La célebre ensayista e historiadora alemana aparece en Zoom en su departamento en Londres muy abrigada, pues al crudo invierno se le agrega que se le echó a perder la calefacción. Sin embargo, provista de ropa gruesa y un guatero, conversa con La Tercera sobre su último libro, Magníficos rebeldes. Los primeros románticos y la invención del yo (Taurus). Es un viaje a Jena, la ciudad donde vivieron, crearon y pensaron un grupo de jóvenes extraordinarios de fines del siglo XVIII: Fichte, Schelling, Hegel, Goethe, Schiller y la vanguardista Caroline Schelling, figura clave del grupo y que había sido invisibilizada por la historia.
Andrea Wulf llegó a ellos mientras hacía su investigación para su notable biografía de Alexander von Humboldt (La invención de la naturaleza), bestseller internacional con el que obtuvo más de 15 premios. En las calles de la ciudad de Jena vio las placas conmemorativas de estos personajes y comenzó el viaje hacia las vidas e ideas de este grupo, que definieron el “yo”, la relación con la naturaleza y el sentido de la libertad.
“Cuando estaba haciendo mi investigación sobre Humboldt para La invención de la naturaleza, estaba escribiendo un capítulo sobre la amistad con Goethe, y para hacerlo fui a Jena a investigar un poco allí. Y mientras caminaba por las calles de Jena vi todo este tipo de letreros con nombres en todas las casas... Esto era realmente el quién es quién de los pensadores alemanes: todos los nombres que aprendí en la escuela como Goethe, Schiller, Novalis. Y luego investigué un poco y descubrí que todos vivían aquí al mismo tiempo, lo cual es simplemente increíble. Entonces fue el momento en que quise escribir sobre eso, porque siempre estoy interesada en los grupos y no en una sola persona, porque existimos en nuestro contexto social”, dice.
Profesora del Royal College of Art de Londres, Wulf incluyó en este libro un prólogo en que habla de su propio viaje personal, de su propio “acto de equilibrio” entre la libertad y el sentido de responsabilidad con la sociedad, que está en el centro del libro y de la vida humana.
La generación de Magníficos Rebeldes definió el significado de la libertad. ¿Este libro cambió su propia definición de libertad o sus pensamientos sobre lo que esta significa?
No creo que mi definición, pero me hizo pensar realmente acerca de las implicaciones de la libertad, porque esta es la importancia de un yo libre, que obviamente es algo muy positivo, pero nuestra sociedad actual lo agranda demasiado. Se trata solo de nosotros, yo, la generación del yo, dando vueltas sobre nosotros mismos. Y creo que lo que realmente me impresionó fue cuando Fichte dice que esto no es una celebración narcisista del yo; la libertad siempre viene con responsabilidad, con una obligación moral, con un deber moral, no podemos hacer lo que queramos. Y pienso que el yo fuerte y libre y la autodeterminación siempre vienen con su gemelo, que es la obligación moral. Así que creo que ese es quizás el aspecto de la libertad en el que no había pensado tanto antes.
Y como usted dijo a El País, hoy en día estamos todo el tiempo oscilando entre el libre albedrío y el narcisismo.
Para mí, este acto de equilibrio entre el libre albedrío y el comportamiento egótico está en el centro de este libro. Y esto es tan importante hoy como lo era a finales del siglo XVIII. En cierto modo, hay dos preguntas subyacentes: ¿quién soy yo como individuo? ¿Y quién soy yo como miembro de una comunidad, como miembro de la sociedad? Entonces, ¿cómo puedo llevar una vida en la que sigo mis sueños, pero al mismo tiempo soy una persona moralmente buena? ¿Cómo puedo reconciliar mis libertades personales con las demandas de una sociedad? Esto es para mí lo que está en el centro de todo. Y creo que esta es la pregunta que a veces olvidamos, porque estamos tan obsesionados con el “yo” que simplemente damos vueltas alrededor de nosotros mismos. Toda esta generación (actual) se llama la generación yo. Pero el otro aspecto es muy importante: escribí este libro durante parte de la pandemia y fue bastante interesante ver este momento. Pensé: ‘Dios mío, esto es exactamente lo que está sucediendo en este libro, donde hay millones de nosotros que renunciamos a libertades y derechos básicos y todos -no todos, pero la mayoría de nosotros- obedecíamos las reglas de los encierros y el no ver amigos y familiares; pero luego algunos de nosotros dijeron que no, ‘mi libertad personal es más importante que el bien superior de una sociedad’. Creo que para mí es muy interesante cómo caminamos en este acto de equilibrio: vivir una vida libre y autodeterminada y, al mismo tiempo, ser buenas personas.
