Premios Pulsar: Esto es show también
Al contrario de lo que cree la vieja guardia musical que asume como una traición al arte su promoción por todos los medios disponibles, agregar rostros, luces y sentido del glamour a la ecuación del espectáculo decanta en mayor atención mediática y de público.
Sucedió al ingreso de los premios Pulsar anoche en el teatro Teletón, los galardones de la Sociedad Chilena del derecho de autor SCD para distinguir lo mejor del año en la música local. Las cámaras y los flashes devoraban la imagen de Princesa Alba vestida de gala con todo el glamour requerido por esta clase de citas, mientras a escasos metros apenas un par de micrófonos requerían a miembros de Pillanes, el súper grupo chileno con ex integrantes de Los Bunkers y Chancho en piedra, emblemas del rock nacional. El cuadro cerraba perfecto el recambio generacional que experimenta la música popular chilena con los jóvenes intérpretes del género urbano.
Dicen que fue un desastre la transmisión por La Red, y si se trataba de seguir por Twitter la premiación era el relato de una tragedia propia de la bilis del sitio. Pero en el teatro no sucedió así. Es más. A pesar de los baches del sonido y la partida en falso de un número, fue lejos una producción más cuidada y vistosa que las últimas a cargo del mismo canal, y qué decir del discreto compromiso demostrado el año pasado por Televisión Nacional cuando asumió la transmisión en un pésimo horario junto con relegar la actividad con cóctel e invitados a unos pasillos en penumbras, manifestando indisimuladamente que se trataba de un mero trámite para la señal pública emitir nuestro equivalente a los premios Grammy y toda la parafernalia suscrita a esa clase de eventos.
De hecho, ahí está una de las claves de anoche, un detalle que comprende perfecto la nueva generación musical urbana, independiente de los juicios sobre la calidad del género. Criados con internet y bajo el manto de vanidad de las redes sociales, asumen sin complejo que se trata de un espectáculo y que ellos son las estrellas. Se visten con lo que su estilo comprende como glamour (basado en la misma paleta cromática fosforescente de moda hace 30 años), posan todas las veces necesarias manifestando un indisimulado deseo de ser atractivos y observados. Sencillamente se la creen.
Hasta el año pasado lo que dominaba en los Pulsar era la actitud clásica del músico popular chileno que considera que la parte de las entrevistas, la selfie con el fan, qué decir la alfombra roja que encasillan en la farándula como acto reflejo, es una soberana lata y un desperdicio contrario al arte. Incluso detalles como la ropa les parecen molestos. Qué es eso de ir de gala o con un look diferente a una premiación. Y si no gano me voy temprano. Una actitud miope que no se condice con un elemento central: la música popular es también una industria y como tal requiere promoción y bochinche. Un trabajo duro pero inherente a la actividad artística.
Los profesionales que lo entienden así, mejoran. La Francisca Valenzuela que actuó anoche no es la misma de hace unos años. Sabe que no basta con las canciones compuestas bajo su firma o tener la facha de una modelo como sucede con ella. No descansa solamente en su belleza ni el talento musical, sino que convierte su presencia en una experiencia visual y auditiva completa. Ahora baila coreográficamente y mantiene detalles rúbrica en su número como el respaldo de una banda de músicos profesionales vestidos con onda, y no con la polera que pillaron en la mañana.
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Francisca Valenzuela actúa en los Premios Pulsar 2019. Foto: SEBASTIAN BROGCA/AGENCIAUNO.[/caption]
Lo mismo Cami. No es la misma de hace apenas un año debutando en el teatro Las Condes repleto. Su imagen tuvo un vuelco notable dejando atrás la cabellera suelta y los vestidos largos de heroína grunge, para asumir un look internacional en la línea de Ariana Grande. El ponytail fue el peinado de la noche.
El dominio femenino que grafica el liderazgo del género en la oferta local se extendió en el bien montado número de música urbana con Princesa Alba y Tomasa del Real junto a figuras como Gianluca incluyendo pirotecnia, otro detallito de las mejoras en la producción introducidas por La Red.
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Camila Gallardo en los Premios Pusar 2019. Foto: SEBASTIAN BROGCA/AGENCIAUNO.[/caption]
También contribuyó al ambiente más encendido de la noche respecto de ediciones previas, la presencia masiva de público juvenil irradiando la energía y el nervio necesarios en una premiación musical. La audiencia circunspecta y más adulta de años previos fue relevada por los fans de Cami y los seguidores de la música urbana. Disfrutaron ruidosamente, como debe ser, la presencia de sus ídolos.
Siempre costuras sueltas. Discutible que recién a inicios del segundo semestre se entreguen los premios que reconocen a lo más destacado de la industria del año anterior. La celeridad del propio sistema de la música popular cargado de lanzamientos nacionales y extranjeros hace que lo sucedido hace más de un año parezca muy lejano. La ceremonia de los Pulsar debiera ser un imperdible de los espectáculos locales en el primer trimestre, o abril a lo sumo. Y si bien este 2019 hubo avances en los guiones para quienes entregan los premios, definitivamente debe ampliarse el abanico dentro de nuestro star system, más allá de convocar sólo a músicos. ¿Por qué no sumar actores, estrellas del deporte y youtubers? Al contrario de lo que cree la vieja guardia musical que asume como una traición al arte su promoción por todos los medios disponibles, agregar rostros, luces y sentido del glamour a la ecuación del espectáculo decanta en mayor atención mediática y de público. En un mundo ideal aquello debiera ocurrir sólo por la calidad de las canciones, y el talento de sus creadores e intérpretes. Pero ese mundo no existe, en ningún mercado ocurre tal cosa. Esto es show también y hay una nueva generación que no se siente cohibida ante esa expectativa.
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