Sentí permanentemente el apoyo del Presidente”, confiesa el exministro del Interior Víctor Pérez, quien enfrentó una acusación constitucional -que finalmente el martes 17 el Senado desechó, con votos de la oposición- pero que lo obligó a renunciar a su cargo a solo tres meses de haberlo asumido.
¿Se arrepiente de haber dejado el Senado para encabezar - de manera tan breve- el Ministerio del Interior?
No, para nada. Me quedaba un año y medio de senador. El Senado es una actividad entretenida, me gustaba mucho, además representaba a Ñuble que es una región especial porque la ayudé a formar, pero ante la posibilidad de ser ministro del Interior creo que era una oportunidad a la que no me podía negar. Y a pesar de que estuve solo 98 días en el ministerio, fue una experiencia muy estimulante y que me llenó de gusto. No estamos en una situación fácil y, si uno tiene la experiencia y cree tener las capacidades, no se puede negar a contribuir.
La amenaza de una acusación constitucional -en este escenario polarizado- pesa sobre todo ministro, en especial el de Interior…
Tenía absolutamente claro que el cargo podía terminar con una acusación constitucional. Hay fuerzas políticas que lo que buscan es obstaculizar, generar conflicto, agravar las diferencias y era una posibilidad real. Sabía que respaldar a Carabineros, una de las cosas que hice permanentemente durante estos tres meses, iba a tener un costo político, pero creía que era de justicia. Quienes hoy critican tanto a Carabineros gobernaron 24 años y lo único que hicieron fue aumentar el número de funcionarios de 20.000 a casi 60.000. No hicieron nada en materia de modernización, de formación, de especialización y de reformas estructurales. Una institución que se ve sometida a la violencia inusitada que tiene el país y que no estaba preparada para enfrentarla, no hay duda que comete errores y situaciones que ojalá nunca hubieran sucedido, pero quienes hoy los apuntan no hicieron nada. Carabineros trabaja con un gran sentido del deber, pero con las limitaciones propias de quienes no están preparados para enfrentar hechos como los que ha debido enfrentar en este momento. A mí me parecía muy injusto responsabilizar a Carabineros y apuntarlos con el dedo cuando nunca se preocuparon de mejorar sus condiciones y hacer el esfuerzo que tenemos que hacer ahora. Hay que colocarlos a la altura de los estándares que requiere una policía formada en el siglo XXI para enfrentar los desafíos que hoy tenemos que nadie soñaba que íbamos a tener hace cuatro o cinco años.
Pero la falta de formación de un carabinero nunca debería ser justificación para una situación de abuso o de violencia excesiva.
No. Para nada, pero en situaciones límite esa falta de preparación influye en el resultado. Creo que ningún carabinero se levanta hoy para hacerle daño a alguien, pero su falta de expertise y su falta de especialización lo hace cometer errores y quedan desprovistos de toda ayuda estatal. A Carabineros -digamos- se le envía a la calle a enfrentar el orden público sin estar preparados y hoy tienen que enfrentar a lo menos tres organismos del Estado que los persiguen con mucha dureza. El Estado tiene una responsabilidad en este tema que trata de obviarla, que trata de apuntar con el dedo al otro, pero es el Estado el que tiene a un joven de 22 años (cabo Zamora) que lo único que quiere es ser carabinero, que lo mandaron a la calle a enfrentar el orden público sin mucha preparación y hoy tiene al Consejo de Defensa del Estado, al Ministerio Público, al Instituto de Derechos Humanos, a la Defensoría de la Niñez en contra. Es una cosa muy impactante de desigualdad en el trato. No lo preparan y, además, lo persiguen con mucha dureza.
Existe la tesis de que la falta de una condena enérgica por parte del gobierno a estos abusos también ha permitido que se sigan produciendo...
Esa es una afirmación que, a mi juicio, no tiene ninguna base de sustento. ¿Qué hizo el gobierno anterior respecto a la Operación Huracán donde se falseaban pruebas para condenar a personas? Nada, ni una sanción, ni un sumario, menos echar a alguien. En este gobierno 48 generales tuvieron que abandonar la institución y cada vez que había un hecho repudiable se colocaba (a los responsables) a disposición de los tribunales. Muchos de los carabineros fueron puestos a disposición de los tribunales por propia información de Carabinero. Este es un gobierno que ha enfrentado los temas con mayor dedicación y puede demostrar con hechos que ha respaldado la acción de Carabineros dentro de la ley, y cuando es fuera de la ley, es muy estricto.
El jueves se le pidió la renuncia al general director de Carabineros, Mario Rozas. La remoción de Rozas era la exigencia de la oposición frente a la acusación constitucional que debió enfrentar. ¿Qué le pareció la situación?
