El puntapié inicial arrancó así: ¿Qué impacto tienen los escolares migrantes en el norte de Chile? Y aunque la pregunta en seco puede incomodar por lo directa o porque podría develar un prejuicio, Sylvia Eyzaguirre, investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP), quiso ahondar allí.
En un estudio recién publicado se constata lo que el país ya sabe: que la población inmigrante ha crecido de manera exponencial, especialmente en la zona norte, y que esto ha tenido múltiples traducciones, una de ellas es en el plano educacional. Según muestra el trabajo de la licenciada y doctora en Filosofía, las tres regiones con mayor porcentaje de matrícula escolar inmigrante son Tarapacá (17%), Antofagasta (16%) y Arica y Parinacota (12%). Un cuarto lugar lo tiene la Región Metropolitana.
¿Cómo se traduce eso en los colegios? Eyzaguirre explica que cuando hay un crecimiento tan rápido y en un plazo tan breve, esto puede generar conflictos sociales. Por ejemplo, la llegada de estudiantes inmigrantes también puede generar una fuga de estudiantes chilenos hacia otros colegios, aumentando la segregación del sistema educacional.
En el análisis fino de los datos, ¿los estudiantes chilenos se han visto afectados por la inmigración? Es decir, ¿se ha afectado su proceso educativo?
Los datos dicen que no. Nuestras estimaciones no encuentran un efecto estadísticamente significativo en el rendimiento escolar de los estudiantes chilenos. Pero la pregunta sobre inmigración y educación se hace en muchos países del mundo y la verdad es que no hay una respuesta concluyente. Hay quienes dicen que puede generar un efecto fuga en los estudiantes nativos, o que puede tener efectos negativos en la tasa de graduación. Nosotros quisimos ver qué pasa en las regiones donde se concentra la mayor proporción de escolares inmigrantes, justamente para despejar esa interrogante.
¿Y qué aparece? ¿Qué muestra la experiencia escolar con la inmigración?
Una de nuestras motivaciones arrancó por los datos que arrojó la última encuesta CEP. Ahí hicimos una sobremuestra en el norte para ver qué estaba pasando con la ola migratoria. Lo que observamos es que a nivel nacional se deterioró la percepción que tienen los chilenos sobre los migrantes, especialmente sobre aquellos que llegaron los últimos cinco años.
O sea, más bien venezolanos, colombianos...
Exactamente. El punto es que ese deterioro en la percepción de los chilenos es un llamado de alerta.
¿En qué sentido?
En que es un potencial conflicto social importante y que seguramente podría repercutir en las próximas elecciones.
En marzo ya se generó un problema por la falta de matrículas en algunos colegios en el norte. ¿De eso hablamos?
Exactamente. Producto del shock de inmigrantes que llega, no hay suficientes cupos para todos y empiezan a competir inmigrantes y chilenos por los pocos cupos que hay. Obviamente, eso te genera un conflicto social.
Ese malestar con el tema migratorio, ¿tiene traducción en las nuevas generaciones de estudiantes?
Es que una cosa es la percepción de las personas y otra cosa son los datos reales. Te doy un ejemplo: hay una percepción de que una proporción muy importante de inmigrantes son delincuentes. Pero cuando vas a los datos, no es así. Entonces, acá hay un desacople entre la percepción de los chilenos y lo que dicen los datos duros. Por eso es tan importante comunicar estos datos.
¿Por qué?
Porque permite empezar a derribar prejuicios. Se puede armar un mito de que, pucha, llegan todos estos inmigrantes con menos conocimientos que los chilenos y resulta que, entonces, el profesor le está enseñando menos a mi hijo. Eso no es verdad. No lo estamos viendo con evidencia empírica.
Entonces, ¿es un prejuicio?
Absolutamente. Es un prejuicio pensar que los inmigrantes están afectando la calidad de la educación en Chile. Así como también es un prejuicio pensar que hoy día los niños tienen menos conocimiento que hace 10 años, excepto por la pandemia.
¿La educación no ha empeorado?
No. Tenemos el enorme impacto que significó la pandemia, pero en comparación con hace 10 años no hemos empeorado. Tampoco hemos mejorado. Estamos estancados.
¿Y el sistema educacional chileno está dando respuesta a los inmigrantes?
