Cuando le quedaban cinco horas de viaje para llegar a Calama, Elvis Chuyuca (31), un ciudadano peruano de origen aimara, sintió que el bus en el que iba junto a unos 40 pasajeros se detenía. Estaba en Cuya, en medio de la pampa. Acababan de llegar a un control fronterizo, en el límite entre las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá. Había policías. Uno de ellos les dijo a todos que tenían que descender del bus y pasar por un control antinarcóticos.

Eran las 23.50 del 28 de julio de 2023. Hacía frío mientras los perros policiales, Eira y Dexter, comenzaron a inspeccionar los bolsos de los viajeros. En ese momento, los policías se acercaron a Chuyuca. Lo vieron sudando y tomando mucha agua, relataría más tarde una oficial de la PDI ante el Juzgado de Garantía de Arica.

A Chuyuca le preguntaron qué venía a hacer a Chile. Él respondió que llegaba como turista. Le pidieron que mostrara los objetos con los que andaba: sólo traía $50 mil y un celular. Eso les pareció extraño a los policías. El viajero peruano tampoco supo responder cuánto tiempo iba a estar en Chile.

Un policía le preguntó a Chuyuca si le podían hacer un escáner de rayos X. Él aceptó. El resultado sorprendió a todos: la imagen que entregó la máquina mostraba montones de ovoides dentro de su cuerpo. Estimaron que más de cien, y eso era raro: Chuyuca era una persona de estatura mediana y contextura delgada.

Chuyuca fue trasladado al Hospital Regional de Arica. Ahí, después de un nuevo examen, el médico de turno confirmó a las 2.50 que había cuerpos extraños dentro del imputado. Con el pasar de las horas, los policías fueron entendiendo otras cosas. Chuyuca no declaró, pero sí empezó a cooperar con información. Confesó que portaba droga y que la tragó horas antes en Tacna.

Luego, los policías le preguntaron cuántos ovoides había engullido. Chuyuca respondió “no sé”.

Una hora y 55 minutos después de llegar al hospital, Chuyuca defecó los primeros 38 ovoides. Luego de analizarlos, confirmaron que portaban ketamina. El imputado siguió retenido en el hospital. Cada cierto tiempo iba al baño y expulsaba más cápsulas. Cada huevo que botaba contenía casi 10 gramos de droga.

Cuando terminó, la suma final sorprendió a la policía y a la Fiscalía: eran 221 ovoides con ketamina. En total, dos kilos 150 gramos: $ 43 millones en valor de mercado.

Sofía Basauri, doctora en la urgencia de la clínica Christus UC, ha estudiado el fenómeno de los burreros. Dice que 221 ovoides es un número altísimo.

— Cada vez los ovoides los hacen más resistentes, de forma más profesional —señala Basauri—. Pero si bien menos del 5% se rompen, el 70% de los pacientes con un ovoide roto fallece, porque la droga se absorbe mucho más rápido desde el intestino, y en mayor cantidad.

Desde la unidad de la PDI que detuvo a Chuyuca subrayan que este hecho es inédito. Nunca antes habían detenido a un burrero, como le dicen a la gente que transporta drogas de forma ilegal, que llevara tal cantidad de ovoides dentro de su cuerpo.

— En otros casos— dice el jefe de la avanzada antinarcóticos Chacalluta de la PDI, el subprefecto José Quiroz Lagos, — siempre encontramos, en promedio, entre los 80 y los 120 ovoides. Un kilo y algo, máximo. Pero no 221. Esto es un récord a nivel nacional.

Un preservativo relleno de ketamina

El “burro”, o el correo humano de droga, es algo que ha acompañado durante décadas la frontera norte del país.

Iván Paredes (ind.-ex PS) es consejero regional de Arica y Parinacota. Pero desde que entró a la política, en 1994, ha sido concejal y alcalde de Arica, además de diputado de la región. Por eso, dice que conoce bien cómo empezó a permear la droga en su ciudad.

—Se hablaba hace años de bandas que se metían al desierto a buscar burreros que pasaban por pasos no habilitados — recuerda Paredes—. Les quitaban la droga, los mataban y los enterraban en el desierto.

En los años 60, de la mano de los burreros y de la producción local, la cocaína se empezó a expandir en Arica.

— Hay fortunas que se hicieron en base a la cocaína. Estaba en todos lados. Había un local nocturno, el Manhattan, donde tú pedías unos tragos y te ponían una bandeja con coca al frente. Sin problemas— dice Paredes.

Lorena Rebolledo, subdirectora de Drogas de la Unidad Especializada de Crimen Organizado de la Fiscalía Nacional, explica que el fenómeno de los burreros de droga es algo que nunca ha desaparecido en el norte.

