Arthur Gregg Sulzberger es un periodista de fuste, aunque no pensó en ser periodista mientras crecía, a pesar (o quizás porque) pertenece a la familia Sulzberger, dueña del diario que para muchos es el más importante del mundo: The New York Times. Partió en el Providence Journal y el Oregonian. Luego entró al Times, cuando Jill Abramson era la directora. Cuando su padre Arthur Ochs Sulzberger Jr. se retiró de la presidencia de The New York Times Company, A.G. -como se le conoce en Estados Unidos- asumió el desafío de liderar el periódico en un momento de transición tecnológica. Tenía 37 años y era 2017. A su haber ya tenía la experiencia de reportero y también la visión necesaria para un periodo que, sin duda, sería de cambio: había escrito el Informe de Innovación, en que daba su visión a futuro para el Times y el periodismo.
Han pasado cinco años y A.G. Sulzberger ya atravesó con éxito el cambio digital, tanto en los contenidos originales y de calidad, como en financiamiento: el diario tiene récord histórico de suscripciones pagadas (9,6 millones), y un 11% más de ingresos que el año pasado. Su meta es llegar a los 15 millones de suscriptores en 2027. Desde una sencilla oficina en Nueva York, conversa vía Zoom con La Tercera sobre polarización, fake news, erosión democrática y Chat GPT.
En su discurso de este año sobre el estado del Times, usted dijo que la democracia era la palabra más importante del año. ¿Cuánto de la amenaza a la democracia proviene de la desinformación y las noticias falsas?
Vivimos en un período de erosión democrática sin precedentes en todo el mundo. Hemos visto regímenes de tendencia autocrática cada vez más autocráticos, y a algunas democracias caer hacia modelos más autocráticos. Y luego hemos visto cómo algunas democracias, incluidas algunas de las más grandes del mundo, tienen momentos que plantean dudas sobre si los cimientos eran menos sólidos de lo que parecían. Eso incluye a mi país, e incluye a uno de tus vecinos, Brasil. Justo por encima de la amenaza a la democracia se encuentran niveles históricos de polarización, y justo sobre los niveles históricos de polarización se encuentra el colapso de la confianza, y justo por encima del colapso de la confianza se encuentra la corrupción de los ecosistemas de información. Y si lo sigues hasta el nivel más alto, encontrarás el colapso del periodismo.
¿Cómo lo ve?
Sabemos que el periodismo se ha debilitado. En mi país ha bajado más el número de periodistas que el número de mineros del carbón. Así es que no es exactamente una industria sinónimo de futuro. Y a medida que nuestra industria, que es el periodismo, se ha erosionado, el vacío que deja el periodismo se llena con información falsa, con desinformación, con propaganda, con teorías de conspiración y con clickbait. Entonces, lo que tienes es una especie de plaza pública que ha sido superada.
¿Y las plataformas?
Luego está el problema de que las plataformas no diferencian realmente entre buena información y mala información, información confiable e información no confiable, de una manera que sea clara para los consumidores. Y creo que eso claramente aceleró el declive de la confianza pública, lo que luego empujó a la gente más hacia sus “campamentos” o grupos, ampliando la polarización. Y la ampliación de la polarización es exactamente lo que las fuerzas antidemocráticas tienden a aprovechar. Este es un gran desafío para la sociedad y uno muy interrelacionado, y donde el periodismo tiene un papel muy importante en enfrentarlo.
¿Las noticias falsas o la desinformación deben ser reguladas legalmente?
Mi país ha tenido un enfoque bastante absolutista para no regular la libertad de expresión. Creo que tener ese tipo de protección expansiva tiene un valor real. Y uno de los aspectos más importantes de ese valor es que no tienes al gobierno decidiendo qué discurso debe y no debe permitirse. Y, de hecho, si observas la administración anterior, al Presidente Trump le hubiera encantado tener más poder para reprimir ciertos tipos de discurso, y en particular las molestas preguntas impertinentes que nosotros en la prensa libre debemos hacer. Así que creo que este modelo ha servido bastante bien a este país.
¿Cómo fue para usted, como líder del New York Times, lidiar con Donald Trump? Sobre todo porque estuvo todo el tiempo atacando a su diario...
Bueno, somos un periódico independiente, estamos acostumbrados a cubrir a los Presidentes que no están contentos con nuestra cobertura: todos sus predecesores se quejaron de nuestra cobertura. Y, en el extranjero, estamos acostumbrados a represiones más significativas. Hemos operado en zonas de guerra durante 170 años, operamos en países donde los periodistas son espiados y seguidos por las fuerzas de seguridad del Estado. Cubrir al anterior Presidente de EE.UU. fue mucho menos difícil que muchas de las cosas que acabo de describir. En cuanto a sus ataques al Times, me reuní con el Presidente varias veces, y cada vez me reiteró cuánto le importaba el Times. Entonces creo que algunas de sus quejas también pueden tener motivaciones políticas. Ahora, he dicho que no fue tan difícil para nosotros (enfrentar) su retórica contra la prensa, y eso es cierto, pero hay una cosa que realmente me preocupó en el transcurso de su Presidencia.
