió personalmente a la directiva del Partido Socialista (PS) que su jefe de asesores del Segundo Piso, Miguel Crispi (RD), se mantendría en su cargo a pesar de los cuestionamientos por la vinculación que se le imputa en el caso Democracia Viva y que lo tuvo esta semana declarando ante la Fiscalía. En ese momento, la coalición entendió que Boric había tomado la determinación de que una de sus dos coaliciones de gobierno no ingresaría al espacio que, paulatinamente, se ha ido transformando en su refugio de Palacio.
El anhelo del conglomerado, que incluso ha sido planteado por ministros del sector, una vez más quedó truncado. Había pasado casi un año desde que los cuatro partidos del pacto (PS-PPD-PL-PR), en una reunión con el entonces jefe de gabinete del Presidente Matías Meza-Lopehandía (CS), pidieron expresamente ingresar al gabinete de asesores presidenciales. Esa vez Meza-Lopehandía les dijo que se lo plantearía a Boric para que lo analizara. Sin embargo, las semanas pasaron y nunca llegó respuesta. El silencio se entendió como un rotundo no.
A solo dos semanas de que el gobierno cumpla su segundo año de mandato, para el Socialismo Democrático ya es un hecho que tendrá que mirar de lejos al Segundo Piso, un espacio protegido para el Frente Amplio (FA) y el círculo más íntimo del Presidente. De hecho, al menos 20 asesores pertenecen a su coalición -13 son militantes de Convergencia Social (CS) y cinco de Revolución Democrática (RD)- y la mayoría de los primeros comparte con Boric la misma tendencia de su partido, denominada “Desbordar lo posible”. El interés no es menor. Pese a tener una estructura pequeña y poco orgánica, el Segundo Piso tiene oficinas aledañas al despacho del Presidente en la planta superior de Palacio.
Cuando a los partidos se les pregunta por cuál ha sido el diseño de este espacio de La Moneda, la respuesta es una sola: lo desconocen. Aseguran que todo el peso político en la toma de decisiones recae en los ministros del comité político, principalmente en Carolina Tohá (PPD), de Interior, y la vocera, Camila Vallejo (PC), quienes se han consolidado como las máximas orejeras del Mandatario.
Los reparos calan aún más hondo en el oficialismo cuando comentan que en las decisiones que llevan la firma presidencial, sus asesores no han sabido cuidarlo, abriendo los flancos más duros que ha enfrentado su administración: los indultos y las pensiones de gracia. “Concluimos que solo es el círculo de confianza política del Presidente, más que un espacio pluripartidista que fije la estrategia del gobierno”, comenta en privado un dirigente oficialista.
De hecho, los partidos no tienen vinculación con el Segundo Piso. Todo se canaliza a través del comité político -Álvaro Elizalde (PS) en Segpres, Jeannette Jara (PC) en Trabajo, Antonia Orellana (CS) en Mujer, Tohá y Vallejo- o a través del jefe de gabinete de Boric, el sociólogo Carlos Durán (CS).
El poder de Crispi
Lejos de debilitarlo, la imputación de Crispi en una de las aristas del caso Democracia Viva ha llevado a que el sociólogo se afiance cada vez más. Esta semana llegó en auto hasta la Fiscalía Nacional -acompañado de su abogado, Guillermo Chahuán- para declarar por cerca de tres horas ante los persecutores del caso.
Fuentes de gobierno comentan que desde que asumió en el cargo se ha hecho cada vez más cercano al Mandatario, con quien comparten no solo instancias gubernamentales, sino también actividades sociales, como cumpleaños familiares. Tanto así que Boric hizo que diera un paso al frente y, justo cuando la presión mediática sobre la investigación penal que pesa en su contra estaba en su peak, lo sumó a sus giras presidenciales. Su debut lo hizo en el viaje que realizó el Jefe de Estado a Coquimbo a principios de enero y luego estuvo en Chiloé.
En Palacio comentan que Boric lo ha afirmado en su cargo, pues tiene la convicción de que la imputación que enfrenta en el caso solo responde a un uso político de la indagatoria del Ministerio Público por parte de uno de los querellantes del caso: el Partido Republicano.
El estilo de Crispi siempre ha sido el sigilo, algo que ha transformado en su sello personal, el cual ha ido cultivando desde que fue coordinador nacional de RD -cuando aún no era un partido-, como asesor en el Ministerio de Educación del segundo mandato de la expresidenta Michelle Bachelet e incluso como diputado. Casi no se le ve en Palacio, no cruza los patios de La Moneda y transita por los accesos subterráneos para evitar el contacto con la prensa.
