La figura del vicepresidente, muy utilizada en América Latina pero no en el resto del mundo, es una que, dependiendo del contexto local, puede resultar compleja. En la historia argentina, de hecho, no han sido pocos los vices que terminan siendo una piedra en el zapato para quien, en un principio, era considerado como el número dos en la fórmula que los llevó a la Casa Rosada. Y Victoria Villarruel, la actual vicepresidenta de Javier Milei, podría encontrarse en una senda similar.

Incluso antes de que el actual mandatario transandino asumiera, la prensa local ya hablaba de roces o tensiones entre los miembros fundadores de La Libertad Avanza por una razón puntual: Seguridad y Defensa, ambos temas fuertes en los que Villarruel trabajó durante años y que quería supervisar de forma personal, como el propio Milei dijo que organizaría durante campaña, fueron entregados a sus nuevos aliados y exrivales en las presidenciales, Patricia Bullrich y Luis Petri, la fórmula de Juntos por el Cambio (JxC).

Según medios argentinos, esto, sumado a reuniones que la vice habría sostenido a solas con el expresidente Mauricio Macri, a discrepancias con las decisiones de Milei –sin caer en confrontaciones directas– y la oficina nunca concretada que la propia Villarruel dijo que tendría en la Casa Rosada, alimentan la sensación de una supuesta inquietud.

Sin embargo, la alarma mediática saltó con la acusación del exprecandidato presidencial de Unión por la Patria Juan Grabois, quien aseguró que, de haber un intento por desestabilizar al gobierno, este provendría desde el interior de este, puntualmente de Villarruel. Luego de la reunión entre la vicepresidenta y el expresidente Macri, Grabois advirtió que ambos estarían “conspirando abiertamente” con miras a una posible crisis social a fines de febrero.

“Los que quieren voltear a Milei son Villarruel con Macri. Ellos están conspirando abiertamente, sabiendo que habrá una crisis fenomenal hacia fines de febrero, cuando haya una nueva devaluación”, dijo a la señal televisiva C5N, hablando incluso de un “golpe institucional”.

Una semana atrás, Grabois reiteró sus dichos en entrevista con La Tercera. Si la situación institucional se desestabiliza, señaló el abogado, “hay un personaje particularmente insidioso en la política argentina, que es la vicepresidenta Victoria Villarruel, que ya ha demostrado sus apetencias de aserrucharle el piso a Milei. Si hay planteos de desestabilización, vienen de la propia interna del gobierno”, dijo a este periódico.

Quien salió a responder fue el legislador porteño de La Libertad Avanza, Ramiro Marra, quien desmintió la grave acusación del dirigente social. “Victoria es la vicepresidenta, fundadora de La Libertad Avanza, está acompañando todo este proceso que es importante para la Argentina”, aseveró a radio Mitre.

Lo concreto es que la tensión entre los dos cargos más importantes de Argentina no es nueva, y tampoco se trata de algo menor. Además de que el vicepresidente es el cargo que reemplaza al presidente en caso de ausencia temporal –como ya pasó con la actual administración– o definitiva, como lo son la incapacidad, muerte o renuncia, también es el presidente del Senado.

Hay un personaje particularmente insidioso en la política argentina, que es la vicepresidenta Victoria Villarruel, que ya ha demostrado sus apetencias de aserrucharle el piso a Milei.

Juan Grabois, exprecandidato presidencial de Unión por la Patria

Mirando unos años hacia el pasado, destacan las complejas relaciones entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem, Julio Cobos y Cristina Fernández de Kirchner o, más reciente, la propia CFK y Alberto Fernández.

En diálogo con La Tercera, Julio Burdman, analista político argentino, y Orlando D’Adamo, especialista en comunicación política, desmenuzaron tanto la actual situación entre la vice y el presidente, como en las del pasado reciente en Argentina. Ambos coinciden en una cosa. Pareciera que no siempre, pero en varias ocasiones, el segundo en la línea de sucesión termina siendo un personaje incómodo para el mandatario de turno.

