El 5 de septiembre, al día siguiente del plebiscito, Ximena Rincón, ferviente partidaria del Rechazo, dijo que no. Que a pesar de que la DC había estado por el Apruebo y que ella era la principal díscola de su partido, no dejaría la casa que habitaba desde hace 40 años. “La DC es mi partido, mi familia política de los 14 años, y creo que tenemos que avanzar”, respondió entonces la senadora.
Han pasado menos de dos meses y el panorama es otro. El jueves pasado ya hizo público lo que era un secreto a viva voz: con el senador Matías Walker renunciaron finalmente a la falange para formar su propio partido, el Partido Demócrata, en un intento por liderar el apetecido centro político que, a ojos suyos, la DC dejó de representar.
-Un buen político siempre tiene dudas y, por tanto, revisa permanentemente sus respuestas. Eso lo dijo Angela Merkel. La verdad es que cuando me lo preguntaste, mi convicción era esa, con la duda enorme de lo que significaba. Porque un partido político que en el último tiempo no ha sido capaz de generar espacios de democracia, de debate, de análisis para tomar decisiones, y que post 4 de septiembre en sus reacciones sostiene cosas como “no es que hayamos perdido, sino que todavía no hemos ganado”, uno dice bueno, no hay lectura mínima de lo que está pasando en el país. Si no somos capaces de hacer eso, si no nos damos cuenta de que hay decisiones que están mal tomadas, que no conectan con lo que el país quiere, vamos a estar condenados a desaparecer. Y pasó el tiempo y ya estamos a dos meses y no hay ni un ejercicio mínimo de revisar qué pasó. No hay generación de espacios para hacerlo, no hay posibilidades de convocarnos para ese diálogo; de hecho, los expresidentes autoconvocaron una junta nacional y se ocupó la herramienta del Tribunal Supremo para decir que no era legítima. Con el dolor del corazón, del alma, uno dice “bueno, aquí no hay espacio”. Y si consideramos al partido político como un fin en sí mismo, no estamos entendiendo el rol de la política. La Democracia Cristiana fue exitosa durante décadas, transformó el país; hoy ha dejado de serlo.
Ya, pero esta desintegración de la DC venía hace tiempo. ¿Cuándo diría que se jodió la DC?
Me cuesta decirlo, porque al final son acumulaciones de hechos, y creo que la Democracia Cristiana se perdió cuando su afán por ocupar espacios de poder fue mayor que su afán de transformar la realidad. Cuando tú empiezas a pactar y a negociar y a ceder tus propias convicciones con tal de tener un espacio de poder, terminas transformándote en irrelevante.
¿Eso tiene que ver con la inclinación más hacia la izquierda que ha tenido la DC últimamente?
Tiene que ver con esta insistencia, por ejemplo, de entrar a un gobierno que no representa lo que somos, e insistir en entrar a pesar de que el gobierno y su coalición no nos quieren. Pero el afán de tener un puesto, una guita, como dirían los argentinos, es superior a las propias convicciones. Y ahí finalmente se terminó perdiendo.
¿Será que superó las propias convicciones o que las convicciones suyas ya no son las mismas que las de la DC?
¿Las mías? Yo creo que si uno hace el ejercicio partidario de ver cuáles son las convicciones, me atrevería a decir que lo que nosotros defendemos es lo que defiende la inmensa mayoría de la DC. De hecho, está el plebiscito de por medio. No creo que la DC sea tan distinta al país, por lo tanto, no creo que sean los principios, sino que es la conducción.
¿Cuál fue el momento en que con Matías Walker dijeron “esto no va más”?
El hito tiene que ver con el minuto en que el partido toma la decisión de ir por el Apruebo, sin un debate democrático. Cuando eso se hace imposible, dijimos “ok, defendamos lo que nosotros creemos, lo correcto, sea cual sea la consecuencia”. Y bueno, las consecuencias son por todos conocidas. No sólo ganó el Rechazo de manera clara y categórica, sino que además se nos pasó al Tribunal Supremo junto con el expresidente de la República Eduardo Frei Ruiz-Tagle y el convencional Fuad Chahin, y uno termina tomando esta decisión que, insisto, no es fácil.
¿Con quién más van a formar este partido?
Con todos aquellos hombres y mujeres a lo largo del país que estén dispuestos a defender los principios que lo van a inspirar. La idea es que sea un partido de centro, moderado, transformador, que tiene a la persona en el eje de su acción, que recoge todo lo bueno que se ha hecho en nuestro país por el centro y la centroizquierda, que recoge las mejores experiencias del mundo.
¿Va a haber más parlamentarios que se van a ir con ustedes?
En el corto plazo, sólo por ahora Matías y quien habla, y obviamente con los brazos abiertos para sumar a todas y a todos. Tenemos una red a lo largo del país, con la que ya estamos trabajando, de dirigentes de base, de liderazgos políticos, de mundo independiente, de exmilitantes de otros partidos que ya han hecho su desafiliación al PPD, del PS, radicales, la DC, gente que estuvo en algún minuto en Ciudadanos, y obviamente independientes.
