Patricio Guerra (37), técnico en telecomunicaciones, dice que no alcanzó a sacar nada de su casa en Villa Botania, en Quilpué, cuando decidió que era momento de evacuar. Ni siquiera sus tres perros yorkshire. Era el viernes 2 de febrero. Un megaincendio había comenzado horas atrás, kilómetros al sur de su hogar. Pero ahora, ese fuego que parecía muy lejano, se veía desde la esquina de su casa.
La imagen de la imponente columna de humo, que oscureció el día, removió a Guerra. Por eso le pidió a su suegra, de 64 años, que subiera junto a su hija de tres a su furgón Peugeot Partner. Eran las 18.09 de la tarde. Iban justo a la hora para ir a buscar a su esposa, que salía del trabajo en el Hospital Gustavo Fricke, de Viña del Mar.
Pero Guerra no paraba de pensar en algo: que cuando volviera, su casa y sus perros no estarían ahí.
Él, junto a un grupo de vecinos de esa villa, comenzaron el 2022 a prepararse para una contingencia de ese tipo a través del programa Comunidades Preparadas, de Conaf y Cáritas Chile. En ese grupo también estaba Rodrigo Vargas (50), quien vivía en el mismo pasaje que Guerra. La idea era entender cómo se propagan los incendios forestales y qué podían hacer como barrio frente a esa emergencia si es que se repetía.
Pero cuando volvía de Viña del Mar rumbo a su casa, atascado en un taco que duró tres horas, Guerra miró el cerro y vio que donde debía estar su hogar había humo.
-Debo admitir que en ese momento pensé: toda esta preparación por nada- dice hoy Guerra, quien llegó a esa villa el año 2020 buscando un lugar tranquilo, lejos de la ciudad. Pero ahora, el técnico escuchaba cómo estallaban los balones de gas, mientras el incendio devoraba la Población Argentina, en Quilpué. La imagen se mezclaba con las pavesas que caían desde el cielo. “Era como ver llover fuego”, dice Cecilia Cisternas, una vecina que llegó a Botania en 2008.
Desde ese minuto en adelante, los vecinos de Botania no supieron más de sus casas. Para muchos, ya era evidente que la villa se había quemado por completo. Sintieron desesperación, pena y rabia.
Pero esa noche, cuando los primeros vecinos llegaron al lugar luego de la labor de bomberos, vieron que todas las casas estaban intactas. El cortafuegos, sumado al control de bomberos, hizo que las llamas llegaran a las puertas del condominio vecino. Luego, el fuego se trasladó al sector de Canal Chacao, donde destruiría 100 viviendas, y a la población Argentina, que se quemó completa.
Esa madrugada fue agridulce: si bien estaban rodeados de destrucción, sus casas estaban bien y nadie de su villa estaba desaparecido ni había perdido la vida.
La mañana siguiente, mientras coordinaban ayudar a sus vecinos, en Botania vieron cómo un dron sobrevolaba la villa. El aparato sacó videos y fotografías que mostraban el sector, ya a salvo del fuego, en medio de un paisaje aún humeante.
Patricio Guerra dice que lo que vino después los impactó: vieron en televisión todas sus casas en detalle. En las imágenes se veían piscinas, juegos y automóviles.
Pero lo que más los chocó fue cuando revisaron redes sociales. En Instagram, X y Facebook estaba la noticia de que su villa era la única que se había salvado. Se hablaba de un “milagro”.
Guerra dice que eso fue el comienzo de una semana dramática.
-Mirábamos los comentarios. El 90% eran felicitaciones. Pero el 10% estaba en contra. Decían: a los cuicos no se les queman las casas, porque tienen casas de 400 palos. ¿De dónde sacaron esa idea?
Guerra dice otra cosa más.
-Lo que más nos asustó es que algunos decían que nos las iban a venir a saquear y a quemar. Nos imaginábamos que iba a venir un grupo de 20 personas a quemarnos la casa.
El día después
El miedo invadió a los vecinos de Botania.
La idea de ser atacados por otras personas los llevó a seguir organizándose. Ese mismo sábado, en el grupo en WhatsApp de Botania surgió la idea de implementar rondas en las noches para hacer guardia. La meta era evitar ser saqueados y quemados. Nadie se opuso a la idea.