¿Qué?
Es que él puede pensar que está atacando al New York Times, al Washington Post, al Wall Street Journal o a CNN, pero lo que en realidad estaba haciendo era legitimar sistemáticamente los ataques a la prensa libre. Y al legitimar los ataques a la prensa libre, en realidad estaba alentando a las fuerzas represivas de todo el mundo a sentir que tenían licencia para hacer lo mismo en sus propias fronteras. Nosotros tenemos más de 200 años de protección constitucional, pero muchos de nuestros colegas no. Están en entornos mucho más peligrosos o en democracias que son mucho más frágiles, donde ya corrían un gran riesgo. Y al segundo que el Presidente Trump comenzó a usar la frase ‘noticias falsas’ y ‘enemigo del pueblo’, esa frase exacta comenzó a repetirse una y otra vez en todo el mundo. Yo, de hecho, tenía a alguien en mi equipo revisando cuántos países han aprobado leyes que prohiben las llamadas “noticias falsas”. Y digo “supuestas” porque en realidad no son noticias falsas, son solo noticias que los autoritarios no quieren escuchar. Más de 50 naciones literalmente se aferraron a esta frase y la usaron para tomar medidas enérgicas contra la libertad de prensa. Entonces el efecto que tuvo en instituciones como la nuestra fue bastante mínimo, pero el efecto que tuvo en la comunidad periodística mundial fue profundo y muy peligroso.
Redes sociales y polarización
¿Cómo cree que los periodistas de países con líderes como Trump deberían lidiar con ellos? Hubo un debate cuando era candidato sobre cómo y cuánto cubrirlo. ¿Hay alguna lección que pueda ser útil?
Creo que la credibilidad del periodismo proviene de nuestra independencia y nuestro compromiso con la verdad por encima de todo. Ese enfoque no debe conducir a un periodismo cauteloso, cortés, O un periodismo que crea falsas equivalencias. La independencia en su máxima expresión se trata de la confianza para, una vez establecida la verdad, proclamarla sin reservas. La independencia también significa no torcer los hechos a tu favor, al servicio de algún tipo de verdad o creencia. Creo que una institución como el Times, o cualquier otra institución periodística, brinda el mayor valor cuando hacemos periodismo contundente, y para tomar prestada la frase que hemos usado en nuestra institución: sin temor ni favoritismo. Y creo que cuando alguien, sin importar cuán bien intencionado sea, decide que en realidad va a adoptar una postura adversarial, a aliarse con un grupo contra otro, eso termina incentivando a los periodistas a tergiversar los hechos, a pasar por alto información, a ocultar otra. Eso lleva a lo que vimos con Fox News, lo cual es, para mí, una traición a los valores periodísticos.
Usted escribió hace varios años el llamado “Informe de innovación”, con su visión del futuro del periodismo. ¿Con los años, qué tan certera fue su visión? ¿En qué se equivocó?
Es una gran pregunta. Ese informe se trataba realmente sobre una vieja institución que continuaba haciendo un gran trabajo -y con razón estaba muy orgullosa de su legado- que, sin embargo, se abría a la necesidad de cambiar. Si había una tesis central es que el mundo estaba cambiando, y los lectores y consumidores estaban cambiando (dónde encuentran noticias, cómo interactúan con las noticias), la tecnología estaba cambiando y creando nuevas posibilidades que no podríamos haber soñado hace un siglo o incluso hace 10 años. Y el Times también necesitaba cambiar. El punto que siempre subrayo es que antes de que puedas cambiar algo, necesitas saber qué no cambiar. Se debe pensar al servicio de qué es el cambio. Y para mí, toda esta institución, en muchos sentidos, existe al servicio de un reporteo original que busca la verdad y ayuda a las personas a comprender el mundo. Brinda nueva información al servicio del público, para que la digiera y la use para ayudar a orientar la dirección de la sociedad. Si eso es lo que no cambiará, si esa es el alma, ¿cuáles son las cosas que pueden cambiar? Casi todo lo demás. ¿Cómo toma vida una historia? Podría estar en un artículo de periódico, pero también podría estar en un podcast. The Daily (el podcast diario de NYT) ahora llega a más personas que la portada del periódico. Así que esa fue la tesis central y creo en ella ahora tanto como antes.
¿Y lo que no vio venir?