¿La idea es tener un partido constituido antes de una eventual elección de convencionales?
Nos encantaría, y poder hacer alianzas con otros, para efectos de poder inscribir independientes.
¿No tiene problemas para hacer alianza con la derecha o ChileVamos?
Estamos más bien circunscribiéndonos al grupo de Amarillos e incluso partidos políticos con los que hemos trabajado en la antigüedad. Pero entendiendo que todo lo que el país demanda requiere que conversemos con todas y con todos. Y me explico, si hay una buena idea que venga de la izquierda o hay una buena idea que venga de la derecha, nosotros vamos a apoyarla. Si eso significa que nos traten de comunistas o de fascistas, bueno, qué vamos a hacer.
¿Por qué no se fueron a Amarillos? ¿Cuál es la diferencia entre ustedes y Amarillos?
Lo importante de esto es que estamos en coordinación con Amarillos, hemos conversado durante todo el proceso que tuvo el Rechazo, conversamos después del 4 de septiembre y no hubo posibilidad de construir algo nuevo. Amarillos tenía ya un trabajo hecho, una línea de acción definida. Nosotros queríamos que convergiéramos en algo que nos sumara a todas y a todos, fue imposible.
¿No se sintieron cómodos?
No, no, simplemente no hubo acuerdo. Yo no llevé esas conversaciones, pero posterior al lanzamiento de Amarillos como partido, hemos tenido reuniones para trabajar juntos, apoyarnos mutuamente. Y, de hecho, hemos sacado propuestas para con todos los de la centroizquierda por el Rechazo que las hemos entregado al equipo que está negociando el acuerdo para tener un nuevo proceso.
¿Ahora se sienten más libres de entrar más fuerte al acuerdo constituyente?
Yo no estaba en el acuerdo constituyente, recuerda que ahí el acuerdo fue del grupo de los ocho, donde estaban solo los presidentes de partidos o quienes ellos estimaban los representaba. A nosotros no nos dieron ese espacio y, obviamente, desde el espacio en donde estamos vamos a hacer nuestras presentaciones.
¿Pero quiere influir más?
Hemos golpeado la mesa cuando la hemos tenido que golpear. El tema de la exigencia del voto obligatorio en todo el proceso ha sido una exigencia nuestra, y todo aquello que creamos hay que señalar, lo vamos a señalar. Nosotros tenemos voto en el Parlamento y vamos a hacer todas las alianzas necesarias para que no se cometan los errores del pasado. Se cometieron errores que nos llevaron a un intento fallido de cerrar un tema que Chile tiene que cerrar. El tema constitucional no lo podemos seguir ad eternum y no puede ser una muletilla cada vez que es imposible llegar a acuerdos. El país demanda que ese sea un capítulo que cerremos, pero con perspectiva de futuro.
Ya, y en ese sentido, usted apostó bastante también por Chile Vamos antes del acuerdo, al proponer la rebaja de los quórum constitucionales.
Y cumplieron.
¿Y cómo está viendo hoy su comportamiento en aras de lograr un acuerdo más o menos rápido?
Mira, lo que yo he visto, y lo he conversado tanto con el presidente de la UDI como con el presidente de Renovación Nacional, es que ellos están haciendo los esfuerzos para llegar a un acuerdo. Hay una palabra empeñada y yo espero que esa palabra se respete. Ahora, hay que convenir una cosa: para lograr un acuerdo todos tienen que estar en disposición de ese acuerdo y no puede ningún sector imponer su criterio. Eso obliga a los del 62% y a los del 38%.
¿Cuál sería su propuesta si tuviera que empujar esa conversación?
Respecto de los 12 bordes, hemos señalado que tienen que considerarse todos los tipos de familia y vamos a insistir en aquello. No podemos retroceder en eso en Chile, y es un punto que no vamos a negociar. También hemos puesto encima de la mesa el que sea un órgano redactor pequeño. Creo que Chile ya tiene encima de la mesa todas las miradas: la Constitución actual, la propuesta de la Presidenta Bachelet y, obviamente, la Convención, donde tenemos la mirada más bien de izquierda. Con eso encima de la mesa, con un buen trabajo de un grupo de expertos desde hoy hasta que se elija a los redactores, la verdad es que el número de redactores debiera ser menor y el tiempo también debiera ser menor.
¿Y electos 100%?
Sí. Yo era partidaria de 50 personas, pero como construimos una mirada compartida con todos los que trabajamos en el Rechazo, convenimos 60 personas, y que 30 sean elegidos en listas nacionales y 30 en distritales.
¿Y paritario?
Sí. No fue la paridad lo que generó el problema.
Yendo al fondo de su decisión, ¿cree que hay una posibilidad de recomponer el centro político?