-Como había poca comunicación aún, nos llegaron rumores de que los vecinos de otras villas, como la Argentina, la Canal Chacao y el condominio Cumbres, se estaban organizando para evitar que quemaran lo que no se había quemado y que se tomaran los terrenos- dice Rodrigo Vargas.
Hasta antes de ese momento, añade Guerra, nunca habían tenido problemas con vecinos de otras villas colindantes. Pero las amenazas en redes sociales sembraron desconfianza.
Pronto, ya se habían coordinado a través de un grupo de WhatsApp con esos barrios de Quilpué, llamado Comunidades Unidas. La idea era esta: todas las noches, un grupo de entre seis y 10 vecinos debía organizarse en cuadrillas. Cada dos horas debía salir uno de estos equipos a patrullar el perímetro de Botania, entre las 22.00 y las 6.00. Vecinos del condominio Cumbres, 200 metros al oeste de la villa, también ayudaban a esta vigilancia. Entre todos encendían focos de los automóviles para alumbrar los sectores quemados. Querían avistar si se acercaba alguien con intenciones de iniciar un foco de incendio desde alguna quebrada.
Esa primera noche, los vecinos decidieron llevar algunos objetos: radios para comunicarse y linternas. Unos pocos portaban bates de béisbol, por si tenían que defender sus casas. Pero nadie los atacó ni se acercó al perímetro de la villa.
Patricio Guerra formó parte de esas rondas. Esa semana, por resguardo, se quedó solo en su casa. Su familia aún no volvía, por el pánico que existía en la comunidad.
La presión, dice Guerra, era alta: varios de sus vecinos eran de la tercera edad.
-Me tocó hacer guardia con un vecino de 75 años, que estaba enfermo -recuerda Guerra-. Otro vecino, que era un poco más joven, me dijo que tenía cáncer. No le pregunté qué cáncer tenía, pero me contaba que se estaba haciendo quimioterapia. Él también hizo rondas conmigo.
Ese sábado, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, anunció toque de queda para Quilpué, Villa Alemana, Limache y Viña del Mar. Pero, a pesar de eso, la protección militar no llegaría hasta días después.
Pero fue otra comunicación del gobierno la que impactó a todos: que no descartaban la intencionalidad de los incendios. Esto fue clave para lo que pasó esos días en Botania, dice Catalina Jara, psicóloga experta en salud mental en emergencias y presidenta del directorio de la ONG Psicólogos por Chile.
-En esas situaciones de miedo y estrés estamos más susceptibles a cualquier cosa que podamos detectar como una amenaza, ya sea real y presente o futura e imaginaria. Eso facilita reacciones paranoides, como estar hiperalerta y pensando en que pueden ocurrir eventos muy negativos.
Jara continúa su argumento.
-Si a eso le sumas las noticias falsas y que en televisión se hablaba, además de la delincuencia desatada, que los incendios fueron intencionales, eso es tierra fértil para estas reacciones paranoides -asevera-. Si lo piensas, es distinto a un contexto como un terremoto, porque esto lo produjo el ser humano.
Cecilia Cisternas dice que, como vecinos, su salud mental decayó. Noches sin dormir, o descansando a saltos, marcaron esas jornadas de ronda. Pero nunca se encontró con nada raro ni inusual. Nadie los atacó, ni hubo nuevos focos.
Una serie de episodios aumentaron el miedo y lo extendieron varios días más.
La alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán (CS), relata que el domingo 4 de febrero, por la noche, hubo un amago de incendio en la población que colinda con Botania, llamada Las Llaretas. Los mismos vecinos se acercaron a controlar la situación y encontraron una botella con acelerante.
El momento más tenso vino la noche del lunes 5. Patricio Guerra dice que los vecinos de la población Argentina les apuntaban con láseres y linternas. Los de Botania no lo entendieron al principio, pero sus vecinos les querían señalar puntos donde había focos de incendio nuevos para ir a apagarlos.
