Un mes antes de la primera sesión de la Convención Constitucional, los 17 constituyentes que representan a 10 pueblos originarios del país crearon un grupo de WhatsApp para coordinarse. La herramienta digital ha servido solo parcialmente, pues gran parte de las comunicaciones entre ellos funciona en términos personales, no tanto en grupo. Eso quedó demostrado la semana pasada, cuando el órgano enfrentó uno de los momentos más tensos.
El jueves 9, cuando la presidenta de la Convención y representante del pueblo mapuche, Elisa Loncon, comenzó a hacer sonar la campana del pleno repitiendo que la sesión se suspendía, tenía al frente a las constituyentes de los pueblos aimara, Isabella Mamani, y del pueblo colla, Isabel Godoy. Ambas la apuntaban con el dedo y le exigían a gritos que la consulta indígena no fuese votada con el polémico quórum de dos tercios.
La sesión de ese día fue suspendida y retomada casi cuatro horas después. En el intertanto, distintos constituyentes de pueblos originarios salieron del hemiciclo y lanzaron frases que evidenciaron una dura molestia que se venía arrastrando hace varios días. “Lo primero que se debió hacer fue conversar con nosotros (...) y no tomarse el nombre de todos los pueblos originarios. Ella (Loncon) representa al pueblo mapuche”, comentó Mamani ofuscada ese día. Lo mismo hizo la convencional Margarita Vargas, que representa al pueblo kawésqar. “(Loncon) no puede hablar por todos los representantes de los pueblos. Nosotros tenemos autonomía para representar a nuestros pueblos originarios”, espetó para luego deslizar que debía adelantarse la renovación de la mesa que preside Loncon.
Y aunque se solucionó el conflicto, ya que las normas del reglamento serán votadas con mayoría simple como pedían varios constituyentes de los pueblos originarios, el episodio dejó heridas entre ellos y también repercutió en cómo evalúan el rol de Loncon a la cabeza del órgano constituyente.
Lo que quedó claro ese día es que los 17 ocupantes de los escaños reservados no son un bloque monolítico en la Convención. Y que no actúan como lo podría hacer la bancada de un partido o un conglomerado. Entre ellos hay distancias culturales, personales y también políticas, pues si bien todos se mueven a la izquierda, hay quienes defienden posiciones más al extremo. A eso se suma que la agenda de los pueblos del norte difiere de los intereses y luchas de las comunidades del sur.
Las diferencias quedaron demostradas desde un comienzo, cuando en la sesión inaugural hubo que hacer votaciones sucesivas para elegir la presidencia y vicepresidencia de la Convención.
Esa vez, un grupo de constituyentes de izquierda se plegó al nombre de Loncon que había sido levantado por la mayoría de los representantes del pueblo mapuche. Excepto una: Natividad Llanquileo, que votó por Godoy -del pueblo colla- y hasta hoy se ha erigido como una de las convencionales más críticas a la presidenta de la Convención.
“En mi caso, partimos con diferencias absolutamente necesarias en este tipo de espacio. Venimos de realidades muy diversas y muy adversas, además. Hay que tener en consideración que son muy pocos escaños, además se conocían, eso hace ver a veces algunas dificultades”, comenta Llanquileo.
Otro escaño reservado que no votó por Loncon fue el constituyente diaguita Erick Chinga. Hoy dice que no la apoyó pero que ahora “pasó de página”.
El jueves de la semana pasada, cuando se logró volver a la discusión sobre el reglamento general, el tono del debate se calmó. Una muestra de ello fueron las disculpas de Godoy -realizadas sentada desde la testera de la mesa- quien también es vicepresidenta de la mesa directiva.
Pero no todos pasaron el capítulo. Mamani asegura que el impasse que terminó a gritos fue un llamado de atención necesario. “Tal vez muchos nos han criticado porque no ha sido la forma, pero para nosotros no había otra forma. Era una forma de lucha, de reivindicar los derechos de nuestros pueblos originarios”, comentó.
Esta semana, en tanto, en entrevista con Publimetro, Loncon abordó el episodio: “Hay que entender que a nivel de las naciones originarias no somos homogéneos”, comentó.
La coexistencia
“Nosotros los indígenas solemos pelear pero luego nos tomamos un mate. Ahora estamos bien y trabajando porque, a diferencia de los chilenos, no tenemos partidos políticos”, dice el convencional Chinga consultado sobre las relaciones al interior de los 17 escaños.
Y es que más allá de las discusiones que han tenido en el desarrollo de la Convención, opiniones como las de Chinga son ideas generalizadas dentro de los escaños reservados. Ellos coinciden en que hay duras discusiones entre constituyentes y que se vieron reflejadas la semana pasada, pero en ningún caso hay una mala relación entre pueblos. Pese a las diferencias entre los constituyentes que representan a los pueblos del norte con los mapuches.
