Don’t Look Up: Chile 2022

Don't Look Up
Escena de Don't Look Up.

En la película existen dos grandes impedimentos para que la advertencia llegue a toda la población: políticos y medios de comunicación. Los primeros preocupados solo de las encuestas y su próxima reelección, y los segundos, interesados solo en informar temas “light”. ¿Cómo no hacer el símil con el Chile de 2022?



No mires hacia arriba es el nombre en español de la última película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, disponible en Netflix. Es la historia de dos astrónomos que descubren un inmenso meteorito que chocará con la Tierra dentro de seis meses e intentan comunicar al mundo el peligro que amenaza a la especie humana.

Sin embargo, existen dos grandes impedimentos para que la advertencia llegue a toda la población: políticos y medios de comunicación. Los primeros preocupados solo de las encuestas y su próxima reelección, y los segundos, interesados solo en informar temas “light” o “simpáticos” para no perder audiencia ante una población que no quiere escuchar malas noticias.

¿Cómo no hacer el símil con el Chile de 2022? Bandas terroristas infiltradas por el narcotráfico que dicen reivindicar la causa mapuche y que con total impunidad asesinan a trabajadores forestales, pequeños agricultores, Carabineros y a nadie parece importarle.

Tenemos una Convención Constituyente dominada por una izquierda radical que quiere destruir los cimientos de nuestra democracia liberal e imponer una ideología hegemónica que demoniza la iniciativa privada, que divide a los chilenos entre buenos y malos, que reivindica la violencia como arma legítima de acción política y a nadie parece importarle.

Según la última encuesta Bicentenario de 2021, los chilenos muestran índices preocupantes de su visión de país. Si en el 2011 el 55% de los chilenos creía que en 10 años podríamos ser un país desarrollado, en el año 2021 este optimismo se reduce al 40%.

Si en 2011 el 40% de los chilenos creía que cualquier trabajador podía comprar una vivienda, en 2021 disminuyó a un 18% y, por último, un dato muy revelador, el 2006 el 82% de los chilenos se sentía orgulloso de la historia del país, cifra que en el 2021 cae a un 51%. Los chilenos han perdido la confianza en sí mismos y en el país.

A lo anterior debemos agregar una crisis migratoria de proporciones nunca antes vista en nuestra historia, donde en menos de una década el número de inmigrantes ha aumentado en más de un 500%, lo que ha tensionado la convivencia social en varias regiones del país, pues claramente no hemos adecuado nuestras instituciones y servicios a dicho flujo migratorio.

Por último, a partir del 11 de marzo de 2022 asumirá el gobierno una coalición política de extrema izquierda que históricamente ha legitimado la violencia como arma de acción política y que con un populismo propio de gobiernos autoritarios de tipo bolivariano no tiene como fin el futuro de Chile, sino que la imposición de una ideología hegemónica de izquierda en el seno de las instituciones y la sociedad chilena. El bien común reemplazado por el bien de una izquierda radical.

Todo lo anterior, mientras los dirigentes políticos discuten sobre quién será el próximo ministro en tal o cual cargo, los empresarios aplauden a un presidente electo que hace solo un par de meses decía que Chile sería “la tumba del neoliberalismo” y los medios de comunicación están más preocupados de preguntar si el perrito del Presidente Boric se quedará en Punta Arenas o si su polola será o no primera dama.

Mientras tanto, el meteorito político-social sigue en curso de colisión, porque si los chilenos creen que lo peor de nuestra crisis política y social del 2019 ya pasó, se equivocan.