La izquierda de Gabriel Boric

Gabriel Boric


La última primaria presidencial de la izquierda que enfrentó a Gabriel Boric y Daniel Jadue fue en cierta forma engañosa. A pesar de la imagen de moderación de Boric, la verdad es que los comunistas muchas veces están a la “derecha” del llamado Frente Amplio.

La nueva izquierda que impulsó la candidatura presidencial de Gabriel Boric remonta sus orígenes al menos a 1992, con el surgimiento del movimiento “La Surda” de Carlos Ruiz Encina (mentor de Boric), que contaba con una revista del mismo nombre y un periódico llamado “Fuerza Pública”.

Carlos Ruiz en una temprana entrevista en la Revista Punto Final (N° 519) comentaba la admiración de su conglomerado por personajes como el Che Guevara y Miguel Enríquez, entre otros, afirmando que “aspiramos a construir un contrapoder que empiece a orillar las formas de poder instituido. Eso nos permitirá avanzar hacia la construcción de una crisis política del régimen actual. Ese es el objetivo por el que se moviliza este proyecto”.

“La Surda” trabajó con mucha fuerza en el movimiento estudiantil y después de un largo pero efectivo proceso político, en el 2006 ganaron la presidencia de la Fech. El 2008 cambiaron su denominación y pasaron a formar la “Izquierda Autónoma”, la que llegaría nuevamente a la presidencia de la Fech el 2011, ahora de la mano de Gabriel Boric, uno de los discípulos predilectos de Carlos Ruiz.

Sin embargo, no solo en “La Surda” están los antecedentes de la nueva izquierda de Gabriel Boric. El 2003 se fundó la FEL (Federación de Estudiantes Libertarios), de ideología abiertamente anarquista y que ya tenía a su haber el ser los verdaderos controladores de la Aces (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios), los que pronto comenzaron a competir en radicalismo con la “Izquierda Autónoma” (ex Surda). A tal punto, que si bien esta ganaría nuevamente la Fech el 2012, al año siguiente lo haría por primera vez la FEL, encabezada por una estudiante que se declaraba abiertamente “anarquista”.

Como ya se habrá dado cuenta, esta nueva izquierda es bastante inquieta y así el 2016 la “Izquierda Autónoma” se dividió y parte de ella formó el “Movimiento Autonomista” liderado por Gabriel Boric y el actual alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp. Los mismos que después se unirían a los anarquistas de la FEL (a esta altura reconvertidos desde el 2015 en “Movimiento Izquierda Libertaria”) y a los grupos “socialismo y libertad” y “nueva democracia”, para formar en 2018 el partido “Convergencia Social”.

Por su parte, la “Izquierda Autónoma” original, liderada por Carlos Ruiz (fundador y líder de “La Surda”, especie de casa matriz de todos estos movimientos posteriores) se unió a otros grupos de izquierda extrasistema y formaron el 2019 el partido político “Comunes”.

A esta altura ya se había formado el famoso “Frente Amplio” (enero de 2017) que en sus inicios contaba con 14 partidos y movimientos y que después de peleas y discusiones que van y vienen hoy está formado solo por cinco grupos: Revolución Democrática (Giorgio Jackson), Convergencia Social (Gabriel Boric), Comunes (Carlos Ruiz), Unir (Lorena Fries) y Fuerza Común (Fernando Atria).

La izquierda de Boric es así una mezcla de chavismo, anarquismo, feminismo, indigenismo, marxistas nostálgicos, leninistas, ecologistas, allendistas y profesores de Derecho (este último grupo, tal vez, el más irresponsable del conglomerado).

Sin embargo, a pesar de esta mezcla inentendible de grupos y grupúsculos que entran y salen, se disuelven y vuelven a surgir, esta nueva izquierda que podemos calificar de “posmarxista” ha logrado capturar la vicepresidencia de la Convención Constituyente con el abogado Jaime Bassa, cercano a Convergencia Social, y mantener en el primer lugar de las encuestas a su candidato presidencial.

La izquierda de Gabriel Boric es así un conglomerado diverso, disperso, contradictorio y que solo logra unirse en el “asalto al poder” cuando el botín está a la vista.

Ante esta realidad cabe preguntarse si un conglomerado político de esta naturaleza es capaz de asegurar un mínimo de gobernabilidad al país o le sucederá lo mismo que a la Unidad Popular de Salvador Allende: una vez superado el “asalto al poder” se desbandará en proyectos incompatibles y un gobierno atrapado por sus disputas internas y que pronto será desbordado por las posturas más extremas.

Dicen que la historia no se repite, pero “rima”. El problema central de Salvador Allende fue formar un gobierno con un conglomerado de partidos de izquierda que ni siquiera eran capaces de gobernarse a sí mismos y en caso de triunfar en las próximas elecciones presidenciales sin duda que será el problema de Gabriel Boric, el que pronto se podría convertir, como en el caso de Allende, en el problema de todos los chilenos.

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