Columna de Sebastián Izquierdo: Rechazo 4-S, lecciones que se olvidan

Votaciones Plebiscito 2022
Foto: Andrés Pérez

El llamado es a comprender la importancia de generar un texto sobrio, con mínimos comunes que permitan el juego democrático entre diversos proyectos de país, más que imponer ideologías desde un sector. Hay batallas a dar en una Constitución, y batallas a dar en el Parlamento.



El 4 de septiembre de 2022 dejó una marca imborrable en la historia política de nuestro país. En ese domingo, la resonante derrota del proyecto refundacional de la Convención Constitucional se manifestó a través del nítido sentido común de casi 8 millones de ciudadanos. El 61,89% de votos en contra se transformó en una señal inequívoca en prácticamente todas las comunas, sin importar su ruralidad o vulnerabilidad. Quedó claro que propuestas que excluyan a un sector político están condenadas a un contundente rechazo en las urnas. Un pacto que fija las reglas de vida en común requiere cautivar y generar apoyo transversal. Esta lección, tan evidente hace solo un año, hoy parece no serlo.

Propuestas como la plurinacionalidad, la autonomía territorial, sistemas de justicia diferenciados y la eliminación del Senado -sin olvidar brochazos identitarios más propios de un proyecto político que de una Constitución- hegemonizaron el texto plebiscitado. Ello, junto con un ambiente más proclive a la performance que a la deliberación, terminó por despertar a la mayoría silenciosa. Prevaleció la moderación por sobre la radicalidad.

Hoy tenemos la última oportunidad de tener un nuevo texto nacido y comprometido con una sociedad libre y democrática. Para lograrlo, no podemos repetir errores. No se debe excluir a la izquierda -como hace un año se hizo con la derecha- en la elaboración de acuerdos ni llevar materias de políticas públicas al texto. Ese camino ya lo transitamos y sabemos cómo termina. No solo aumenta el riesgo de rechazo –al dejar fuera a importantes sectores políticos y generar desacuerdos técnicos–, sino que nos aleja de una buena Constitución.

Pero además, en esa torpeza puede anidar el más grande de los errores de quienes hoy son mayoría en el consejo. Si se empeñan, nuevamente, en hacer un texto partisano, se arriesgan -tal como le ocurrió al oficialismo- a llevar a las urnas no solo una Constitución sino un ideario político. ¿Quién ha vuelto a hablar de plurinacionalidad o del precio justo? El 4-S de 2022 se enterró mucho más que un proyecto constitucional. Se enterró una propuesta de país que hoy camina por el desierto.

Esa elección, esa experiencia, hay que observarla con cuidado, pues si nuevamente se rechaza una propuesta, ¿cuáles serán esas nuevas ideas que quedarán en un cajón bajo cinco llaves? ¿La libertad de elección, la seguridad, la propiedad privada? Un gusto hoy, puede ser el peor de los errores de la derecha. Y eso lo saben quienes están esperando ese paso en falso.

Por ello, el llamado es a comprender la importancia de generar un texto sobrio, con mínimos comunes que permitan el juego democrático entre diversos proyectos de país, más que imponer ideologías desde un sector. Hay batallas a dar en una Constitución, y batallas a dar en el Parlamento. Estar conscientes de ello es un primer paso para evitar travesías en el desierto que se sabe cuándo comienzan, pero nunca cuándo acaban. Evitemos que el país vuelva a carecer de respuestas. Ello haría que el triunfo del 4-S de 2022 ya no sea aquel hito histórico hacia la consolidación de la estabilidad, sino solo una anécdota más.