La huella de Crispi se puede notar en que no suelta los temas más emblemáticos del gobierno, como lo ha sido la estrategia nacional del litio, la reforma a las isapres -haciendo reuniones en su casa que desataron tensiones con el Minsal- y recientemente una fuerte presencia en el gabinete procrecimiento.
Desde afuera, las críticas por falta de diseño abundan, pero al interior del Segundo Piso -un equipo marcado por la desconfianza- dicen que son por falta de información. Por estos días, el sociólogo ha estado abocado a construir una estrategia para la segunda mitad restante del mandato de Boric. Esta estrategia, la cual los partidos dicen desconocer, ha sido diseñada en base a estudios de presidencia y, comentan las mismas fuentes, validada en el comité político. Los equipos de asesores durante el verano han tenido jornadas de planificación. Crispi, en tanto, se ha esmerado en juntarse con los ministros para compartir dicho trabajo.
Un puzzle difícil de armar
El diseño del Segundo Piso de Boric ha sido un asunto complejo para el Mandatario. Tal como ha sido la tónica de sus dos años de gobierno, su plan original sufrió un fuerte revés luego de que su fórmula inicial no tuviera resultados exitosos.
Antes de que el Presidente llegara a La Moneda tomó una decisión audaz. Durante su primer consejo de gabinete, el 28 de enero de 2022, en Casona Cañaveral, Boric anunció a Lucía Dammert como su jefa de asesores. La señal fue una sola: el Jefe de Estado elegía a una académica, sin militancia política, para hacerse cargo del mítico equipo más cercano del gabinete presidencial. De hecho, la socióloga no solía entregar opiniones en las reuniones con los equipos de ministros, ya que quienes lideraban la discusión eran los ministros del comité político.
La apuesta solo duró seis meses. Luego de una serie de dificultades internas, roces con Cancillería, obstáculos para articularse con los partidos de la alianza de gobierno y críticas en privado de algunos ministros del gabinete, optó por acelerar su salida. Todo luego de que ella misma pusiera su cargo a disposición tras el cambio de gabinete del 6 de septiembre de ese año, con el cual Boric quiso darle un giro más político a su equipo de asesores, obligado por la traumática derrota del plebiscito del 4-S.
Bajo el mandato de Crispi se encuentra la Dirección de Políticas Públicas, que dirige el abogado Leonardo Moreno; la Dirección de Estudios, a cargo de la historiadora feminista Luna Follegati (CS); la Dirección de Contenidos, que está en manos del sociólogo Manuel Guerrero (CS); un grupo de asesores a cargo de proyectos presidenciales y el filósofo Carlos Figueroa (RD), quien asesora en relaciones internacionales y política exterior.
La participación de Figueroa no ha estado ajena a las polémicas. Como suele pasar con los asesores internacionales del Mandatario -misma suerte que sufrió el entonces orejero del expresidente Sebastián Piñera, el abogado Benjamín Salas-, participa de las giras presidenciales y ha protagonizado choques con Cancillería. En el caso del militante de RD, su capítulo más cuestionado fue ser parte de la férrea oposición del gobierno a firmar el TPP11, contrariando la postura de la exministra Antonia Urrejola. Además, fue Figueroa quien, a espaldas del actual canciller, Alberto van Klaveren (PPD), ideó entregar una medalla durante la gira a España al juez Baltasar Garzón, lo que desató las críticas del oficialismo y de la oposición.
El movimiento de piezas de esta estratégica área de Palacio ha sido una constante en estos dos años. En el ajuste de gabinete de septiembre de 2022, el abogado Diego Pardow (CS) dejó la jefatura del área de políticas públicas y seguimiento de compromisos presidenciales para asumir el Ministerio de Energía, en reemplazo de Claudio Huepe (CS).
Su salida implicó que llegara un hombre formado en el mundo concertacionista: Leonardo Moreno. Su nombre se diferenció de inmediato con el resto de los inquilinos del Segundo Piso por dos motivos: es de otra generación -tiene 64 años- y no es de las filas frenteamplistas. Pese a no tener militancia política, trabajó en gobiernos de la excoalición de centroizquierda como jefe de una división del entonces Ministerio de Planificación Social durante el mandato del expresidente Ricardo Lagos.
Con él trabajan Mario Sillard (CS), amigo de Magallanes del Presidente y asistente regular a las juntas en su casa, quien trabajó durante dos años como jefe de gabinete cuando el Mandatario era diputado. También de CS destaca Javiera Pizarro, quien ejerció como jefa de gabinete de la expareja del Jefe de Estado, Irina Karamanos, y quien además formó parte de la comisión presidencial que recomendó a Boric los nombres para otorgar las cuestionadas pensiones de gracia.