— En la Región de Tarapacá, por ejemplo —dice Rebolledo—, hubo 222 incautaciones de ovoides en 2018. Y en lo que va del 2023, hay 83 casos. O sea, el fenómeno mantiene sus números.

Rebolledo, eso sí, alerta sobre otra cosa: tal como en el caso de Chuyuca, están encontrando ovoides con ketamina. Y eso no se veía antes. Lo que primaba hace años era el transporte de cocaína. Pero desde la pospandemia, los últimos dos años, están viendo cada vez más de este compuesto, que tiene propiedades sedativas, analgésicas y anestésicas, y que fue sintetizado por primera vez en Estados Unidos en 1962.

Dentro de las razones de esto, dice la persecutora, es que en Perú la ketamina no tiene restricciones de venta como en Chile.

Entonces es una droga rentable, porque la compras en Perú a buen precio y acá en Chile se puede vender el gramo entre 15.000 y 20.000 mil pesos. Además, está siendo altamente demandada en nuestro país. De hecho, la droga sintética más incautada en Chile es la ketamina. Le sigue el éxtasis— asevera la fiscal.

Paulina Brito, la fiscal de este caso y jefa de la Unidad de Análisis Criminal de la Fiscalía de Arica y Parinacota, dice que cada vez se encuentran menos ovoides con cocaína en su región. Ahora, traen ketamina. La razón, además de lo que expone Rebolledo, es que es la base para hacer “tussi falso”.

— El tussi original no tiene tanta ketamina. Pero lo patean y hacen este falso tussi. Mientras más ketamina, más barato les sale.

Rebolledo, en tanto, explica que dentro de las razones por las que los burreros aún existen, es que dentro del narcotráfico hay diferentes niveles de negocio.

— Estas son operaciones pequeñas dentro del contexto del narcotráfico. La cocaína sigue pasando, pero hay más formas de pasarla. Por ejemplo, por barco a través del mar. Pero esas son grandes organizaciones. Si un narcotraficante más pequeño quiere pasar droga, contacta a un burrero.

El subprefecto Quiroz advierte que este año se está más que duplicando la incautación de ovoides por persona. Gran parte de los casos que encuentran son gracias a la pericia de los policías, que saben en qué actitudes y signos fijarse a la hora de los controles.

— Ellos piensan en dos cosas. Primero, en la cantidad de ovoides que pueden tragar. Pero la otra cosa que calculan es el tiempo de viaje y cuánto tiempo pueden retener los ovoides en su sistema digestivo. Piensa que si se van en bus desde Arica al sur tienen que pasar por dos controles: el de Chacalluta y el de Cuya —afirma Quiroz—. Ha sucedido en ocasiones que se ha detenido a personas ya con ovoides evacuados al interior de un bus. Y siguen manteniendo más en su estómago.

Rebolledo añade que los ovoides son de látex. Por eso, por lo general, son preservativos o dedos de guantes quirúrgicos. Estos son lubricados con vaselina para que se haga más fácil tragarlos.

La fiscal Brito dice que aún no conocen mayores detalles de Elvis Chuyuca. No saben cuánto le iban a pagar ni quién lo contrató.

— Normalmente estas personas se acogen a su derecho a guardar silencio, porque es muy poca la información que traen respecto del receptor final de la droga— dice el subprefecto Quiroz—. Ellos no conocen quién va a ser su receptor. Solo cuando llegan a su destino alguien los contacta o se encuentran a alguien. Ahí entregan su paquete.

Lo que sí saben es que a las 8.30 del 30 de julio del 2023, Chuyuca botó en el Hospital Regional de Arica el último ovoide. Llevaba 27 horas tratando de expulsarlos. Quiroz explica que, por lo general, la evacuación de ovoides en los imputados demora entre 48 y 72 horas. En algunas ocasiones se requiere de la ayuda de un laxante para completar esa tarea. Pero en el caso de Chuyuca no se requirió ese apoyo.

Los 221 ovoides que botó Chuyuca. Se demoró 27 horas en sacarlos todos de su organismo. Arriesga hasta 5 años de cárcel efectiva. Foto: Avanzada Antinarcóticos Chacalluta (Avanchaca) de la PDI.

Según la tesis que manejan los investigadores, el burrero peruano probablemente se sentó en una mesa con estos 221 ovoides al frente, pensando en que iba a viajar desde Tacna a Santiago. Y, a lo largo de todo un día, ingirió cada uno de estos huevos.

La razón por las que tragó tantos es sencilla de inferir, según Rebolledo.

— Si antes traían 80 ovoides con cocaína, ganaban mucho más dinero que trayendo ketamina. Entonces, lo que creo es que tragó tantos para que el negocio le valiera la pena.

Traduciendo un juicio al quechua

Hay otro factor que explica el aumento de la cantidad de ovoides que se están encontrando en las fronteras: el origen social de los imputados.