“Las relaciones con vicepresidentes a veces han sido conflictivas y otras no. Mirándolo con una perspectiva histórica, las situaciones de conflicto y de armonía están repartidas casi en un 50%, por lo que establecer una tendencia parece difícil. Es más factible hablar de contextos, como Fernando de la Rúa y Carlos Álvarez o CFK y Julio Cobos, o de características de personalidad que generaron colisiones de estilos”, resumió D’Adamo. “Chacho” Álvarez renunció a la vicepresidencia luego que De la Rúa, líder de la Unión Cívica Radical, renovara su gabinete sin considerar las sugerencias de su número dos, pero la distancia entre ambos se arrastraba incluso desde la campaña, recordó Infobae.

Victoria Villarruel asiste a un debate presidencial antes de las elecciones del 22 de octubre de 2023, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, el 8 de octubre de 2023. Foto: Reuters

Burdman, en tanto, ahondó en lo que ocurrió en 2008, cuando, siendo vicepresidente, Cobos le dobló la mano a la entonces presidenta Cristina Kirchner en el quiebre del gobierno con el campo, con la famosa resolución 125. Allí, el vicepresidente obvió su posición en el oficialismo y despachó una frase histórica: “Pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo. Mi voto es en contra”. Con ello, Cobos definía el desempate en el Senado y desarmaba el intento kirchnerista de imponer retenciones móviles a la exportación de soya.

“La de Cobos y Cristina Kirchner fue una situación muy incómoda, porque él rompió con el propio gobierno y se pasó a la oposición siendo vicepresidente”, recordó el analista. Antes estuvieron Duhalde y Menem, quienes “en los 90 estuvieron peleados, y el propio expresidente fue un impulsor de que Duhalde renunciase a la vicepresidencia y fuera candidato en la provincia de Buenos Aires, donde, como gobernador, fue un problema para Menem, porque era como una suerte de adversario interno”. Más reciente fue el caso de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, donde “la vicepresidenta tenía más poder que el presidente, por lo menos en términos político-electorales”.

Aunque Burdman también lo llevó al plano regional, puesto que, en su opinión, “el vicepresidente siempre es algo complicado. En Perú, hay muchos casos de vicepresidentes complicados. En Brasil, la destitución de Dilma Rousseff fue también parte de una maniobra en la que participó su vicepresidente, Michel Temer. Muchas veces el vicepresidente es visto por los presidentes como un factor de desestabilización, y en muchos casos, hasta de conspiración. Por lo tanto, me parece que es algo característico de los sistemas presidenciales como los que tenemos en América Latina, considerando que somos prácticamente el único continente del mundo donde tenemos a un presidente y un vice electo en una fórmula”.

Cristina Kirchner y Julio Cobos en una imagen de junio de 2008, justo antes de su "ruptura". Foto: Reuters

De vuelta con Villarruel, es difícil hacer un pronóstico, cree Orlando D’Adamo. Esto se da por la característica común de Milei y Villarruel de que ambos son outsiders, lo que “dificulta detectar estilos de liderazgo previos que permitan sacar conclusiones”, planteó.

Sin embargo, admite que los rumores de posibles tensiones son un mal indicador, especialmente tan temprano en el gobierno libertario. “Parecen ser personalidades diferentes. Una más extrovertida en sus manifestaciones, como es el caso de Milei, y otra, al menos en las formas, mucho menos. Desde ya hay rumores de desavenencias. El tema, y sobre el que no se puede pronosticar, es cómo se dirimirán. El mero hecho de que haya trascendido no es bueno, no solo para este gobierno, sino para cualquiera. Más aún en sus primeros días”.

La génesis del pleito

Cuando Javier Milei aún era un diputado nacional y su aspiración presidencial se concretó, los rumores sobre quién sería su fórmula para la vicepresidencia iniciaron. La Libertad Avanza, el espacio libertario que había formado, no contaba con grandes nombres en la política argentina. De hecho, la lista era relativamente corta, pero había alguien que ya se había empezado a forjar un nombre propio. Era Victoria Villarruel, la única diputada nacional que defendía los colores morados del libertarismo, y sería también la designada por Milei para ser su número dos en su carrera por la Casa Rosada.