A ella se suma Dolores Reyes (CS) -pareja del diputado Gonzalo Winter (CS)- y Andrés Couble (RD). En ese grupo de analistas hay otras figuras cercanas al FA, como Carolina Quiroga (RD), Josefina Pérez (PS), Sebastián Parada y, a partir de marzo, se sumará el actual director ejecutivo de Ciudadanía Inteligente, Octavio del Favero. Cada uno de ellos funciona con reparticiones ministeriales asignadas, a las cuales van haciendo seguimiento de los compromisos presidenciales adquiridos y el avance del programa de gobierno.
Otro grupo de asesores -a cargo de proyectos presidenciales- que también están bajo la dirección de Crispi son José Marín (CS), Cristóbal Cortés (CS) y Luis Santa Cruz (CS), pareja de la vicepresidenta de CS, Ximena Peralta. A ellos se suma el comunista Fernando Carmona -hijo del timonel del PC, Lautaro Carmona-, el exsocialista e integrante del movimiento Plataforma Socialista Ernesto Águila y Arlette Gay (PS). Al Segundo Piso, además, pertenece el exasesor de Winter Fernando Rojas (CS), quien ejerce como jefe del Departamento de Gestión Ciudadana.
Tropiezos en la avanzada
La tercera pieza del tablero se movió en noviembre de 2022. Luego de varias descoordinaciones en las giras y eventos del Mandatario, el exbaterista de Guachupé Nelson Alveal dejó la dirección del equipo de programación. En su reemplazo llegó desde el Ministerio de Desarrollo Social Pablo Arrate.
Los problemas en este equipo han sido constantes. Tanto así que unos meses después, tras nuevos errores durante la conmemoración de las Glorias Navales, el entonces jefe de la avanzada presidencial Fabián Salas tuvo que pagar los costos, renunciar a su cargo y se trasladó al gabinete de Víctor Ramos, el secretario ejecutivo de la Comisión para la Paz y el Entendimiento. Para reemplazarlo llegó César Vargas, quien ejerció la misma función durante el segundo mandato de Bachelet, pero el gabinete presidencial no le renovó su contrato por temas personales.
En el equipo de Arrate trabajan asesores como Andrés del Real, Joan Martínez, Jason Cabezas (CS), Macarena Huaiquimilla, Gabriel Ossandón y Javiera Hausdorf (PC). El primero ha ido quedando como jefe de Avanzada y el segundo como jefe de Producción. Huaiquimilla, en tanto, se ha transformado en la sombra de Boric. “La que me recuerda todos los compromisos que adquirimos”, dijo Boric en octubre de 2022.
Errores que cuestan caros
Dos meses después del cambio Alveal-Arrate, los movimientos siguieron. Esta vez las réplicas casi llegaron directamente hasta el despacho presidencial. Meza-Lopehandía (CS) pagó los costos políticos de las “desprolijidades” -como las catalogó el propio Boric- que rodearon los indultos a personas condenadas por delitos del estallido social y al exfrentista Jorge Mateluna.
Ante la fuerte presión pública, el Presidente se vio obligado a dejar caer a su exmano derecha para contener la crisis política. Pese a ello, Meza-Lopehandía aún mantiene contacto frecuente con Boric, a quien suele llamar semanalmente para consultas sobre temas de contingencia. Tras su renuncia, rápidamente Boric nombró a Durán. Su decisión implicó sacarlo de la dirección del equipo de estudios del Segundo Piso. En su puesto aterrizó la historiadora Luna Follegati (CS), quien ya formaba parte de esa misma área.
En el equipo de la académica que le hizo clases de feminismo a Boric durante la campaña trabaja, en palabras del propio Presidente, su “mejor amigo y compañero de vida”: Felipe Valenzuela (CS). El periodista llegó a este cargo asesorando en materias de comunicación estratégica, luego de que Boric tuviera que sacarlo de la Dirección de Comunicaciones de la Presidencia.
Los roces con la entonces jefa de prensa Tatiana Klima fueron más fuertes. Sus roles chocaban en reiteradas ocasiones y después de un tiempo, con las relaciones desgastadas, Boric -a quien dicen le cuesta tomar este tipo de decisiones y opta por dilatar al máximo este tipo de conflictos- lo sacó de la dirección, dejando a Klima a cargo. Valenzuela suele participar, junto a varios otros asesores del Segundo Piso, de los asados que hace Boric con sus amigos, en donde se suele hablar de temas del gobierno. Su cercanía, incluso, llevó a que el periodista viviera un tiempo en la casa presidencial, luego de que Boric terminara su relación de pareja con Karamanos.