— Nosotros no hemos detectado hasta el momento bandas organizadas en ketamina— comenta la fiscal Rebolledo—. Son narcotraficantes que reclutan a personas vulnerables económicamente. No tienen un trabajo estable y tienen escasa escolaridad. Entonces, les ofrecen 150 o 200 dólares, una mitad cuando empiezan el trabajo y otra cuando terminan.

La defensora penal pública de Chuyuca, María Victoria Campos, dice que su defendido es parte de esa realidad.

—Don Elvis es un ciudadano extranjero de origen aimara, con una vulnerabilidad económica importante —describe Campos—. Viene de la ciudad de Juliaca, en Perú. Tenía actividades laborales precarias, como albañil. Allá recibía un sueldo de 1.500 soles peruanos (350 mil pesos chilenos aproximadamente). Todo eso, mientras su pareja tenía problemas de salud.

Campos explica que no puede revelar detalles de cómo Chuyuca llegó a Chile. Lo que sí dice es que en la defensoría ya han visto este tipo de causas.

— Hay situaciones de origen étnico y social que lo pusieron en una situación vulnerable— comenta la defensora—. Y no sólo en este caso en particular pasó, sino que los dueños de las sustancias criminalizan a estas personas. Son mano de obra fácil. No les dicen la información necesaria para entender qué riesgos conlleva esto. No tan solo a su salud, sino que a qué penas se enfrentan, o cuánto dura el proceso judicial.

Cristián Martin, jefe de la Unidad de Estudios de la Defensoría Penal Pública, ha visto cómo ha mutado el perfil del burrero. Si antes todos eran hombres, ahora hay muchas mujeres. Y sobre todo, gente de origen indígena. Esto hace que tengan desventajas.

— Lo que vemos es que hay mujeres a quienes les ofrecen pasar droga a cambio de un poco de dinero. Lo hacen porque tienen hijos que mantener —señala Martin—. Y cuando son detenidas acá, se dan cuenta de que tienen que cumplir prisión preventiva, por lo que pierden en ese tiempo todo el contacto con sus hijos.

Lo otro que relata el defensor público es que existen casos en que los burreros toman esta decisión bajo presión.

— Hay veces en que podríamos decir que la participación no fue voluntaria, porque hay amenazas para transportar la droga. Entonces, el sistema los cataloga como imputados. Pero nosotros vemos que son víctimas de otras personas que las involucran en esto.

Lo que dice Martin es que, con esto en vista, la Defensoría de Arica y Parinacota tiene intérpretes y facilitadores interculturales para ayudar a los imputados que son aimaras, quechuas y que no hablan castellano. Eso no pasa en el Poder Judicial y el Ministerio Público, donde, cree, ha faltado una mirada intercultural para perseguir estos delitos.

La otra consecuencia de esto se puede observar en las cárceles del norte, dice Martin.

— Desde el año pasado, con la modificación de la ley de penas alternativas, ya no se les expulsa del territorio nacional. Esto está generando un gran hacinamiento en las cárceles, no solo por condenados, sino que por todos estos sujetos que están en prisión preventiva.

La fiscal Rebolledo dice que entiende esto, pero que es difícil aplicar este criterio como regla. Afirma que el delito es muy grave para hacerlo.

— Si bien hay que tener perspectiva de género, hay que observar caso a caso. Porque, a pesar de que a veces son mujeres, o son de origen indígena, no por eso vamos a aplicar automáticamente una perspectiva de género — contrasta—. Piensa que como mínimo transportan un kilo de droga, una droga muy peligrosa que puede llegar a mucha gente.

Una última radiografía del 30 de julio confirmó que Chuyuca ya no tenía droga en su interior. Después de eso, quedó detenido e imputado por tráfico de drogas. Cuando le explicaron sus cargos, su estado de ánimo decayó. El subprefecto Quiroz dice que el albañil se desanimó aún más cuando supo que arriesgaba de tres a cinco años de presidio efectivo.

Según los registros de la PDI, era la primera vez que Chuyuca entraba a Chile. La fiscal Paulina Brito señala que él puede reducir su pena si colabora.

— Estamos viendo con su defensor si es que coopera o no —dice Brito—. Si lo hace, vamos a ver la posibilidad de que bajemos su pena. Porque al ser extranjero, sin antecedentes en su país, se entiende que tiene una irreprochable conducta anterior.

A la fiscal Rebolledo le impactó la cantidad de ovoides que traía Chuyuca dentro. Pero tiende a pensar que los burreros se harán cada vez más avezados.

— La cantidad me impactó, pero hay que pensar que esto es un negocio. Entonces, perfectamente podemos ir viendo que la media de ovoides aumente. Si ya estamos en 221, no sería raro que uno lo intente con 250. Pero lo que no piensan es que basta con que uno se reviente para que se maten.