Según Burdman, su presencia “contribuyó a orientar a La Libertad Avanza y a la fórmula de Javier Milei hacia una opción de derecha más en línea con la de otros países. La de Bolsonaro, Kast, Trump, etcétera. Tal vez sin ella, la identidad política de Milei hubiera sido menos nítida”.

Eduardo Duhalde junto a Carlos Menem.

Abogada de profesión, había dedicado gran parte de su carrera a lo que ella considera una reivindicación de la “historia completa” en lo que a la última dictadura militar argentina se refiere. Villarruel es lo que se conoce como miembro de la “familia militar”. Su padre participó en la Guerra de las Malvinas y es sobrina de un militar procesado en 2015 por el presunto delito de privación ilegal de la libertad en la causa por los crímenes del centro clandestino de detención conocido como El Vesubio, investigación que se suspendió porque el acusado no estaba en condiciones de salud para afrontar el proceso.

“Los derechos humanos tienen que ser para todos. Se tiene que contar toda la historia de los 70 por más incómoda que sea”, dijo a La Nación. Según ella, ahí también cuentan las víctimas de los ataques de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), organizaciones guerrilleras peronistas surgidas en los 70. También tiene fama por disentir de la cifra de los 30.000 desaparecidos en la última dictadura.

El presidente argentino Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner asisten a las celebraciones del centenario de la compañía energética estatal argentina YPF, en el Parque Tecnópolis, en Buenos Aires, el 3 de junio de 2022. Foto: Reuters

Todo eso la perfilaba como la persona que, en un eventual gobierno libertario, iba a liderar el sector de Defensa y Seguridad. Pero el resultado de la primera vuelta, con Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Luis Petri quedando en tercer lugar, obligó a Milei, pero sobre todo a la propia Bullrich y a Mauricio Macri, a mover las fichas del tablero.

Para Burdman, acusaciones como las de Grabois no son más que “teorías conspirativas”, pero sí hay un punto. “La percepción de que hay un conflicto entre Milei y Villarruel tiene que ver con la alianza entre Milei y JxC”. Argentina tiene el presupuesto militar más bajo de la región, con cerca de un 1% del PIB destinado a ese ítem, muy por debajo de países como Colombia, Venezuela, Chile o Brasil, y “Villarruel había prometido llevarlo a 2%, que son los estándares internacionales”, afirma.

Pero la entrega de Seguridad a Bullrich y Defensa a Petri cambió el panorama. “Esa alianza le quitó a Villarruel los espacios que tenía prometidos por Milei durante la campaña, y eso sería también parte del origen de estas suspicacias sobre una tensión entre ambos”, agregó Burdman.

Carlos "Chacho" Álvarez junto a Fernando de la Rúa.

Da la impresión, cree el analista argentino, que Villarruel muestra “un perfil independiente, con identidad propia, no tan alineada con Javier Milei, y eso genera una percepción de incomodidad, por lo menos desde afuera. No me consta que sea algo real, pero en el historial de los vicepresidentes como figuras incómodas para los presidentes, la identidad propia que tiene Villarruel remueve el recuerdo, o por lo menos la imagen, de situaciones pasadas”.

En un reportaje sobre la vicepresidenta, el Financial Times habló con un diplomático en Buenos Aires que aseguró que esperaba que Villarruel montara su propio proyecto político y, potencialmente, una carrera presidencial. “Creo que hay que seguirla de cerca”, dijo la fuente. Y agregó, en aparente referencia a hacerse cargo del gobierno, que “está preparada... para cualquier cosa”.

Pero D’Adamo toma distancia de esa postura. “Es difícil hacer una evaluación de una política cuya carrera, por lo breve, impide hacer inferencias. Sin embargo, hablar de ‘tomar las riendas’ en un gobierno con 45 días de vigencia y con el presidente aún en un peak de imagen positiva suena muy excesivo. Lo curioso y llamativo es que se haya instalado esa percepción”.