Fido Dido, el hombre sin atributos

fido dido

Volvió Fido Dido, ese muchacho sin edad flaco y de mechas tiesas de fines de los '80. Lo hace, por supuesto, como rostro/mascota de la gaseosa que lo hizo un ícono. Y su retorno es curioso en esta época donde lo cool no es el relajo y la ausencia de opinión, sino todo lo contrario.



Para los que ya pasamos los cuarenta, ver a Fido Dido en un aviso gigante que cubre la mitad de un edificio tiene algo de orwelliano. Es parecido a ese chiste de Quino, donde un hombre desesperado por encontrarse en todos lados con imágenes del ratón Mickey se termina pegando un tiro. Sólo para descubrir, al entrar al cielo, que el paraíso también ha sido brandeado y quien lo recibe como San Pedro es Mickey de nuevo.

Fido Dido fue creado por Joanna Ferrone y Sue Rose en 1985, pero su fama como imagen de 7-Up explotó a principios de los '90. Era la mascota relajada (a veces amistosa, a veces distante) que siempre estaba lista a salirse de los esquemas y rechazar todas las etiquetas, excepto una, por supuesto.  Dido fue una especie de primo lejano de Hello Kitty, ese felino/felina que basaba –en mi opinión- su impacto en el dato clave de que no tenía boca. Hello Kitty nunca estaba contento/triste/aburrido.  Hello Kitty no tenía emociones, por lo cual Hello Kitty simplemente era. Existía. Y con eso le bastaba.

Fido Dido funcionaba (¿funcionará hoy?) desde la misma vereda. "Fido Dido no está en contra de nada" fue uno de sus lemas originales. A la militancia hippie de los '60, al carrete de los '70 y a la fiebre yuppie gritona de los '80, Fido Dido oponía el relajo que viene del privilegio: sólo alguien que tiene el lujo de no vivir urgencia alguna puede pasarse el día echado bebiendo 7-Up.

En una época hoy remota donde las bebidas de fantasía eran asociadas por la publicidad al deporte, el aire libre, la acción y la energía, este personaje llegó desde otra esquina: no es necesario alterarse tanto, nos decía, todo puede esperar y nada es tan urgente. La vida era eterna en los cinco minutos que demorabas en vaciarte una lata.

Ahora, lo más inquietante es que Fido Dido ha regresado. Y Fido Dido, lo quiera o no el personaje y sus administradores, sigue siendo una explosión de significados. ¿Qué quiere decir Fido Dido hoy día? ¿Cómo va a funcionar su discurso de completo desapego a cualquier debate en una era donde lo único que importa es la velocidad con que los usuarios se pliegan a causas y abren debates, por tontos que sean?

El lema de algunos afiches que he visto del mono en Santiago dicen "Se siente bien ser tú". Es una frase ingeniosa, suficientemente neutra para no molestar a nadie y convocar a todos. Pero ser alguien hoy (al menos en el mundo simbólico de las RRSS) significa tomar una postura. Odiar, amar, dar likes, difundir. Son acciones bastante intrusivas para el relajo proverbial de Fido Dido, la criatura que floreció en los años del no-estoy-ni-ahí.

Tal vez Fido Dido esté contra-programando, como dicen en las radios. Tal vez justamente se trate de apelar a los que ya estén hastiados de causas y hashtags y sólo quieran echarse en una hamaca a sentirse bien siendo ellos. Pero no puedo evitar acordarme de un objeto. Era un vaso que estaba en la casa de un amigo y que se rompió en el terremoto del 2010. Era un vaso alto, transparente, que enumeraba las ominosas frases del credo de Fido Dido. Y esas frases eran: Fido es para Fido. Fido no está en contra de nadie. Fido es juventud. Fido no tiene edad. Fido lo ve todo. Fido no juzga nada. Fido es inocente. Fido es poderoso. Fido viene del pasado. Fido es el futuro.

Las frases eran contradictorias porque no describían a un ser humano. Ni siquiera a una mascota de bebida. Más bien aludían a una especie de fuerza extraterrena, que puede ser el puño multicolor del capitalismo o la energía irrefrenable de la publicidad convirtiendo todo (incluso la holgazanería) en poder de compra. Me alegra que el vaso se haya roto en los temblores. Era una reliquia de algo que estaba condenado a volver: Fido viene del pasado, Fido es el futuro.

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