Ese malentendido fue más allá: los vecinos de la población Argentina acudieron a apagar el foco. Los de Botania vieron el movimiento de personas y llegaron con vehículos a encararlos. Querían explicaciones de qué estaban haciendo allí.
La alcaldesa Melipillán estaba en la población Argentina cuando esto pasó.
-Ellos decían que los vecinos de Botania no habían apagado el fuego, y que no estaban atentos. Fue muy caótico. De hecho, tuvimos que llamar a Carabineros para que hiciera controles de identidad. Ahí fue que decidimos que se tenían que coordinar entre barrios para evitar malentendidos.
La noche del 6 de febrero, cuenta Guerra, se encendió un foco en un cerro hacia el sur. El fuego no duró más de un minuto y se extinguió solo. Luego, un vecino difundió un audio de bomberos: en él, un voluntario informa que ahí encontraron tres tambores con líquido acelerante.
Este mensaje generó más alarma entre los vecinos.
La mañana del miércoles, otro mensaje influyó más en esta idea: una vecina dijo que detuvieron a 12 personas en los alrededores por generar incendios.
Todo esto lo iba revisando Cecilia Cisternas en su celular. También le llegaban otras cosas. Seguía viendo cómo caían comentarios. Pero Cisternas se dio cuenta con el correr de los días de otra cosa.
-Decían que porque éramos cuicos nos salvamos. Que vinieron a apagar primero nuestras casas. Eso nos dolió mucho. Pero la verdad es que nunca lo recibimos de ningún vecino personalmente. Solo lo leímos a través de redes sociales.
Patricio Guerra, si bien participó de las rondas, nunca vio ninguna amenaza directa.
-La verdad es que nunca, ningún vecino de otra villa, nos dijo directamente que nos iban a quemar las casas. Siempre fue a través de una red social. Todo esto fue una psicosis colectiva.
Pánico en la villa
La emergencia en Botania se apaciguó, dicen vecinos, cuando llegó la vigilancia militar a la zona el 8 de febrero. Los residentes desoyeron el consejo de las autoridades y siguieron haciendo las rondas a pesar del toque de queda. La última fue el 13 de febrero.
En los 11 días de patrullaje no se registraron intentos de saqueos a casas, ni robos, ni ataques directos.
La edil de Quilpué también aporta una explicación a lo que pasó en Botania esa semana.
-Hubo días con múltiples fake news muy difíciles de manejar. Empezaron a rondar videos donde salía gente amenazando con salir a quemar las casas, que iban a seguir prendiendo fuego. Esos videos generaron una sensación de inseguridad y un pánico colectivo que no fue solo en Botania, sino que en los distintos sectores de la comuna.
Según Tomás Martínez, periodista y director del medio digital de chequeo de noticias Mala Espina Check, las noticias falsas crecen fácilmente en estos contextos de catástrofe.
-En esos momentos la gente está muy sensible y se generan vacíos de información. La gente está más abierta a creer en las informaciones que van saliendo. Entonces, si le dices a alguien que tal persona fue la culpable de que se quemara tu casa, o que se muriera un familiar, esa noticia va a generarles emociones negativas muy fuertes. Y esas pueden llevar a tomar malas decisiones.
Catalina Jara aporta una reflexión en esa línea. Dice que las fake news son como el fuego.
-Atraviesan cortafuegos, muros y cualquier terreno. Lo atraviesan todo.
Hoy, Botania se transformó en un punto desde donde distribuyen la ayuda a las otras villas. Pero sus vecinos aún cargan con cicatrices. Patricio Guerra admite una: vino a disfrutar de una vida tranquila en Botania, pero el incendio y el miedo colectivo posterior lo han hecho reflexionar sobre esto.
-Sabes, igual lo he conversado con mi esposa. Hemos pensado en un tiempo más irnos de Botania. Quedamos muy expuestos mediáticamente -dice-. Es que a pesar de que como vecino te preparas, haces las cosas bien, pero igual tienes que vivir con miedo.
Cecilia Cisternas afirma que le tiene pánico al solo hecho de pensar en fuego. Pero también hace una autocrítica.
-Yo creo que, quizás, fue un momento en que estuvimos un poco paranoicos.