Si tengo que adivinar qué podría parecer ingenuo hoy, diría que el documento se escribió en una época en la que había mucho optimismo sobre el papel de las redes sociales, sobre cómo las redes sociales y los editores de noticias podrían colaborar para llevar periodismo de calidad a una población mucho más amplia. Y creo que los años siguientes han dado buenas razones para pensar que probablemente fue una visión demasiado optimista.
¿Qué sigue siendo verdadero y esencial para hacer buen periodismo, buen reportero?
Creo que acabas de adelantar mi respuesta: terminaste la pregunta sobre ser un buen periodista sustituyéndola con la palabra reportero. Creo que reportear es la habilidad más importante y probablemente más infravalorada en el periodismo. Requiere mucho tiempo, puede ser bastante frustrante: reportear de verdad puede llevarte a descubrir que la hipótesis con la que comenzaste tu trabajo estaba equivocada. Solo para dar un ejemplo: hicimos una investigación sobre un convoy de ayuda que intentaba traer alimentos y suministros médicos a Venezuela, y que fue bloqueado en la frontera por las fuerzas de Maduro. El es un líder autocrático represivo, cuyo gobierno ha tenido un papel muy importante en la creación de las condiciones para esta hambruna y crisis. Las fuerzas de Maduro los bloquearon. Luego, ocho convoyes se quemaron y se convirtió en un incidente internacional, por supuesto culpando a Maduro. Comenzamos a reportear y pensamos que estábamos produciendo una historia que mostraba cómo el gobierno había cometido lo que podría llamarse un crimen de guerra, o al menos un crimen humanitario. Pero luego descubrimos que el incendio lo inició un manifestante anti-Maduro, que arrojó un cóctel Molotov. Fue un accidente. Y lo informamos. Creo que mucha gente (nos) preguntaría quién se beneficia de que liberen a Maduro de este crimen. Y la respuesta es: la verdad se beneficia, el público se beneficia. Para mí, esas dos palabras, reporteo e independencia, son las cosas más esenciales para nuestra profesión en este momento.
Muy importante, especialmente cuando hoy, con la inteligencia artificial y ChatGPT, hay cierta ansiedad de que podrían reemplazar parte del trabajo periodístico…
No creo que Chat GPT pueda reemplazar el reporteo. Puede reemplazar elementos de la escritura, ciertamente puede reemplazar la agregación y, para ser honesto, para demasiado talento en nuestra industria su trabajo es la agregación, es decir, reescribir cosas que otros periodistas reportearon. Y creo que ese trabajo es extremadamente vulnerable a ser replicado por IA, pero el reporteo no. Dicho esto, creo que la IA puede desempeñar un papel valioso para dar sentido a conjuntos de datos complejos. Puede ser una herramienta que haga que los reporteros sean aún más fuertes.
También puede producir más fake news, ¿no?
Ya hablamos de que hay una crisis global en el deterioro de la salud del ecosistema de la información, invadido por todas estas fuerzas cínicas: desinformación, teorías conspirativas, propaganda y clickbait. Y ahora tenemos esta herramienta, que básicamente puede crear una cantidad ilimitada de contenido falso, contenido no confiable, contenido no creíble, en cualquier momento. Sospecho que veremos una avalancha aún mayor de contenido no confiable en todos los espacios digitales, las redes sociales o la búsqueda o internet en general. Y creo que eso será algo con lo que nuestra industria, que depende de la confianza, tendrá que tener en cuenta.
¿Cómo enfrenta el desafío del pluralismo en el diario, en este mundo tan polarizado?
El mundo hoy en día está estructurado -y en particular por el impacto de las redes sociales- en campamentos, compartimentos, de personas que piensan lo mismo, comparten visiones, backgrounds y pasiones. Y una vez que se forman esos compartimentos, tienden a radicalizarse; sus puntos de vista tienden a volverse más extremos. Por otro lado, internet es muy buena para permitir que las voces se eleven y se escuchen. Así que este es el momento más polarizado que hemos tenido en la historia moderna de nuestro país. Y la gente siente que la misma historia está sucediendo casi en todas partes. Creo que es imperativo en las organizaciones de periodismo independientes resistir... Nuestra misión es buscar la verdad y ayudar a las personas a entender el mundo. Esa es literalmente la misión del Times. Si buscar la verdad es, en cierto modo, el mejor contrapunto a esta era de desinformación, creo que ayudar a la gente a entender el mundo es, de cierto modo, el mejor contrapunto a esta era de polarización. ¿Qué servicio podemos proporcionar a nuestro país que no sea ayudar a las personas a comprender nuevamente a sus vecinos y sus esperanzas, temores y motivaciones? Los desafíos de este momento son enormes: desigualdad de ingresos histórica, aceleración del cambio climático, erosión democrática. Si realmente queremos abordarlos, vamos a tener que unirnos como sociedad. Y para ello tendremos que entendernos.