A.C.A.B.

ACAB

Para algunos, cada acción u omisión de Carabineros es una forma de violencia y represión, mientras las agresiones, ataques e insultos de los pacíficos protestantes, son expresiones legítimas de su derecho a manifestar, algo que es intocable y que jamás podemos criticar.



"Todos los policías son unos bastardos", sería la traducción en español de la sigla A.C.A.B. que llena los muros físicos y digitales de Santiago y otras ciudades del país. Se suma a los múltiples mensajes similares que forman parte de la violencia gráfica que nos acompaña desde el 18 de octubre como "Paco muerto, no viola"; "Muerte a la Yuta", "La Paca no es amiga ni hermana" o "1312" que es la sustitución de números por las letras, para reflejar el mismo objetivo.

Así como muchos han normalizado los saqueos, el vandalismo y la confrontación permanente en la Plaza Italia de Santiago o la Aníbal Pinto de Valparaíso, luego de 70 días la sociedad chilena parece haber asimilado la violencia física, verbal y gráfica en contra de Carabineros, los militares, el gobierno y los políticos del país.

Por eso, el incidente entre una patrulla de Carabineros y una ciclista que se viralizó en las redes sociales en los últimos días, no deja de llamar la atención. "Guatona c... fea", le habría gritado un carabinero usando el micrófono de la patrulla en respuesta a los insultos de similar calibre de la mujer, que luego reclamó airada la respuesta policial. Las redes estallaron, Contraloría inició una investigación, los medios de izquierda acusaron gordofobia y maltrato, y no podemos descartar que algunos políticos acudan a la Corte Penal Internacional o al INDH por la violación de los derechos de la ciclista.

No se trata de defender al carabinero que reaccionó, sino de analizar el contexto en el que estos hechos se producen y que dan cuenta del doble estándar del progresismo nacional. A los carabineros los pueden insultar, humillar y denigrar hasta el hartazgo, pero la epidermis de los "manifestantes" no resiste ni siquiera que les suban el tono de voz. Para algunos, cada acción u omisión de Carabineros es una forma de violencia y represión, mientras las agresiones, ataques e insultos de los pacíficos protestantes, son expresiones legítimas de su derecho a manifestar, algo que es intocable y que jamás podemos criticar.

Lo mismo se proyecta hacia el "noble" rol que cumple la llamada "primera línea". Para unos, verdaderos héroes míticos, que con valor y sacrificio se protegen con cascos y escudos para resistir los embates de la yuta opresora. Para otros, quienes creemos y defendemos el estado de derecho, son un grupo de delincuentes comunes, que como niños se juntan a "jugar a la guerra" y son responsables de la prolongación ficticia de un conflicto que solo le hace daño a gente esforzada y altera la normalidad de millones de chilenos. A esa "primera línea" pertenecerían varias de las personas atropelladas, heridas e incluso muertas como resultado de los enfrentamientos con la policía. Antes de que ocurran estos graves hechos, son considerados soldados al servicio de una causa aparentemente legítima; luego de los hechos, santificados como ángeles inocentes que cayeron producto de la represión injustificada de Carabineros.

Precisamente, cuando caen estos "notables" combatientes, los políticos y dirigentes de izquierda se agolpan frente a los medios para denunciar las violaciones masivas de los derechos humanos de estos héroes y acusar constitucionalmente a quien se pare al frente; contrastando con el silencio permanente frente a las transgresiones diarias que miles de ellos hacen en las calles y plazas de nuestro país. Nuevamente, el doble estándar del progresismo criollo.

Quienes creemos y defendemos la justicia, que valoramos el estado de derecho y defendemos la libertad de tránsito y expresión, tenemos el deber de denunciar el doble estándar y exigir que se investiguen a fondo no solo las eventuales violaciones a los derechos humanos y abusos de la policía, sino también los abusos, delitos y transgresiones de los delincuentes que tienen secuestrado nuestro país. La violencia física, verbal y gráfica en contra de cualquier chileno, civil o carabinero, son inaceptables y tienen que ser condenados por todos.

Tampoco aceptemos ni nos dejemos engañar por estos delincuentes disfrazados de héroes ni por las denuncias y airados reclamos de quienes los protegen y los usan con fines políticos. La "primera línea" no solo está en la calle, sino también en los medios y en el Congreso, avalando la ilegalidad y precarizando el debate público, buscando profundizar la desestabilización de la institucionalidad y el amordazamiento de todos los que pensamos distinto.

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