En marzo de 1991, tras volver de vacaciones y de los trabajos de verano, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Playa Ancha (Upla) empezó a tener problemas cuando recién llevaba la mitad de su gestión. La presidenta Rossana Fuentes dejó de asistir a los consejos y las críticas de los alumnos no tardaron en llegar. En la cuestionada mesa, integrada por militantes de centroizquierda, casi todos democratacristianos, Yasna Provoste era la tesorera.

–La DC perdió credibilidad dentro de los estudiantes, porque la mayoría éramos más de izquierda. Había un desgobierno en ese minuto, una crisis–, cuenta hoy Silvana Sáez, una de las líderes de las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), partido que comandaba las protestas y que exigía el fin del proceso.

Y la crisis fue escalando al punto que se resolvió realizar un plebiscito revocatorio para definir si la federación debía continuar. Los estudiantes decidieron convocar a nuevas elecciones y ganó el Partido Comunista. Para entonces, la DC ya era un partido oficialista, menos radical que las aspiraciones de los jóvenes estudiantes.

Tras el fracaso de la directiva, Yasna Provoste optó por no disputar otro cargo de representación estudiantil.

Lo que no dejó nunca fue a su partido. Al poco tiempo de llegar a la Upla se inscribió en la DC porteña, retomando un camino que había iniciado en su Vallenar natal.

“Entré a militar a los 14 años en un momento que era muy difícil para el país, en donde manifestar una opción distinta a la que existía en dictadura podía costar hasta la vida. Lo he hecho y me siento también muy orgullosa de lo que ha sido; hace pocos días celebrábamos la sindicalización campesina, la reforma agraria, el próximo domingo lo haremos respecto de las organizaciones sociales. Por lo tanto, me parezco mucho más a esa base militante que entiende que el progresismo se juega por mayores oportunidades para todos y todas. No represento a las cúpulas de la DC”, declaró Provoste en agosto.

Con ese compromiso se acercó a la Democracia Cristiana Universitaria (DCU) apenas empezó a estudiar Pedagogía en Educación Física.

–Ella ya había sido presidenta del Centro de Alumnos en el liceo donde había estudiado en el norte. Se sumó rápido al equipo, tenía mucha convicción, ganas de participar y desde esos tiempos me acuerdo que ponía los derechos de los pueblos originarios en la discusión–, dice Patricio Ibáñez, presidente de la DCU en esa fecha.

Fuera de las salas, Provoste también cultivó lazos que mantiene hasta hoy. La senadora debía asistir a clases de formación política de la DC, dictadas, entre otros, por el exdiputado Aldo Cornejo -miembro de su círculo de hierro hoy-, con quien luego compartió en el Congreso. Pero para sus compañeros de partido, y también para sus rivales, el perfil de Provoste no era tan político.

–Era muy diferente a hoy. No se metía en la política más dura. Llegaba a las asambleas sin saber que los partidos habíamos llegado a acuerdos en la mesa chica el día anterior. Tenía un bajo perfil, era conservadora, religiosa y siempre dispuesta a todo por la DC, era profundamente consecuente y trabajadora con su partido. Iba con el cuadernito y anotaba todo–, recuerda Silvana Sáez.

Rossana Fuentes, entonces presidenta de la mesa en la que participaba Provoste, coincide:

–Estaba recién partiendo políticamente, sus habilidades eran más de gestión de actividades, organizativas y tenía un gran carisma, era muy simpática. Ganamos federaciones gracias a su trabajo de base. Era querida por todos en una facultad de muchos alumnos que no era politizada, les decíamos los “cabeza de músculo”. Su personalidad de antes no me cuadra tanto con la Yasna un poco más empaquetada que vemos hoy. Tan de traje. Antes no se sacaba el buzo.

Yasna Provoste en la oficina de la Federación de Estudiantes de la Upla. Foto: Archivo Rossana Fuentes.