Absolutamente. Tenemos una cobertura incluso mayor de los estudiantes inmigrantes que los chilenos. Pero eso tiene directa relación con el aumento exponencial que ha tenido la inmigración. Entre 2006 y 2022 aumentó 10 veces la población escolar inmigrante. Y el sistema educacional ha logrado absorber a estos estudiantes, darles un cupo y no dejar a los chilenos afuera. Hoy día tenemos un problema acotado en algunas comunas. El Ministerio de Educación lo está abordando y ha logrado responder de forma adecuada.
Entonces, ¿hay mucho mito?
Sí, yo creo que es súper importante decirles a las familias que estén tranquilas, que si llegan más inmigrantes al establecimiento de sus hijos, no necesariamente significa un deterioro en su rendimiento. Al contrario, hay casos donde uno puede ver mejoras en el rendimiento. Incluso, puede mejorar el clima escolar.
¿Por la diversidad que genera la convivencia?
Claro, y por las distintas dinámicas que se dan. Cuando miramos los estudios internacionales, donde la concentración de inmigrantes sí afecta el rendimiento escolar, es porque el inmigrante que llega es de lengua extranjera. Y la lengua es un vehículo fundamental para el aprendizaje. En Chile, el grueso de los inmigrantes son de lengua hispana. Por lo tanto, no tenemos esa barrera idiomática. Y ahí puede darse una enorme riqueza cultural.
¿Las brechas?
Habla de que a veces puede producirse una fuga de estudiantes chilenos. ¿Por qué?
Es que ese es otro efecto que puede tener la mayor concentración de inmigrantes: que los estudiantes chilenos se vayan a otro establecimiento y eso, claro, aumenta la segregación escolar. Nosotros no hicimos ese análisis ahora, pero hay que estudiarlo.
En la investigación se señala que los estudiantes chilenos van más a colegios subvencionados y que los inmigrantes mucho más a los del sistema público. Eso ya es un efecto de la segregación, ¿o no?
Sí, hay una concentración de inmigrantes en los colegios públicos, mientras que los chilenos se concentran en los particulares subvencionados. Entonces, claro, hay una distribución muy desigual y eso puede aumentar la segregación del sistema.
¿La cancha no está tan pareja?
A ver. Vimos que a medida que aumenta la concentración de inmigrantes en una sala de clases, eso no está afectando el rendimiento académico de sus compañeros chilenos. Pero cuando comparamos cómo les va a los inmigrantes respecto de los chilenos, en general a los chilenos les va mejor. Tienen mejor asistencia, promedios de notas más altos y resultados en las pruebas Simce también más altos que los inmigrantes.
O sea, ¿hay una brecha?
Sí, igual existe una brecha. Y lo que observamos es que esa brecha ha ido aumentando en los últimos cuatro años.
¿Qué lo explica?
Es una pregunta abierta. Quizá tenga relación con que un porcentaje de los inmigrantes que llegaron en los últimos años son personas más vulnerables, con un menor capital cultural. Entonces, estudian en colegios principalmente municipales, con un índice de vulnerabilidad mayor que el promedio de los chilenos.
¿Tiene que ver más con la condición con que llegan?
Son inmigrantes que llegaron a Chile caminando y que tienen un duelo migratorio por todas las situaciones que han vivido. Es muy distinto llegar a un nuevo país en avión, instalarte con una red de apoyo, que llegar caminando desde Venezuela, pasando por cuatro países. La experiencia es muy distinta. Las consecuencias son distintas. Puede que eso se esté reflejando en este aumento de las brechas de los últimos cuatro años.
¿Cómo es eso del duelo migratorio?
Yo no soy psicóloga ni experta en esto. Los directores de colegios tienen la experiencia concreta. Muchos niños vienen caminando con sus familias. Sin dinero, pasando hambre, frío, expuestos al peligro, a la incertidumbre de no saber si los van a recibir en ese nuevo país, si te van a echar, si te van a robar el pasaporte. Niños muy pequeñitos pasan por situaciones muy, muy precarias y con un nivel de estrés muy fuerte. Entonces, cuando llegan a Chile, se asientan y entran a un establecimiento, cargan con ese trauma.
Claro…
Algunos lo pueden procesar mejor y seguramente otros no tan bien. Por lo tanto, cuando vienes con esa carga, pedirte que te concentres en una sala de clase no es fácil. Y ahí tú tienes que trabajar socioemocionalmente para que toda esta vivencia sea procesada y el niño o niña pueda tener cierta paz para entender...
