La primera respuesta fue "no". Miguel Ángel Valdés (abogado, 42 años, casado, tres hijas) no quería trabajar en la ANFP. Para qué meterse en un cacho así, pensó. Los últimos años del ente rector del fútbol chileno, marcados negativamente por el escándalo del expresidente Sergio Jadue (hoy confeso de cargos de corrupción), justificaban sus aprensiones. Para él, eran antecedentes importantes, insoslayables, que invitaban a desistir de cualquier propuesta de empleo que viniera desde Quilín. Para qué complicarse la vida, para qué poner en riesgo la reputación, para qué dejar la comodidad del sector privado. Era un riesgo innecesario. Dijo no. Y fue rotundo.
"Hasta que me reuní con Arturo Salah", apunta el actual oficial de cumplimiento de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, cargo también conocido como compliance. El jurista egresado de la Universidad de Concepción es la primera persona en la historia del organismo en ocupar dicho puesto, aunque la idea no lo entusiasmaba para nada.
"Cuando el head hunter que me reclutó me contó de qué se trataba el tema, le dije 'ah, chuta, no, gracias'. No me interesaba, la verdad, porque había toda una mala fama detrás. Me insistió y me dijo 'pero conversa con Salah, no pierdes nada'. 'Ok, deja pensarlo', le contesté. Entonces, después de darle algunas vueltas, me junté con don Arturo, entre otras cosas, porque igual me daba curiosidad conocerlo. Conversamos y él me prometió que este cargo no sería una pantalla ni una venta de humo, que sería de verdad, porque había que cambiar la historia del fútbol chileno. Y bueno, aquí estoy", señala, sonriente, sentado en su oficina, vestido de traje oscuro.
¿Qué es un compliance? En palabras simples, una especie de policía, de sheriff. Un sabueso. "Yo soy el que olfatea", dispara. Su responsabilidad es prevenir que se cometan delitos en la ANFP y la creación de estructuras que favorezcan la transparencia y la probidad dentro de la organización. "También descubrir a quien lo haga y sacarlo de aquí. No puede haber un nuevo Jadue y es muy difícil, casi imposible, que haya otro, porque tenemos una administración muy robusta", asegura.
Valdés nació en 1977, en Talca, y se crió en San Clemente. Comenzó su carrera como abogado en el Ministerio Público de Chile, en la unidad especializada de la Fiscalía Sur. Ahí representó a víctimas de delitos entre 2007 y 2008. Ese mismo año inició su camino en el sector privado, donde se desempeñó como compliance de varias empresas. Hasta que arribó a Quilín en marzo del año pasado. Su llegada significó un cambio gigantesco para los empleados de la asociación. Muchos lo vieron como alguien que llegó a sospechar de todo, a molestar, a meterse en asuntos donde antes nadie lo hacía. No estaban tan equivocados.
"Intervinimos la organización. Esto fue revolucionario. Fue un proceso largo, gigantesco, que duró ocho meses. Con la ayuda de una empresa externa, levantamos una matriz de riesgo. Hicimos un mapeo. Yo tenía a los gerentes mañanas enteras. Les decía 'cuénteme, qué hace usted'. Y estaba el contralor al lado escuchando. Créame que no fui ni soy el más querido acá", sostiene, mientras bebe un café.
Protocolo anti-Jadue
Su primera medida fue implementar la Ley 20.393 para resguardar a la ANFP de malas prácticas de sus integrantes: "Si un funcionario nuestro quisiera sobornar a alguien, infectaría a toda la organización, de tal manera que podría cancelarse la personalidad jurídica de la ANFP, o sea, dejaría de existir, lo que sería la muerte en vida. Esta ley busca proteger a las organizaciones que adopten un modelo de prevención de delitos. La ley establece los elementos mínimos de este modelo", señala.