Forma parte de lo que es la vida política nacional. Desde un principio dije que no iba a salvarme de una acusación constitucional a cambio de un general de Carabineros. Jamás iba a realizar una acción de esta naturaleza, porque además no tendría ningún sentido. No niego los hechos, ni que haya situaciones complicadas, pero el Estado es el que tiene que preparar a la policía, formar a la policía, especializarla. Es muy fácil mandar a alguien a la calle sin preparación, sin especialización y condenarlo porque se equivocó o porque abusó. Al que abusó se le entrega a los tribunales de justicia. Dije que dudaba que el cabo Zamora (caso Pío Nono) pueda ser condenado por el delito de homicidio porque creo que es una situación que ojalá nunca hubiera pasado ni vuelva a pasar, pero fue un accidente y va a ser muy difícil para los tribunales condenar el homicidio. Pero tirarle al cabo Zamora todo el aparato del Estado en su contra, sin que el Estado pueda ayudarlo ni siquiera a defenderse. Ni Carabineros, ni nadie puede defenderlo, él se tiene que conseguir su propio abogado, a mí me parece que es una ecuación que debemos superar como sociedad.
¿Y cómo se hace cargo usted de las acusaciones de impunidad que hay sobre el actuar de Carabineros?
Esa afirmación no tiene mucho asidero en la realidad. La cantidad de carabineros dados de baja, sometidos a los tribunales de justicia, a la fiscalía, detenidos que hay hoy... Oficiales como el comandante Crespo (por el caso de Gustavo Gatica), por ejemplo, y otros… no sé dónde está la impunidad, por el contrario; uno ve que se hizo tiras el país y hay muy pocas personas detenidas. Carabineros está muy lejos de la impunidad, han sido sancionados duramente y el gobierno ha tomado resoluciones, 48 generales han salido de la institución, con Rozas, 49, lo que demuestra que ha habido una decisión para tratar de colocar la acción de Carabineros dentro de lo que son las normas legales y eso es lo que hay que proteger.
¿Y qué pasa a nivel político? Uno puede señalar que cuando hay abuso se resuelve en instancia judicial, pero el gobierno suele respaldar a Carabineros y no empatizar al mismo nivel con las eventuales víctimas. No se ha visto, por ejemplo, que el Presidente haya hecho un llamado de atención público a Carabineros frente a hechos cuestionables…
Indudablemente a las víctimas uno tiene que mirarlas de todas maneras, y por eso hay todo un programa del gobierno para aquellos que sufrieron daños o perjuicios y eso ojalá no vuelva a suceder. A mí lo que me llama la atención es -por ejemplo- que fui a La Araucanía a estar con la familia, con la mamá y la señora del cabo Nain, de 26 años, asesinado, y para todo el mundo la preocupación era que el vehículo de Carabineros no era blindado, que él no iba con un chaleco antibalas adecuado y nadie hablaba de los asesinos, como si no existieran, y -como ya se sabe- le dispararon con un arma de guerra. Y si uno ve las declaraciones de los políticos de oposición, era lamentar la muerte, pero muy pocos condenar la violencia. Nuestra obligación es preparar mejor a los carabineros, darles mayor estándar para que protejan a las personas de mejor manera, pero una de las dificultades que tenemos es la débil condena a la violencia y el mejor ejemplo es este del cabo Nain. En el caso del baleo a una niña de 9 años, Monserrat, en Collipulli, la Defensoría de la Niñez encontró que no era necesario ir a hablar con ella ni hacer ninguna acción, sino que criticar al gobierno porque se baleó a esa niña, que el gobierno no la protegió. Y días después se mata a un trabajador, también con armas de guerra, y ni una condena a la violencia. Si no trabajamos fuerte para condenar la violencia, el país puede entrar en un espiral muy complejo.
Usted pone el ejemplo: como ministro fue a acompañar a la familia del cabo Nain cuando fue asesinado en La Araucanía, pero no se ha tenido la misma vara con las víctimas de abusos policiales, como la misma madre del joven de Pío Nono.
El gobierno como tal, a través de una serie de instituciones que existen tanto en la Subsecretaría de Prevención del Delito, como la Subsecretaría del Interior y otros, estuvo, acompañó, se acercó y prestó toda la colaboración. Muchas veces estas situaciones generan una dificultad política adicional: puede ser contraproducente que autoridades del gobierno se acerquen, pero el gobierno como tal está presente y está dando programas de ayuda a las víctimas. Se pueden generar momentos sensibles y hay que respetar el dolor de las familias. Por ejemplo, personas de la Subsecretaría de Prevención del Delito fueron a ver al joven que se cayó en el puente de Pío Nono y la familia no estuvo dispuesta a recibirlas… En la casa, después, la abuela y una tía recibieron a gente del gobierno. La violencia te va generando una reacción importante, por lo tanto, lo que tendría que hacer el gobierno es evitar los hechos de violencia. Condenemos la violencia, busquemos la manera de que estos hechos no se vuelvan a repetir.
