¿Quién le pone el cascabel al Presidente?

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El Presidente Sebastián Piñera en su oficina en La Moneda.

Un gabinete diseñado en forma inteligente para un gobierno liderado por Sebastián Piñera, junto con ser eficiente y técnicamente competente, debiera ser capaz de poner las cortapisas necesarias a un Presidente ambicioso y motivado por la aprobación rápida en las encuestas.



En Política para perplejos, Daniel Innerarity reflexiona sobre los desafíos de la democracia en un contexto de creciente populismo. Releva, como fundamental, el diseño de sistemas inteligentes, capaces de protegernos no sólo frente a otros, sino que también de nosotros mismos. De hecho, uno de los atributos principales de estos sistemas es el de oponerse incluso a la voluntad expresa de quienes los dirigen, en favor de objetivos socialmente consensuados. Esto, entendiendo que hay sistemas cuyo buen funcionamiento es tan importante, que no pueden estar librados al arbitrio individual de sus miembros más prominentes.

Pues bien, a diferencia de los sistemas inteligentes, el actual gabinete piñerista no logra administrar ni menos dirigir la sobreexposición presidencial, mostrándose incapaz de protegerlo de los efectos negativos que ésta le causa a él y al propio gobierno.

En contraposición a lo que logró Sebastián Piñera en su primer período, tras el rediseño (inteligente) de su gabinete inicial nombrando a un entonces empoderado Andrés Chadwick -primero en la vocería y en interior después-, el equipo actual no está logrando mantener a raya el ego del Jefe, expresado en una tendencia a la excesiva exposición, en el eclipsamiento de sus ministros ante la opinión pública y en zancadillas al funcionamiento en equipo.

Sin ir más lejos, un conteo realizado por La Tercera hace un par de días señalaba que, en sólo un año de gobierno, el Mandatario ha estado trece veces en matinales de televisión; ha realizado 500 intervenciones públicas; concedido 75 entrevistas a medios de comunicación y hecho siete cadenas nacionales.

El escenario se agudizó este 2019 cuando, por motivaciones que vulneraron los cortafuegos de un diseño inteligente, Piñera decidió romper su plan original y pasar al primer plano. Desde Cúcuta en adelante, pasando por PROSUR, los medidores, luego por la obsesión del control de identidad a menores de 14 años, hasta sus más recientes diálogos personales con la oposición, su excesivo personalismo ha desperfilado aún más a su equipo político al no considerarlo.

Esta sobreexposición lo está debilitando tanto en el frente interno como en aquello que tanto le importa al Presidente: la adhesión ciudadana en las encuestas. Entre febrero y marzo perdió 10 puntos porcentuales de aprobación (agenda ciudadana Criteria marzo) y arrastró al Gobierno, que, en su conjunto, también perdió adhesión.

Un gabinete diseñado en forma inteligente para un gobierno liderado por Sebastián Piñera, junto con ser eficiente y técnicamente competente, debiera ser capaz de poner las cortapisas necesarias a un Presidente ambicioso y motivado por la aprobación rápida en las encuestas. En corto, debiese ser capaz de presionarlo a pensar sistémicamente para defenderse de sí mismo y prevenir el riesgo reputacional que conlleva la sobreexposición. Y, en los hechos, este gabinete no lo está logrando.

Ambos requisitos para un sistema inteligente brillan por su ausencia en el actual diseño. Esto fue elocuentemente claro con el proyecto sobre control preventivo de identidad, donde el Presidente fue por lana y salió trasquilado. Apostó a ganar aprobación en las encuestas, pero terminó apuntado transversalmente por los expertos en la materia como promotor de una idea ineficiente y populista y jugando al límite con los acuerdos sobre infancia suscritos por Chile con UNICEF.

En materia de opinión pública, si bien el proyecto consigue mucha adhesión ciudadana (78% de aprobación, Criteria marzo) la tendencia a jugar una y otra vez la carta ganadora del control de identidad juvenil llevó al Presidente a hablar tanto sobre delincuencia que terminó por aumentar la sensación ciudadana de inseguridad (8% de aumento en Criteria marzo). Esa sensación creciente afectó su popularidad, al no estar cumpliendo con disminuirla, como prometió en campaña. De hecho, parte del aumento de 9 puntos en su desaprobación se relaciona directamente con el aumento de la inseguridad.

Un gabinete sin un diseño inteligente como el actual es un peligro para el Mandatario. El instinto a la sobreexposición puede terminar siendo como una enfermedad autoinmune: una en la que, en el momento menos pensado, el sistema se ataca a sí mismo poniendo en jaque su funcionamiento normal y forzándolo a la emergencia permanente.

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