Carta a mi amigo Eugenio
Dices, siguiendo la distinción que hace Obama, que Boric representa un liderazgo coalicional y no profético. Pero lo refundacional -que es el ethos del FA- suele ser más profético que coalicional. Este último, el liderazgo coalicional, ya fue definido por Boric como un “bloque de izquierda”, sin el centro (así lo dijo en una entrevista). En este sentido, el Apruebo Dignidad se parece mucho más a la “coalición chica” de Adolfo Zaldívar que a la coalición grande (la de la Concertación por el NO y la Concertación por la Democracia) de Aylwin a Almeyda.
Muy querido Eugenio:
Si no reventaras la pelota de vez en cuando o de cuando en vez, no serías el Eugenio Tironi que conocemos y queremos, y esta no ha sido la excepción. Tu entrevista en La Tercera, en que dibujas un paralelo entre el Frente Amplio (FA) y la “Concertación en su génesis”, me ha hecho pensar -procuro hacerlo lo más seguido de que soy capaz- y me impulsa a escribirte estas líneas con una mirada crítica, en el seno de la amistad y de las luchas compartidas de tantos años.
Parto por afirmar que Gabriel Boric es el mejor candidato que pudo haber encontrado el FA (no lo dices así, pero creo que en esto podríamos estar de acuerdo). Boric consolidó su liderazgo al suscribir -como persona natural, a pesar que su propio partido (Convergencia Social) le quitó el piso- el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución del 15/11. Es el equivalente al dedo de Lagos o el tanque de Bachelet. Eso consolidó su liderazgo en la izquierda, por lo menos en una parte de la izquierda (ya hablaremos del PC) y lo catapultó como candidato del FA, y ahora de Apruebo Dignidad, tras su gran triunfo del 18/07. Ahí separó la Vía Institucional de la Vía Insurreccional, optando por aquella y no por esta. Ahí quedaron enterradas su foto con la polera alusiva al asesinato de Guzmán, su entrevista con Palma Salamanca en Francia en septiembre de 2018, e incluso sus incursiones callejeras del 18 y 19/10 bajo el lema de “evasión masiva, desobediencia civil y renuncia de Piñera” en compañía de los dirigentes del FA y del PC. Todo eso quedó enterrado el 15/11. Hay un antes y un después en torno a esa fecha. Esa fue la tesis que triunfó el 18/07, con un contundente triunfo para Boric y el FA, y una categórica derrota para Jadue y el PC.
Vayamos, pues, a las diferencias con “la Concertación en su génesis” y mi análisis crítico de algunas de tus afirmaciones centrales en la entrevista de marras.
Nosotros éramos hijos de la dictadura y ellos son hijos de la democracia (lo dices, pero no sacas las conclusiones políticas del caso). Nuestra pesadilla eran los 17 años de la dictadura; la de Boric y el FA son los 30 años en democracia (“no son 30 pesos, son 30 años”), 24 de ellos bajo gobiernos de centro-izquierda (Concertación y Nueva Mayoría). La imagen que tengo desde el 18/10 es que cuando los jóvenes dirigentes del FA combaten -en la calle o en sede institucional- a Piñera, en realidad están combatiendo a Pinochet, colocándolos bajo el mismo rótulo de “violaciones sistemáticas de los derechos humanos” (no comparten la doctrina de Sergio Micco, director del INDH, de que estas violaciones, a diferencia de las de antes, no serían sistemáticas). He visto a muchos de ellos combatiendo en democracia como antes (nosotros, porque ellos no habían nacido) combatíamos en dictadura. Como que no se advierte el abismo que existe entre Pinochet y Piñera, y entre dictadura y democracia. Mal que mal, lo que hicimos en los últimos 30 años (o en 24) habría consistido en “administrar el modelo neoliberal heredado de Pinochet, la dictadura, y los Chicago Boys”, una monserga que muchos de los nuestros se compraron hace ya bastante tiempo (bien se que tú y yo no somos de ese piño).
Hay, a este respecto, un abismo entre Boric y el FA, y Aylwin y “la Concertación en su génesis”.
Dices, siguiendo la distinción que hace Obama, que Boric representa un liderazgo coalicional y no profético. Pero lo refundacional -que es el ethos del FA- suele ser más profético que coalicional. Este último, el liderazgo coalicional, ya fue definido por Boric como un “bloque de izquierda”, sin el centro (así lo dijo en una entrevista). En este sentido, el Apruebo Dignidad se parece mucho más a la “coalición chica” de Adolfo Zaldívar que a la coalición grande (la de la Concertación por el NO y la Concertación por la Democracia) de Aylwin a Almeyda. De la Concertación podrá decirse cualquier cosa, salvo desconocer lo que fue en su esencia: una coalición de centro-izquierda. Boric y el FA están pensando en un bloque de izquierda, sin el centro; en una coalición chica más que una coalición grande.