Lejos de la familia

Durante el primer semestre de este año, antes de que Provoste anunciara su candidatura presidencial, el tema ya se conversaba en el grupo de WhatsApp que comparte junto a sus excompañeros de universidad.

–Ya poh, Yasna, decídete luego y te hago un jingle–, le dijo Fernando Brito, uno de sus amigos más cercanos en sus primeros años en la Quinta Región. La campaña se materializó y poco tiempo después se creó la canción Ahora Yasna Presidenta, que fue usada por la senadora en sus actividades en terreno.

Brito vive en Estocolmo, Suecia, y está ajeno a la política. Se dedica al deporte y a la música, pero, de todas formas, quiso ayudar a su amiga en la campaña.

–Los dos primeros años éramos muy yuntas, ella iba mucho a mi casa y tengo un lindo recuerdo de esas once familiares de las que participaba, porque ella estaba lejos de su familia, que vivía en Vallenar. Se sentía muy cómoda y alegre con nuestro ambiente familiar–, recuerda Brito.

No fue la primera vez que Provoste vivió lejos de su familia. Cuando cursaba quinto básico viajó a vivir sola a Santiago al Internado Nacional Femenino, becada por la Escuela de Talentos del ex Físico de la Universidad de Chile, por su destreza en la gimnasia, disciplina en la que fue seleccionada nacional. Su madre, Nelly Campillay, viajaba todos los fines de semana en bus a verla y el segundo semestre se instaló en Santiago. A fin de año decidieron volver a Vallenar.

“Fue una experiencia dura, pero cuando uno lo vive desde el lado positivo saca una experiencia para toda la vida: la de sobreponerse. Transité de lo duro, de lo triste, a hacer amigas y a reírme”, contó a La Tercera en 2008.

Después de terminar sus estudios en Vallenar, y tras rendir la Prueba de Aptitud Académica, Provoste decidió matricularse en Playa Ancha. “Siempre quise estudiar en Valparaíso, porque me encantaba el Puerto y mi hermana Alejandra estudiaba en la Católica de allá”, explicaría más tarde.

–Al principio ella vivió en un internado en Playa Ancha y luego se fue a vivir al cerro Polanco–, recuerda su hermano Carlos Provoste.

La pensión donde Provoste vivió los primeros años en Playa Ancha era bastante estricta, por lo que la universidad se convirtió en su casa. Sus amigos recuerdan que pasaba días enteros en su facultad y que en esas largas jornadas conoció a su esposo, Mauricio Olagnier, que iba una generación más arriba, con el que compartió algunas clases, y con quien se casó poco tiempo después de titularse.

Rossana Fuentes (a la izquierda) fue la presidenta de la Federación de Provoste. Foto: Archivo Rossana Fuentes.

La agenda de Provoste era apretada, tenía que organizarse entre la pastoral, el deporte, los estudios y la militancia política, que la llevó a ganar diferentes elecciones: fue presidenta del Centro de Alumnos en dos oportunidades y también fue parte de la directiva de la Red de Estudiantes de Educación Física a nivel nacional. Además de su paso por la federación.

–Estaba todo el día en la U. Si la querías encontrar para ir a charlas, asambleas o actividades, ella siempre estaba en el gimnasio, en las vigas de equilibrio. Era realmente talentosa–, recuerda Juan Álvarez, uno de los mentores políticos de Provoste en la universidad.

Según sus compañeros, en el deporte y en las salas de clase la senadora destacaba.

–Era muy matea, nunca se echó un ramo, y es una excelente deportista. Era muy buena en gimnasia, vóleibol y fútbol. También es muy coordinada y buena para bailar, teníamos clases de folklore con el chico del grupo Pujillay–, recuerda Brito.

Pero a pesar de sus dotes en el baile, la senadora no asistía a las fiestas.