¿Eso no lo estamos viendo?
Es que los datos no lo muestran. Pero los directores de establecimientos sí lo están reportando. Piensa que en el norte casi el 100% de los colegios tiene al menos un niño migrante. Por lo tanto, allí hay una necesidad que tenemos que atender.
¿De qué manera?
Es importante invertir recursos. Si se invierte pronto y de manera adecuada, puedes insertar a esos niños más rápidamente. Pero si a ese niño lo dejas abandonado, lo más probable es que deserte. Y si deserta, las probabilidades de caer en el alcohol, en el consumo de droga, en el tráfico de drogas, en delitos, es muy alto. Por eso es tan importante hacerse cargo de este problema. Rescatar a un niño que ya está excluido del sistema escolar es muy difícil.
Digamos que el tema migratorio tiene muchas más capas que las que estamos abordando como país…
Así es, por eso es muy importante empezar a desterrar los prejuicios, los mitos, y detectar oportunamente dónde están los conflictos para poder abordarlos. Hoy tenemos un conflicto por matrículas en Alto Hospicio, en Lampa. O sea, es un problema acotado. Pero tenemos que actuar de forma oportuna para que eso no escale.
El “buenismo”
Hay quienes dicen que la vivencia de los sectores populares con la inmigración es muy distinta de la percepción que tiene la élite. Para unos es un aporte a la diversidad. Para otros, es una amenaza, una fricción. ¿Habría que revisar el llamado “buenismo” con que algunos miran el fenómeno migratorio?
En lo personal, no creo en el “buenismo”. Los países no pueden recibir a todos los inmigrantes, porque simplemente no tienen condiciones para asegurarles atención de salud, escolar y viviendas. Chile estaba dejando atrás los campamentos y hoy día tenemos más que en el año 2000. O sea, hay más personas, más niños viviendo en condiciones precarias, porque no tenemos viviendas suficientes y porque los precios aumentaron enormemente. Entonces, hay que tener una regulación súper rígida respecto de quiénes entran y quiénes no. Antes no teníamos esa necesidad.
Es que ahí hay un debate en curso…
Sí, pero el crecimiento exponencial nos pone en otra situación. Hay que hacerse cargo de este nuevo escenario. Y respecto de tu pregunta anterior, es verdad que la gente de sectores altos no tiene los conflictos que viven los sectores más populares. Ellos siente que los inmigrantes vienen a competirles en trabajo, colegios, en salud. Es importante atender a esa realidad y hacerse cargo de los conflictos sociales que genera una alta inmigración en un lapso tan breve de tiempo.
¿Por qué? ¿Podría generarse un choque cultural?
A ver, por muchos años tuvimos una población inmigrante peruana que cambió nuestra forma de comer, de relacionarnos, pero fue un aumento mucho más gradual. Fue distinto. Ahora hay un aumento mucho más drástico y concentrado.
¿Y eso en qué cambia las cosas?
En que es muy distinto cuando tú estás viviendo en un barrio donde el 10% son inmigrantes a cuando de repente tú pasas a ser minoría y te sientes un extranjero en tu propio país. Ahí se instala una tensión. Afloran sentimientos de miedo, de pérdida de identidad. El problema es que ahí empieza a surgir xenofobia, los nacionalismos.
¿Gatillados por el miedo al otro?
Claro. Tenemos colegios con un 70 o 75 por ciento de matrícula inmigrante. Hay barrios en que llegas un domingo al mediodía y eres el único chileno. Eso genera un efecto. Tú dices: ¿Dónde estoy? Es como una pérdida de la identidad nacional, por así decirlo. Lo cual es muy entendible. Es un fenómeno que pasa en todas partes. Es connatural del ser humano.
¿Por eso la importancia de ponerle data a lo que está pasando? ¿Para despejar esa emoción ambiente que podría alimentar los populismos?
Absolutamente. Cuando miras lo que está pasando en Alto Hospicio con la educación, crees que eso se extrapola a todo lo que está pasando en el país, y no es así. Los datos te permiten objetivar ese sentimiento que se exacerba con ciertas noticias que muchas veces no son representativas de la realidad nacional. Mira, yo estudié en Alemania y mi experiencia tanto allí como en Holanda -países más liberales y abiertos- fue que creció tanto la inmigración, que se generó una resistencia y hoy día aparece con fuerza la extrema derecha. Eso es preocupante, nos puede pasar en Chile también.