El jueves, al llegar a La Moneda, a esperar la salida de la reunión del comité de emergencia por coronavirus, la periodista del ministro de Salud, Enrique Paris, se sorprendió con las consultas de algunos periodistas que le decían que había rumores de su posible renuncia.
Esa mañana había trascendido en Palacio que las cifras récord de contagios diarios de Covid-19 -que se tomaban la pauta de los matinales de televisión- habían tensionado las relaciones del Presidente Piñera y su ministro mejor evaluado en las encuestas.
La otra versión que circulaba, y que matizan en La Moneda, es que el Mandatario se habría molestado porque Paris había adelantado a los senadores el conjunto de medidas sanitarias que serían anunciadas esa mañana, como el cierre de fronteras, el adelantamiento del toque de queda a las 21 horas desde este lunes y la restricción de permisos individuales, entre otras.
“No he pensado renunciar a mi cargo”, respondió Paris en el balance de la pandemia, que ese día abrió con un fuerte espaldarazo del vocero de Gobierno, Jaime Bellolio, a su par de Salud.
Paris este sábado volvió a reiterar que no tiene ninguna intención en renunciar a su cargo.
Más allá de los rumores, lo cierto es que el doctor Paris vivió una de sus semanas más complejas desde que llegó al Minsal el 13 de junio del año pasado, donde por primera vez evidenció desazón por los cuestionamientos a su gestión.
En La Moneda preocupa su cambio de tono y su creciente irritabilidad, que se han expresado en salidas de libreto con críticas a la prensa o a los matinales en los reportes del Minsal. Allí se advierte un riesgo para un ministro que, hasta enero, había administrado en general buenas cifras del Covid-19 y que hoy enfrenta su primera gran crisis.
Los casi 70 mil casos confirmados en los últimos 10 días (69.025), bordeando los 50 mil en la última semana (49.550), eclipsaron el exitoso proceso de vacunación.
Un grupo de diputados de oposición estudia una acusación constitucional en su contra por medidas sanitarias que consideran equivocadas, como el permiso de vacaciones durante el verano.
Esta curva en alza de contagios -que se repite hoy en muchos otros países del mundo- obligó a Piñera a salirse esta semana de su hoja de ruta de ocho puntos definida para su último año de gobierno, el 29 de enero durante el tercer Consejo Anual de Gabinete de su mandato.
La lista incluía el manejo de la pandemia (actualmente cuestionado), el fortalecimiento de la red de protección social (que hoy se discutirá en el Senado bajo la presión de la oposición para aprobar el cambio de los comicios), la recuperación de empleos (según el INE la tasa de desocupación alcanzó a 10,3% en el último trimestre), el combate contra la delincuencia, una reforma que apunte a un Plan Universal de Salud, sacar la segunda etapa de la reforma previsional, contribuir a tener “un proceso constituyente ejemplar” y preparar a Chile para el mundo post Covid.
“Muchas veces estamos reaccionando a lo que los demás están proponiendo, y aquí el que pone la agenda es el que tiene la ventaja. Eso es tan antiguo como el arte de la guerra”, dijo Piñera a su gabinete ese viernes 29 de enero.
Sin embargo, esta semana el gobierno perdió la ventaja y el control de la agenda.
Otros efectos de la postergación
El cambio de las elecciones de constituyentes, alcaldes, gobernadores y concejales, desde el 10 y 11 de abril al 15 y 16 de mayo, generó varios efectos y coletazos, entre ellos, una cohesión -para muchos momentánea- de la oposición y un nuevo descompaginamiento de Chile Vamos ya tensionado por el tema presidencial.
La semana del 22 de marzo, el exministro Jaime Mañalich y la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, pusieron sobre la mesa la postergación de los comicios.
Contra el tiempo, Piñera debió moverse rápido citando al Consejo Asesor Covid, y activando -con dificultades- el respaldo de sus partidos para anunciar el domingo en la noche el nuevo cronograma.
En el gobierno estaban conscientes de que la oposición no tenía margen para oponerse al cambio, pero que “le pondrían un precio” a su apoyo. Y así sucedió.
La noche del domingo 28 de marzo, tras el anuncio de Piñera sobre el cambio de las elecciones, la reacción de la senadora Yasna Provoste (DC) fue muy rápida. “La postergación de las elecciones requiere soluciones que den garantías a la ciudadanía, medidas sanitarias y económicas que le den sentido a este cambio”, advirtió en Twitter, convocando a una reunión de toda la oposición, “incluidos aquellos sin representación parlamentaria”, para discutir el tema.
El lunes 29, la cita convocada por la presidenta del Senado duró tres horas y se logró consensuar un apoyo a la postergación de los comicios, pero con condiciones: exigir al gobierno más medidas económicas y sanitarias antes de apoyar el cambio.
Un cercano a Provoste dice que desde el plebiscito del 88 que no había una reunión tan amplia de la centroizquierda: “Había 16 partidos, desde Convergencia Social hasta la Democracia Cristiana”.
Un ministro político confirma que Provoste fue quien capitalizó la postergación de los comicios en su sector, “al mostrar un liderazgo que unió a la izquierda, el cual no existía, y que para el gobierno es importante”.
El director de Criteria, Cristián Valdivieso, no cree que esta unión de la izquierda sea para quedarse: “Hoy ir contra el gobierno no tiene costo, pero eso no significa que la oposición tenga propósitos comunes más allá de pegarle al gobierno”.
Paralelamente, La Moneda tuvo que redoblar sus esfuerzos para contener la molestia de Chile Vamos no sólo por la postergación de las elecciones, sino por el protagonismo que Piñera concedió a la oposición en la discusión que culmina hoy en el Senado, con nuevas ayudas económicas para las familias.
En la UDI tampoco cayeron bien las nuevas restricciones sanitarias que aparecían como una solicitud de la oposición. “Nos llama profundamente la atención que el gobierno haya prohibido la posibilidad de que emprendedores puedan vender sus productos en redes sociales”, señaló el partido en un comunicado.
En La Moneda advierten de otro factor que complicó las tratativas en torno al nuevo cronograma: un “doble discurso” de varios jefes de partidos y candidatos presidenciales que públicamente se manifestaban a favor del aplazamiento, pero en privado manifestaron al gobierno malestar con el cambio.
El gerente de Asuntos Públicos de Cadem, Roberto Izikson, concluye que con el nuevo calendario, “todo el panorama electoral quedó golpeado por la pandemia. La gente hoy no está disponible para escuchar candidatos, quiere escuchar al Ministerio de Salud y a las autoridades sanitarias. De hecho, volvió mucho el interés por los reportes diarios. De alguna manera, la política electoral sale de la agenda”.
En Palacio están resignados a que por un par de semanas el virus seguirá dominando la agenda. De hecho, en privado se apunta recién a la semana del 15 de abril como el momento donde las cifras podrían presentar un primer cambio. La gran esperanza es que, en distintos análisis, empiezan a aparecer atisbos de que la vacunación estaría surtiendo efecto en los mayores de 80 años, y que los restantes grupos podrían tener un efecto similar en las próximas semanas o meses.