“Nunca he sido buena para el carrete. Las únicas veces que fui a las fiestas mechonas era porque estaba metida en la organización y tenía que ver que las cosas transcurrieran bien. Yo a las seis y media de la mañana estoy lista para partir el día y lo que más me cuesta de la campaña son las actividades en la noche”, dijo Provoste hace tres meses a La Tercera.

–Rara vez la vi en un carrete, y si estaba era porque lo estaba organizando o un amigo estaba de cumpleaños. Era muy sana, como ha dicho, nunca fumó ni tomó–, comenta César Padilla, otro de sus amigos cercanos y con quien vivió uno de los hitos políticos más grandes en su etapa universitaria: la toma de la rectoría en 1990.

Provoste y sus amigos durante un Congreso de Educación Física en Osorno. Foto: Archivo César Padilla.

Su única detención

El 8 de agosto de 1990 la Federación de Estudiantes, entonces presidida por Juan Álvarez, junto al Sindicato de Académicos, enviaron una carta al Presidente Patricio Aylwin para exigir la renuncia de la rectora Mariana Martelli.

–Era la última rectora designada por Augusto Pinochet. Un modelo autoritario e impuesto que se alejaba mucho de lo que queríamos para la universidad. Fueron manifestaciones muy simbólicas y de mucho peso mediático, por todo lo que significaba–, explica Álvarez.

Durante los días de manifestaciones decidieron hacer una toma en la oficina de la rectoría, ubicada cerca del edificio de la Armada, en la Plaza Sotomayor.

–Nos reunimos en la noche, casi todos eran DC, y a las 6 de la mañana fuimos a tomarnos pacíficamente el lugar. Llegaron a desalojarnos como a las 12. Nos dijeron: “Salgan por su voluntad o se irán detenidos”. Pero Juan Álvarez se levantó y dijo: “Estamos aquí por convicción”. Así que ahí entraron, nos golpearon y nos metieron al carro policial. Fuimos como 10 detenidos. Yasna gritaba y hacía el signo de la DC. Puros gritos con respeto a la autoridad, eso sí–, recuerda Padilla.

Pero la detención no duró mucho. –Pocos minutos después llegaron Enrique Correa y Enrique Krauss, ministros en ese entonces, a sacarnos–, añade Padilla. Los aludidos no recuerdan haber participado del hecho.

Fue la única vez que Provoste estuvo detenida.

Poco tiempo después, el Presidente Aylwin realizó un decreto de insistencia, firmado por todos los ministros, que tenía por objetivo remover a la rectora Martelli y los estudiantes lograron su objetivo.

Tras su destitución, el rector elegido fue Norman Cortés, cercano a la centroizquierda y a la DC, lo que empezó a generar diferencias y cuestionamientos entre los alumnos.

De todas formas, la lista en que Provoste fue candidata a tesorera, cuyo eslogan era “hagamos lo mejor ahora”, ganó la elección siguiente y derrotó al pacto de izquierda, que era encabezado por Silvana Sáez, por 50 votos.

–Desde ahí la DC empezó a ser oficialista y en las JJ.CC. aprovechamos esa oportunidad. Ahí vino lo del plebiscito dirimente para sacar a la federación, por la ausencia de su presidenta–, recuerda Sáez.

Según el análisis de sus excompañeros de partido, esa experiencia le sirvió para darse cuenta de que tenía que estar al frente y no depender de nadie. Porque Provoste no tuvo nada que ver con el cambio de federación.

Tras la destitución, la senadora hizo su tesis con el profesor Antonio Maurer –el más difícil–, según sus excompañeros, y se tituló. Tiempo después, Álvarez, su mentor político, la volvió a llamar, porque la había recomendado en el Sernam de Atacama para trabajar como asesora.

A los 26 años, Provoste asumió la dirección regional del Sernam, su primer cargo público. Posteriormente fue nombrada gobernadora de la provincia de Huasco.

Hoy es candidata presidencial.

Lee la columna de Óscar Contardo sobre la candidata Yasna Provoste en el siguiente link.