El próximo mes, Taiwán tenía previsto acoger un torneo preolímpico de béisbol en la ciudad de Taichung. Pero el viernes la World Baseball Softball Confederation informó que la sede del evento se trasladaría a México. La razón: el Covid-19. En las últimas semanas un brote de coronavirus ligado a pilotos de avión ha provocado un aumento de casos en la isla, que ha gestionado con éxito la pandemia, provocando que las autoridades locales establezcan medidas más estrictas, incluidas restricciones para las llegadas de no residentes.
La situación epidemiológica en México es mucho peor que en Taiwán, con más de 221 mil muertes y 2.600 nuevos casos cada día (y casi 2,4 millones de contagios desde el inicio de la pandemia). En contraste, la isla asiática suma en total 3.862 casos y 17 fallecidos. Pero el 66,5% de estos positivos se ha detectado en la última semana y las autoridades locales han respondido de nuevo con las medidas estrictas puestas en marcha hace alrededor de un año.
El rebrote se produjo después de que se dispararan los casos en un hotel de cuarentena cerca del aeropuerto de Taiwán el mes pasado. Más tarde, las autoridades descubrieron que el hotel había estado mezclando al personal de la aerolínea que estaba en cuarentena allí con visitantes habituales en el mismo edificio. Unas semanas después, comenzaron a surgir otros casos locales en varias partes de la isla de 23,6 millones de habitantes.
Taiwán registró el lunes pasado un récord histórico con 335 nuevos casos de coronavirus diarios, de los cuales 333 fueron clasificados como infecciones locales. Dos días después, las autoridades elevaron a 3 el nivel de alerta sanitaria luego de que Taipei y Nueva Taipei se convirtieran en los focos de repunte con un aumento de la incidencia entre un 3% y un 10% en apenas días.
La isla cerró el miércoles todas las escuelas y amplió a todo el territorio las restricciones que antes sólo afectaban a la zona de Taipei: se clausuraron restaurantes, gimnasios, salas de espectáculos, bibliotecas y otros espacios públicos. Los habitantes tendrán que usar siempre la mascarilla cuando salgan a la calle (con una penalización para quien no lo respete de US$ 107 a US$ 536) y no podrán reunirse en grupos de más de cinco personas dentro de las casas, y de 10 en el exterior. También se prohibió la entrada de extranjeros sin permiso de residencia, así como el tráfico internacional de pasajeros en sus aeropuertos, al tiempo que fueron canceladas las peregrinaciones y eventos religiosos.
El ministro de Salud, Chen Shih-chung, dijo que los contagios están aumentando también en otras ciudades, además de Taipei y Nuevo Taipei, que ya estaban en un nivel de alerta 3. Por su parte, la Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, intentó tranquilizar a la población, entre reportes de compras de pánico y gente que evitaba los espacios públicos. “Seguiremos reforzando nuestra capacidad médica”, dijo Tsai, y señaló que están llegando vacunas del extranjero.
Chen Chien-jen, epidemiólogo, exministro de Salud (2003-2005) y exvicepresidente de Taiwán (2016-2020), que lideró la elogiada respuesta a la pandemia el año pasado, reconoce la gravedad de la actual situación epidemiológica en la isla. “Nos encontramos con un gran brote de Covid-19 causado por la variante británica B.1.1.7, altamente infecciosa, en la ciudad de Taipei y Nueva Taipei, con más de 1.200 casos confirmados. Más de la mitad de ellos tienen conexión directa con lugares de entretenimiento para adultos, especialmente ‘casas de té’, en el distrito Wan-Hua de la ciudad de Taipei”, comenta a La Tercera.
“Hubo varias razones para la ocurrencia de un brote tan grande: La variante británica de Covid-19 B.1.1.7 es muy contagiosa, con una gran proporción de personas infectadas con síntomas y signos leves; los trabajadores y visitantes de lugares de entretenimiento para adultos no practicaron la higiene personal, incluido el uso de mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento social, y tampoco informaron honestamente su historial de viajes, ocupación, contacto y agrupación. Todos estos factores afectaron la eficacia de la detección temprana de casos confirmados, el rastreo y las pruebas de contactos cercanos y el aislamiento de personas potencialmente infectadas”, agrega Chen, quien también fue vicepresidente de la Academia Sínica, la institución científica más importante de la isla.
En ese sentido, la experta Chen Yee-chun dijo al diario Taipei Times que las próximas dos semanas serán claves para contener el rebrote, y que “los casos han aumentado rápidamente por la reticencia de la gente a la hora de informar sobre los lugares que ha frecuentado”. “Si hay omisiones es más difícil trazar a contactos potenciales y prevenir que el virus se extienda”, comentó.
Taiwán fue durante meses un ejemplo de buena gestión frente a la pandemia. La isla, cuyos habitantes estaban muy acostumbrados a usar mascarilla, logró frenar rápido la primera ola de casos y eso le permitió vivir de manera casi normal durante meses. La administración de Tsai Ing-wen consiguió mantener el coronavirus a raya, pese a encontrarse a solo 180 kilómetros de la costa china y recibir un flujo de visitantes procedentes del otro lado del estrecho, que en 2019 alcanzó los 2,7 millones de personas.
Según la revista médica Journal of the American Medical Association, Taiwán integró su base de datos de salud a la de inmigración y aduanas para reunir información y analizarla. No solo activaron alertas en tiempo real basadas en los historiales de viaje y síntomas clínicos para ayudar a los diagnósticos, sino que incluyeron nuevas tecnologías, como el escaneo de códigos QR y una
clasificación de los viajeros basada en sus viajes de las últimas dos semanas.
En un artículo que publicado en la revista Time, la propia Tsai apuntó que “las dolorosas lecciones del brote de Sars en 2003, que dejó a Taiwán traumatizada con la pérdida de docenas de vidas”, fueron claves en la reacción temprana contra el Covid-19. Chen Chien-jen coincidió en ese análisis. “Nuestro esfuerzo para controlar la pandemia se basó en nuestra experiencia con el Sars en 2003”, dijo en mayo de 2020, en entrevista con France 24, donde detalló que “la respuesta rápida y despliegue temprano fueron claves para controlar el virus”. Sin embargo, el entonces vicepresidente taiwanés reconoció que “definitivamente habrá una segunda ola de contagios”.
Hasta el 16 de abril de 2020, solo 11 personas habían muerto por coronavirus en Taiwán desde que comenzó la pandemia, una hazaña impresionante considerando que nunca fue impuesto un confinamiento. Ante este escenario, gran parte de los habitantes de la isla no se planteaba la necesidad de inocularse contra el coronavirus poco tiempo atrás. La normalidad evidenciaba que se podía vivir sin las dosis. Ahora, muchos ansían conseguir vacunas cuanto antes, y las autoridades racionan los suministros de las 300.000 dosis disponibles, mientras dos inmunizantes de producción local permanecen en la segunda fase de ensayos y prevén su lanzamiento recién en julio. Según el sitio Our World in Data, el total de dosis administradas en Taiwán alcanza a 302.698 (1,27% de la población).
Pese a las actuales cifras de contagios y vacunación, Chen Chien-jen es optimista. “Estoy bastante confiado de que este brote a gran escala se contendrá mediante estos esfuerzos de ‘interrupción de la transmisión viral’ en dos semanas. Además, vamos a acelerar el programa de vacunación en los próximos meses para aumentar la inmunidad colectiva de la población. Esperamos poder contener la epidemia de Covid el próximo invierno”, asegura.