Y aquí vamos al tema del PC (siempre llegamos al tema del PC). La Concertación fue la convergencia entre democracia cristiana y socialismo democrático. Esto supuso hacerse cargo de la distinción entre socialismo democrático y socialismo autoritario (el de los socialismos reales). Esta distinción, cabe recordarlo, significó el fin del MDP (alianza entre PS-Almeyda, PC, y otros) a fines de 1987. El parteaguas fue la decisión del conjunto de la oposición (con la sola excepción del PC) de inscribirse en los registros electorales; en los registros y la Constitución de Pinochet y de la dictadura, para ser claros. Para cambiarla, para transitar (dícese de una estrategia política para pasar de la dictadura a la democracia a través del método de la reforma y de la gradualidad) en forma pacífica a la democracia, lo que supone continuidad y cambio, y no solo cambio, como es propio de la revolución, definida como el quiebre violento de la estructura del Estado y de la propiedad. Hicimos una transición y no una revolución. Nunca prometimos esta última. Nuestra promesa fue llevar a cabo una transición pacífica a la democracia y la cumplimos a cabalidad, mal que les pese a algunos (incluso de los nuestros).
Esa fue la lógica que prevaleció en “la Concertación en su génesis”. El PC reaccionó con plena coherencia con su estrategia de la Vía Insurreccional de los años 80: “inscripción es traición” (algo de esto le espetó Jadue a Boric y el FA en plena campaña de las primarias a partir de su firma del Acuerdo del 15/11). Lo cierto es que el FA jamás ha postulado, ni se ve que vaya a postular, una alianza de centro-izquierda, que incluya a la democracia cristiana y el socialismo democrático. A lo más ha querido flirtear con el PS, pero dándole un portazo en sus narices a la candidata Paula Narváez, al PPD, el PL, a Nuevo Trato, calificándolos de “neoliberales”. Lo que Boric y el FA (y el PC) postulan es un Boque de Izquierda, sin el centro. No te olvides que fue la alianza del PC con el FA lo que llevó a Pablo Vidal, Natalia Castillo, Vlado Mirosevic y “Nuevo Trato” a romper con el FA, prefiriendo una alianza de centro-izquierda a un bloque de izquierda.
Contrariamente a lo que dices (o sugieres), a Boric no le va a ser posible separarse del PC. Si lo que dices es cierto, en el sentido que Boric se parece a Allende (“en lo bueno y en lo malo”), entones el precedente es complicado, porque, como bien sabes, Allende sabía que, si llegaba a un acuerdo con la DC, rompía a la UP y con su propio partido, el PS. Él jamás iba a hacerse responsable de algo como eso. Siempre tuvo en mente la “traición” de González Videla con la coalición de partidos que lo eligió (PR, PC y PS). Le va a pesar a Boric y el FA haber pactado con el PC en pleno XXVI Congreso, como el que concluyó en diciembre último, con su política de “ruptura democrática y constitucional”, muy distinta a la política definida por el XXIV Congreso, en 2010, con el triunfo de Tellier sobre Jadue, en torno a “un gobierno de nuevo tipo”, entendido como un momento de “profunda flexibilidad táctica”, en la perspectiva de “una democracia post neoliberal”. Fue esa definición lo que facilitó la formación de la Nueva Mayoría en 2013 (concurrí a ese “Acuerdo Político Programático para apoyar el gobierno de Michelle Bachelet” en mi calidad de presidente del PDC). Me temo que ya nada queda de eso. El PC ha vuelto a la política de “todos los métodos de lucha”, institucionales e insurreccionales. Esto le va a pesar a Boric y el FA -supuesto que lleguen al gobierno- pero no hasta el punto de poder separar aguas (o romper) con el PC.
Y esto me lleva a tu otro punto. Tú tesis de la “gobernabilidad con el Parlamento” tendría algún atisbo de realidad (y de posibilidad) si estuviéramos en un sistema parlamentario -desgraciadamente no lo tenemos y dudo que surja de la Convención-, pero, en el marco de un sistema presidencial como el que tenemos, la gobernabilidad se construye desde el gobierno y desde el ejecutivo, y es ahí -supuesto, insisto, en que el bloque de izquierda que conocemos como Apruebo Dignidad llegue al gobierno- donde estarán las mayores tensiones y contradicciones, entre los partidos y parlamentarios de la coalición de gobierno (Apruebo Dignidad). Lo anterior, incluso en el evento, que no se puede descartar a priori, de un acuerdo con el PS en segunda vuelta (que es el sueño de Boric y de un sector del FA).