Usted se da cuenta de que esas situaciones se entienden como un trato discriminatorio...
No, a mí me parece que cuando un carabinero es herido o asesinado, es un funcionario del Estado. Un funcionario que está al servicio de la comunidad y ahí el Estado tiene que tener una política, no creo que eso profundice o eso sea una cosa desigual. Nosotros no queremos que haya víctimas, trabajamos duramente para que no haya víctimas. Cuando estuve en el ministerio, por ejemplo, no se usaron más las escopetas, no se usaron más gases lacrimógenos, salvo en situaciones muy específicas. Se establecieron mecanismos para enfrentar la violencia y la gente el 18 de octubre pudo reunirse pacíficamente en la Plaza Italia, sin ningún problema. Pero hubo grupos violentos que quemaron la iglesia, y ahí llamó mucho la atención que la quema de iglesias fue que quemaron una iglesia patrimonial. ¡Da lo mismo que sea patrimonial!, atentaron contra la libertad de culto y eso es una libertad fundamental, y por lo tanto el que quema una iglesia atenta contra la libertad de culto de otros.
¿Usted atribuye todos los casos de abusos por parte de carabineros a la falta de formación?
El tema del orden público es muy complejo. O sea, poner a una persona con representación del Estado en la calle para que mantenga el orden público y tenga que tratar con manifestantes o violentistas, requiere una especialización. Si tú mandas a alguien sin especialización, esa persona no hay duda está sujeta a cometer errores que al día de mañana se definen como abusos policiales. Por lo tanto, el Estado tiene que tener una fuerza policial que tenga los estándares, la preparación para manejar esas situaciones difíciles y complejas de mejor manera. No hay duda.
¿A usted no le parece que se han producido situaciones de violación a los derechos humanos?
No hay duda que frente a hechos específicos uno pueda estar de acuerdo con esa afirmación. Yo no lo niego.
¿Le habría pedido la renuncia al general Rozas a propósito del incidente del Sename?
Es difícil, digamos, que el que esté afuera… Desconozco detalles del episodio, que hay que decir es brutal. Dos niños baleados, pero desconozco la situación. Uno tiene que tener los antecedentes para tomar la decisión. Yo estoy fuera del Ministerio del Interior y no me corresponde decir lo que habría hecho yo ahí.
Se señalaba que el general Rozas ya había copado su cuenta corriente.
¿La salida del general Rozas garantiza que no va a haber nunca más un episodio así?… No sé si alguien lo pueda garantizar.
Pero bajo esa premisa nunca lo hubieran removido de su cargo.
Los episodios violentos de estos procedimientos policiales errados a mi juicio está más en la preparación que por el hecho de que alguien sea responsable.
El martes dijo que no quería ser candidato a nada y ahora lo veremos disputando la presidencia de la UDI…
Esas son las contradicciones del destino. En diciembre del 2017 vivía en Los Ángeles y le decía a mi señora: no voy a ir nunca más a una elección porque ya llevaba 6 elecciones en el cuerpo. No tenía ni WhatsApp. Si me hubieran preguntado en el 2018 ¿usted sería ministro? Yo hubiera dicho “jamás”. Y terminé de ministro. Y ahora se produce toda una circunstancia y voy a liderar una lista de las elecciones de la UDI y espero que nos vaya bien.
¿Qué lo convenció?
Con Pablo Longueira llevo una amistad de años y yo creo que en esto entra extraordinariamente bien el desafío que tenemos que asumir para el Chile del futuro y por lo tanto preparar a la UDI para ese Chile del futuro me parece que es una tarea apasionante que no me puedo restar.
Usted que viene saliendo del corazón mismo del gobierno, ¿cuán difícil es la relación del oficialismo con el gobierno y qué puede esperar el Presidente si usted resulta electo timonel UDI?
Es muy difícil porque todos los partidos creen que se está terminando una época y se está iniciando otra… que el gobierno sepa que somos parte de una coalición y que yo voy a trabajar arduamente para que se mantenga unida y con mucha colaboración con el gobierno. No es una tarea sencilla, no es una tarea fácil, pero creo que tenemos que hacerlo para lograr nuestras ideas, nuestras propuestas, nuestro sentido de lo que queremos verdaderamente para Chile esté plasmado en la Constitución.