Una de las principales conclusiones que sacó del mapeo que hizo al llegar a la sede del fútbol fue la necesidad de crear un área de compras: "El primer riesgo que vi fue que cada gerente podía contratar sus propios proveedores. Tal vez no había mala intención ni se defraudó, pero era una mala práctica. Le dije al presidente Sebastián Moreno y creamos un área de compras, que está dentro de la Gerencia de Finanzas. Hoy, el ciento por ciento de los bienes y servicios que contrata la ANFP pasa por el área de compras. Y como no le quiero dar todo el poder a la jefa de compras, se reúne diariamente un comité que lo integran la jefa de compras, el gerente de finanzas y yo. Analizamos todas las órdenes de compra que hace la organización, desde lo que adquiere Ian Mac Niven para la Selección hasta lo que compra don Luis Campos en Riera para el fútbol formativo".
A diferencia de la administración de Jadue, cada cheque que se imprime en la asociación va firmado por cuatro personas. "A veces aquí se llegaba y se compraban cosas. Me decían 'es que era urgente, porque lo pidió el profesor". Y empezaba la investigación: a quién se lo compraron, a qué precio, quién lo autorizó. Al otro día tenía un desfile acá; gerente por gerente, los empezaba a interrogar. Fue tanta la presión que generamos, que la gente empezó a acatar para que no molestáramos más. Así fuimos, de a poco, regularizando la situación. Y esto es obra gruesa", asevera.
La pasión con la que Valdés habla parece estar directamente relacionada con la convicción que tiene en su labor. Siente que está cambiando el fútbol chileno para siempre en materia de probidad. "Yo soy futbolero y me pone orgulloso cuando mi hija mayor, de 10 años, les dice a sus amigos que el trabajo de su papá es que no se roben la plata del fútbol. Un buen compliance en materia deportiva debería ser aquel que vela porque nunca más el dinero sea el fin y el fútbol sea el medio", reflexiona.
Si bien su cargo depende del directorio, su figura es independiente a la asociación. "Tengo un hilo invisible que me une con FIFA y Conmebol. Con Conmebol intento hacer videoconferencias cada 15 días. La directora del área de cumplimiento, Graciela Garay, quien me ha ayudado mucho, tiene reuniones quincenales con el compliance mundial, en FIFA. Estamos súper alineados. Es muy difícil que llegue un nuevo directorio y elimine el área de compras. Le quedaría un descalabro, porque toda la organización funciona en base a eso. Y nosotros compramos todo el día", añade.
"Todo lo que hago lo sabe directamente Conmebol, lo sabe FIFA. Aquí hay ojos por todos lados. Sería muy poco político que la ANFP, por ejemplo, en el futuro eliminara el cargo de oficial de cumplimiento, porque las grandes empresas tienen compliance y el fútbol mundial entendió que este es el camino. Cada vez le hacemos la pega más complicada al que quiera hacer las cosas mal", manifiesta.
Cualquier regalo que se reciba tiene que ser informado a Valdés; cada vez que un empleado o ejecutivo de la ANFP se reúna con un funcionario público, este debe contarle también a él: "Si no me avisaron y me llego a enterar después, serán sancionados con una amonestación o con el despido".
Valdés afirma que en su gestión ya despidió a dos funcionarios por irregularidades. Evita dar detalles, como los nombres, por cuestiones legales. Además de crear el primer código de ética de la entidad, también estableció un canal de denuncias. "Contratamos una empresa externa. Se puede denunciar de forma anónima y con nombre. Me han llegado cosas de las que no tenía cómo enterarme. En promedio, son cinco denuncias serias al mes. Cuando son graves no las resuelvo yo, sino que levanto un comité. Es otra medida de obra gruesa que no permitiría un segundo Jadue, como el programa Crece. Creo que ningún directorio va a querer pasarle plata a un club si no es por esa vía. Políticamente sería muy mal visto; por reputación, también, y porque tributariamente esto lo hicimos en consulta con el Servicio de Impuestos Internos (SII), con quien tenemos un acuerdo de colaboración", advierte.
Ya trabaja en el que espera sea su gran legado: la reforma de los estatutos de la ANFP: "¿Por qué no cambiar la Carta Magna del fútbol chileno? Es un proyecto que me pasaron a mí y espero que esté aprobado en noviembre. Me dicen que soy ingenuo, un iluso, pero sé que lo que estamos haciendo no es maquillaje, es construir una casa".