Al provenir de distintos pueblos, varios constituyentes señalan que es “natural” que exista diversidad de intereses. Chinga enfatizó en que trabajan como un bloque, pero que existen afinidades que se guían según las regiones de donde vienen: “Los del norte están más pendientes de la reivindicación minera y de agua, por ejemplo. Los del centro, de La Araucanía, por el Mapu. Los del sur, por las salmoneras y todo lo que es el borde costero”. La convencional Llanquileo coincide: “Venimos de realidades diversas (...), por lo tanto, a cada uno muchas veces le toca pararse desde la vereda de la cual viene. Y son distintas, son distintas realidades. Entonces ahí cada uno se va alineando por decir algo o agrupándose con quienes se siente identificado”.
La representante del pueblo yagán, Lidia González, afirma que los escaños reservados tienen un objetivo común, que pasa por encima de las diferencias: llevar adelante todas las demandas de los pueblos originarios. “No te puedo decir que nos llevamos súper bien y que estamos todos contentos. Sí creo que hay mucho respeto entre nosotros, discutimos mucho, pero en el ámbito del trabajo, las ideas, para que pueda eso representar a todas las naciones”, afirma González.
Los últimos episodios abrieron la discusión de adelantar la rotación de la mesa directiva, algo que se abordará en los próximos días en la discusión en particular del reglamento. Algunos de los convencionales, como Mamani o Llanquileo, creen que es relevante la idea de hacer rotar la mesa directiva de la Convención para lograr una mayor representatividad. En este sentido, Llanquileo sostiene: “Las cosas deben cambiar, la forma de hacer política ya no la estamos viendo de una forma jerárquica y vertical, sino que este tipo de relación tiene que ser horizontal y ahí hay que relevar también la labor que hacen las vicepresidencias”.
Pese a que cuestionó a Loncon, Mamani se ha mostrado más optimista frente al liderazgo de la presidenta, quien, según los convencionales, ha participado activamente en las reuniones de los escaños reservados. “Debería, tal vez, tener una comunicación más cercana con todos los pueblos, pero igual se entiende que tiene mucho trabajo por el caso de Vade”, dice la constituyente.
A pesar de lo ocurrido en los últimos días, distintos convencionales de escaños reservados han reconocido que las aguas dentro del bloque están más tranquilas desde la victoria de los dos tercios. A partir del jueves pasado pudieron reunirse 16 de los convencionales -incluida Elisa Loncon, pero sin la machi Linconao, debido a su licencia médica-, para trabajar en conjunto las indicaciones que presentarán en torno a la Comisión de Consulta y Participación Indígena. Una de ellas sería aumentar los escaños para la futura comisión de los pueblos originarios, para que esta se integre por los 17 escaños, más cuatro u ocho escaños de constituyentes que no pertenecen a los pueblos originarios.
El análisis de las votaciones
Hasta el miércoles, la Convención registró 203 votaciones en el pleno. Incluidas las votaciones sucesivas que se realizaron para elegir a Loncon y al vicepresidente Jaime Bassa. Con esa información, a través de un ejercicio llamado “Estimación de posiciones ideológicas relativas”, el académico del Centro de Investigación de la Complejidad Social (CICS) de la Universidad del Desarrollo, Jorge Fábrega, analizó cómo han votado los 17 escaños reservados en el pleno y el resultado da luces tanto de la afinidad ideológica entre ellos y si tienen posturas más rígidas o abiertas.
“Aunque no supiéramos qué fundamento ideológico motiva el voto de cada convencional, podemos inferir cuáles son sus posturas relativas con tan solo observar cómo votan. Este ejercicio hace eso a partir de todas las votaciones plenarias y lo proyecta en un plano”, explica Fábrega.
Lo primero que entrega el ejercicio, cuando se integran al cuadro las votaciones de los 155 convencionales, es que los pueblos originarios se posicionan a la izquierda de la Convención. Sin embargo, entre ellos hay evidentes diferencias. Por ejemplo, la presidenta Loncon figura como la convencional más cercana al centro y también como quien tiene la postura más flexible. En el otro extremo se ubica Llanquileo, que es la convencional más a la izquierda. Entre ellas, en tanto, aparece Godoy.
“Hay diferencias y Loncon es dentro del grupo la que posee posturas más moderadas. Ello puede estar influido por su rol como presidenta, pero en los hechos, está lejos del votante mediano de los 17 miembros de los pueblos originarios. Y es por eso entendible que, como grupo, se produzcan tensiones y voces al interior que quieran cambios”, explica Fábrega.