Columna de Sebastián Izquierdo: Lío de las platas y opinión pública
Abandonando la excusa de “errores” o “desprolijidades”, La Moneda salió recientemente a reforzar la percepción generalizada de que el traspaso de dinero del Estado a diversas fundaciones es corrupción. ¿Cómo afecta todo este problema en los niveles de aprobación del gobierno? Para intentar responder esta incógnita, realicé un análisis comparativo de las respuestas entregadas antes y después del escándalo de Democracia Viva en la última encuesta CEP, pues este caso se destapó en mitad del trabajo de campo. Los resultados dan luces sobre la apreciación de la gente respecto de estos hechos.
Uno de los hallazgos es que una de cada cinco personas identifica la corrupción como uno de los tres problemas a los que el gobierno debería dedicarse. Sin embargo, curiosamente el tema de la corrupción no aumenta después del caso Democracia Viva. Los datos revelan que no hay sesgo ideológico particular involucrado, pues la preocupación es la misma tanto para la izquierda como para la derecha. Por otro lado, cabe preguntarse: ¿ha afectado el caso la aprobación líder del gobierno? Al parecer no. Si uno analiza las cifras de respuesta pre y post escándalo respecto la aprobación-desaprobación del presidente Boric, se puede ver que el reconocido núcleo leal al mandatario (que coincide con el tercio obtenido en la primera vuelta presidencial) se mantiene intacto. En otras palabras, contraintuitivamente, parece ser que la baja exposición del Ejecutivo para referirse a este tema ha sido efectiva para resguardar su aprobación.
Lo que sí parece haber sido influenciado por el caso es la evaluación de “la política” en términos generales. Al separar las respuestas de la encuesta, se observa que la calificación de la situación política como “mala + muy mala” aumentó del 58% al 69% (una diferencia significativa de 11 puntos), lo que es bastante preocupante si consideramos que la política tiene impacto directo en el presente y futuro del país. Tal es su relevancia, que al aplicar el ejercicio a la pregunta cómo se evalúa el actual proceso constituyente, el porcentaje de respuestas que lo considera como “mal + muy mal”, aumenta de 32% a 39% (una diferencia de 7 puntos).
Está claro que este escándalo no ha pegado a todos por igual. Incluso hay quienes han intentado rentabilizar su apoyo político con toda esta lamentable situación. En este sentido, es evidente que la política ha sufrido un desprestigio importante, dando cuenta de una demanda ciudadana por un Estado con tolerancia cero a la corrupción. Nos encontramos en un escenario que, al mismo tiempo, es caldo de cultivo para el triunfo de discursos cargados de populismo contrarios a la política democrática. El reto fundamental está en dejar de minimizar este tipo de problemas (como había intentado hacerlo el gobierno hasta ahora), abordándolo con decisión y transparencia en favor de restaurar la confianza y el sentido de responsabilidad política en beneficio de la sociedad.
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