Después del resultado del 4 de septiembre, y teniendo claro que todos los ejercicios electorales de aquí en adelante van a ser con votación obligatoria, el centro político, la moderación, el sentido común, vuelven a cobrar vida y voz. Yo soy una persona que hace mucho terreno, y veo que la ciudadanía quiere acuerdos, quiere avanzar, quiere reconocer lo que se hizo bien y hacer los cambios que se necesiten para poder corregir lo que estaba mal. Por lo tanto, yo creo que el escenario cambió y la moderación se impone.
Y en esto de la moderación se impone, ¿no ha visto algún atisbo de moderación en el gobierno?
Me gustaría decir que sí después del discurso del presidente en la Sofofa, y vamos a tener que ver en el tiempo cuán firme es ese discurso. Me gusta el discurso que es capaz de reconocer que lo que se hizo para atrás fue importante para el país, sin perjuicio de que haya aún tareas pendientes. Yo lo dije en mi campaña presidencial: tenemos que terminar con la concentración que al final nos agobia. La concentración económica, territorial, política, no es una buena receta. Los países que han salido adelante en el mundo son aquellos que son capaces de generar polos de desarrollo. Ese tipo de cosas es parte de lo que tenemos que hacer si queremos enfrentar el desarrollo desde otra mirada, desde otra perspectiva, sin hacer experimentos, como decía la inspiradora del Frente Amplio, Mariana Mazzucato.
El Presidente puede estar tomando un tono más moderado, pero el punto es cuánto puede permear ese discurso a la gente de Apruebo Dignidad.
Ese va a ser el desafío del Presidente. Quien gobierna es el Presidente, quien elige sus equipos es el Presidente. Y yo quiero confiar en ese presidente que conozco, que es capaz de liderar un proceso que el país necesita.
Ud. era uno de los emblemas de la DC. Dos veces candidata presidencial, ministra, parlamentaria… Imagino que tiene una pena ahí.
Pero es una pena superada. Más que penas son aprendizajes, y las cosas siempre en la vida pasan por algo. En el minuto claro que me dio pena, porque es frustrante ganar una elección primaria abierta, con participación en todo el país y que eso no se respete. Pero eso ya es tan viejo…
Me refiero a la pena de haber vivido tantas cosas ahí y ahora tener que dejarlo.
Pero esas cosas son experiencias de vida, te hacen crecer, te hacen aprender, te hacen conocer a las personas y reconocer a otros. Lo vivido siempre al final te aporta lecciones y te permite ser mejor, ser mejor o peor. Depende cómo te pares en la vida.
Pero eso fue hace un año, no es mucho. Y en ese conocer y reconocer, ¿hubo gente que la desilusionó?
Sí, pero esto lo aprendí de mi padre: no te quedes nunca pegado en las cosas malas, siempre en las buenas. Cuando tú te quedas pegado en las cosas malas te alimentas malamente, te cargas de malas energías, y yo creo que eso al final no te permite transmitir convicción, ni valores, y yo soy de las que, por esencia, soy positiva. Ya fue, ok, lo aprendí, hago los ejercicios de lecciones aprendidas, y hay cosas que no volvería a hacer sin lugar a dudas. Pero ya es parte de la historia.
¿Cómo sigue su carrera política? ¿La tercera candidatura presidencial es la vencida?
No. El que esté pensando en carreras presidenciales hoy día, con un país tan convulsionado, con una situación económica tan peligrosa, con un tema de inseguridad ciudadana más que preocupante, de verdad está errando el foco. Hoy tenemos que ser capaces de construir soluciones a los dos temas que a la ciudadanía le importan. Yo cumplo un rol en el Parlamento, espero poder seguir aportando ahí. Eso, y con un desafío autoimpuesto de dar fuerza a un nuevo espacio político que recoja esto que la ciudadanía exige tanto. Mucha gente me decía “pucha, Xime, ánimo, lo has pasado mal”, por el período del Rechazo, y yo la verdad es que no me sentía pasándolo mal. Claro, mis amigos estaban leyendo Twitter, pero yo lo que recojo, lo recojo en la calle, y hay una necesidad de trabajo común y de no ceder frente al Twitter, sino que defender la convicción.
¿Cree que hoy parte importante de las decisiones tienen que ver con el exceso de Twitter?
Yo creo que sí. Lamentablemente, hay muchas y muchos que se dejan influir por Twitter, porque no salen del metro cuadrado y eso le hace un flaco favor al país. Twitter es muy tóxico, es como el espacio de los vociferantes, de los enojados. Pero no es la realidad de la ciudadanía.
Cuando le preguntaba por la candidatura presidencial, me refería a la reacción que hubo en la DC por su renuncia. Dijeron que algunos no ponían los proyectos colectivos sobre los demás proyectos.
Es una pena la afirmación, porque para poder tener proyectos colectivos, hay que trabajar colectivamente.
¿Se sintió obligada a irse?
Yo siento que no hay ningún ánimo de componer, de escuchar, de ver en qué estoy equivocado y cuánta razón tiene o no tiene el del frente. Los matrimonios siempre son de a dos y los divorcios nunca son culpa de una sola persona. Puede tener más culpa uno, más culpa el otro, pero siempre hay dos responsables.