A menos de seis meses de la partida de Meza-Lopehandía, el tablero del Segundo Piso tuvo más remezones. En julio del año pasado renunció la directora de contenidos Andrea Reyes (CS). Para suceder a la abogada ambientalista, Boric fichó al sociólogo Manuel Guerrero (CS), quien hizo su estreno haciéndose cargo de la conmemoración de los 50 años del golpe militar tras la fallida apuesta del Presidente por el exconvencional Patricio Fernández. Junto a Guerrero trabajan, entre otros, la periodista Mariana Ardiles y la cientista política Natalia Jiménez.
El encargo de Guerrero es colaborar en la redacción de discursos presidenciales, algo que, dicen en Palacio, siempre termina con una edición de puño y letra de Boric. El sociólogo participó de las palabras del Mandatario en el funeral de Piñera, alocución que le abrió una pugna con el PC por el mea culpa que hizo sobre la figura del exmandatario.
El golpe final para los inquilinos del Segundo Piso ocurrió a fines de diciembre, cuando se renovó casi la totalidad del equipo de prensa. Luego de resistir dos años al mando de la dirección de comunicaciones, Klima fue removida de su cargo. La periodista, una figura ajena al mundo frenteamplista y cercana a la ex Concertación y Nueva Mayoría, salió del gobierno y junto con ella -ya sea por renuncias o despidos- el resto de los periodistas que había llevado a su equipo.
Al mismo cargo recaló otra periodista, pero esta vez proveniente del círculo más íntimo del Presidente: Nicole Vergara, su exjefa de prensa cuando fue diputado. La periodista -quien es independiente, pero fichó un tiempo por CS para patrocinar la candidatura presidencial de Boric- armó un nuevo equipo de comunicaciones, trasladando a la periodista Muriel Solano (CS) desde la Subdere y al periodista Iván Carvajal desde el Ministerio de Transportes. Incluso, ahora último echó mano, como ha sido la tónica del gobierno en varias otras reparticiones, del bacheletismo: fichó como asesora externa a la exdirectora de comunicaciones de Bachelet, la periodista Haydée Rojas.
Ampliar el círculo
Las críticas hacia el Segundo Piso han sido públicas y para nadie son una sorpresa. En la interna del PS hablan de “ausencia de peso político” y “falta de visión estratégica a largo plazo”. Otras voces más rudas, como las del senador Gastón Saavedra (PS), apuntan directamente a la salida de Crispi.
Sin embargo, el Socialismo Democrático pareciera haber abandonado esa pretensión, pese a sus deseos de reforzar la instancia de asesores. La presidenta del PS, Paulina Vodanovic, si bien hace unos meses apuntó sus dardos hacia Crispi diciendo que su permanencia era compleja, ha ido bajando el tono.
Pero los socialistas no abandonan su interés por penetrar el círculo de confianza de Boric. De hecho, se ha sondeado, informalmente, a dirigentes como Ricardo Solari, pero el economista no se da por aludido. Algunos incluso comentan que de nada serviría su presencia al no formar parte del círculo íntimo del Mandatario. Los intentos por fortalecer el Segundo Piso no solo provienen del Socialismo Democrático. A inicios del año pasado sondearon a Sebastián Kraljevich, actual embajador en la OEA y quien jugó un rol clave como estratega durante la campaña presidencial.
En Palacio se defienden y acusan que los segundos pisos son espacios de confianza, no una instancia para ser cuoteada políticamente -como fue también en otros gobiernos bajo el mando de Cristián Larroulet, Pedro Güell o María Luisa Brahm- y que, en todos los gobiernos, se transforman en escudos para canalizar las críticas de los partidos y así no tener que salpicar al Presidente. Además, agregan que la mayoría de los asesores tienen posgrados y sus méritos no solo son por ser cercanos a Boric.
Como sea, dicen entre los partidos oficialistas, la particularidad de la administración Boric es que el Segundo Piso lo ven como un lugar donde llegan los mejores amigos del Presidente y que está marcado por una fuerte presencia de militantes de CS. Por lo mismo, los ministros del Socialismo Democrático, en privado, le han planteado al Mandatario la necesidad de asesorarse con personas fuera de su círculo, para así evitar fuertes traspiés, como los indultos o las pensiones de gracia, y blindar su figura para que los problemas de su gobierno no lo afecten directamente.