A propósito, si tu comparación de Boric con Allende (en lo bueno y lo malo) es de por sí bastante dudosa, el paralelo que dibujas con Aylwin (“un eventual gobierno de Boric debería aprender mucho de Aylwin”) es un despropósito completo. ¿Habrá algo más alejado del ethos de Boric y del FA que “la política de lo posible”? Aylwin (y la Concertación) representan las antípodas de Boric y el FA, como los grandes responsables, no solo de la política de lo posible, del reformismo y del gradualismo, sino de “haber administrado el modelo neoliberal heredado” de Pinochet, la dictadura, y los Chicago Boys (lo vuelvo a repetir). Aylwin y la Concertación, Frei, Lagos y Bachelet, en cualquiera de sus versiones, son los grandes responsables de “los últimos 30 años”. ¿Qué podría aprender Boric de Aylwin, y el FA de la Concertación? Básicamente, como NO deben hacerse las cosas.
Pero hay más, querido Eugenio. Nosotros, los de entonces, queríamos dejar atrás el magro resultado del (sub)desarrollo económico del siglo XX, que quedara inmortalizado en el libro señero de ese lúcido economista (socialista), Aníbal Pinto: “Chile: un caso de desarrollo frustrado” (1959). Esa promesa sí que la cumplimos a cabalidad: durante los 20 años de la Concertación, pasamos de ser el sexto al primer país de América Latina en términos de ingreso per cápita y redujimos la pobreza como ningún otro país en el mundo en esas dos décadas, aproximándonos, por primera vez en nuestra historia, a la realidad de un país desarrollado. Desgraciadamente llevamos 5-6 años con crecimiento 0 y lo que es peor, el programa de Boric y el FA no hace más que confirmar que, al parecer, nuestra aversión al desarrollo pareciera ser una vocación más que un destino o una fatalidad. Te adjunto un análisis crítico que acabo de hacer del programa de Boric (lo primero que hice fue enviárselo a él mismo) cuyo título creo que lo dice todo: “¿Un nuevo caso de desarrollo frustrado? El programa de Gabriel Boric”. Me ha extrañado mucho no ver una sola referencia, una sola palabra, a alguna de las 243 páginas del programa de Boric y el FA, que tiene el germen de un camino hacia la mediocridad. A la Concertación, en fase de gestación o de consolidación, podrá acusársele de cualquier cosa, menos de mediocridad. Fuimos los campeones de la apertura externa, el crecimiento, la reducción de la pobreza (sí, también de la desigualdad), la responsabilidad fiscal, y todo aquello que, ante los ojos de Boric y el FA, se conoce (ramplonamente) como “neoliberalismo”.
Muy querido Eugenio: entiendo tu entusiasmo con Boric y el FA. Más que “los hijos de la Concertación”, como dijo Michelle Bachelet (yo mismo tengo un hijo del FA, y lo encuentro fantástico), ¿no serán acaso los herederos del MAPU, en cualquiera de sus versiones, y de tu propia generación? Mucha de la emoción y el entusiasmo que trasuntas en tu entrevista viene seguramente de este antecedente genético y auto biográfico. ¡No sabes cómo te entiendo! Siempre he pensado que el antecedente principal de la política, sobre todo de la política electoral, es la emoción y la pasión. Lo único que es dable esperar y exigible respecto de personas como tú y como yo, y como tantos otros, que más o menos pertenecemos a una misma generación política, es que, junto con esa emoción y pasión, introduzcamos una cierta racionalidad en la aproximación a la realidad.
Nada más lejano al sentido de esta carta que demonizar a Boric y a la nueva generación del FA; de alguna manera importante, no solo los respeto, sino los admiro, en muchos sentidos. Admiro lo que han sido capaces de lograr en tan poco tiempo. Veo por aquí y por allá algunos visos de una mayor humildad, al menos en cuanto a no pretender que la historia parte con ellos, con esta nueva generación. Lo que es yo, apoyo a Yasna Provoste, candidata mujer -la única candidata mujer entre nueve candidatos presidenciales-, perteneciente al pueblo diaguita, de Vallenar, representante de Unidad Constituyente, una coalición de centro-izquierda, democrática, reformista y posibilista.
Finalmente, te quiero decir que me he tomado una licencia: he querido compartir esta reflexión con algunos amigos y amigas de la Concertación, porque considero que nos puede servir a todos: tu estupenda entrevista, que gocé intensamente, y estas modestas líneas que a lo único que apuntan es a tratar de continuar en la conversación que iniciamos por allá por los años 70 y 80, y que nos condujeron a tratar de construir “Una Patria Justa y Buena Para Todos”, como fue el deseo y el legado de ese hombre, y líder político a cabalidad, que tú y yo admiramos: Patricio Aylwin, la encarnación misma del reformismo posibilista y de los sueños de su generación (interrumpidos trágicamente) y de la nuestra (que aún trata de compartir una mirada común, en el constante devenir de la historia).
Un fuerte abrazo de tu amigo,