Se suponía que la pandemia podría ser un momento en el que comprenderíamos que todos estamos en el mismo barco, que no existe tal cosa como salvarse a ti mismo. Pero al parecer volvimos a lo de siempre…
Soy historiadora, afortunadamente miro hacia atrás, no hacia adelante, ¡lo cual es demasiado deprimente! Lo que trato de hacer en mis libros es explicar un poco por qué somos quienes somos. Así que para mí la historia no es un montón de viejas ideas polvorientas, sino algo que puede arrojar luz sobre el presente. No puedo dar un vistazo al futuro, (pero) para mí en este libro hay dos cosas que son importantes para nuestra situación actual: una es este acto de equilibrio entre el yo libre y el egoísmo, y el otro es nuestra actitud ante la catástrofe climática. Y estos jóvenes románticos son increíblemente importantes en este sentido, pues son los que explican que existe una unidad entre nosotros y la naturaleza: tienes a Schelling, tienes a Alexander von Humboldt, por supuesto, y eso es increíblemente importante, porque a veces creo que olvidamos que somos parte de la naturaleza -por supuesto físicamente, pero también emocional y psicológicamente-, ellos nos dieron los fundamentos filosóficos de algo que la mayoría de nosotros entendemos: la naturaleza puede darnos alegría, la naturaleza puede curarnos, la naturaleza puede calmarnos, la naturaleza habla a algo que no es nuestra mente racional, sino algo mucho más visceral en nosotros. Eso es importante, y eso es algo que supongo que se olvida en el debate sobre el cambio climático. No nos atrevemos a hablar sobre nuestro asombro por la naturaleza, nuestros sentimientos por la naturaleza; se trata de ciencia, estadísticas y proyecciones.
¿Por qué?
No estoy diciendo nada en contra del método científico, creo que es increíblemente importante, pero pienso que necesitamos un poco más: necesitamos poetas, artistas y cineastas que nos ayuden a cambiar nuestro comportamiento. Y quizás el tercer punto que es importante respecto del lugar de los románticos en el tema del cambio climático es que realmente intentan unir las artes y las ciencias y ponen la imaginación en el centro de su pensamiento. Eso es algo que realmente falta en nuestros debates climáticos actuales. Este sentido de que el arte a veces puede ayudarnos a entender algo de mucho mejor modo. Hace unos años tuvimos el documental de la BBC de David Attemborough, The Blue Planet, donde había un episodio en el que un albatros estaba alimentando a su polluelo con plástico, y fue muy impactante verlo. Y, en realidad, cambió la ley en Inglaterra: no te dan bolsas de plástico en el supermercado, tienes que pagar por ellas, lo que ha disminuido enormemente el uso de bolsas de plástico aquí. Y no es que no supiéramos antes el daño de las bolsas de plástico: fue la impactante escena visual lo que nos hizo parar. O sabemos lo terrible que es la producción de petróleo para nuestro planeta, pero a veces es la fotografía de un pájaro empapado en petróleo negro lo que nos hace algo. A eso me refiero con llevar la imaginación también al contexto científico. Y para mí los primeros románticos son una inspiración, de que podemos atrevernos a unir las artes y las ciencias, porque eran poetas y científicos al mismo tiempo. Así que tienes a alguien como Novalis que dice que tenemos que poetizar las ciencias, y tenemos a alguien como Alexander von Humboldt, que es un científico obsesionado con las mediciones, pero que al mismo tiempo dice que solo entenderemos verdaderamente la naturaleza cuando usemos nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestra imaginación. Entonces creo que esos son los tres aspectos: la unidad entre nosotros y la naturaleza, la importancia de la imaginación y este acto del que hemos hablado de equilibrio entre la libertad y el egoísmo, que son los temas que realmente juegan con mucha fuerza en nuestro debate actual.
Este libro también trata sobre la identidad, la construcción del yo. Y en el prólogo es muy interesante lo que escribe sobre usted misma y su propio viaje hacia su identidad. ¿Por qué decidió escribir sobre eso en el libro?
Nunca había hecho esto antes, nunca me puse en los libros. Pero sentí que si escribo un libro con el subtítulo La invención del yo, no puedo dejar de hablar de mi propio yo. Como tú dices, es un libro sobre identidad, sobre quiénes somos, qué puedo hacer, y creo que se trata de un acto de equilibrio. A veces la gente piensa ‘siempre debes ayudar a otras personas y entonces serás una buena persona’, y no creo que sea correcto: también necesitas realizarte tú misma. Un gran ejemplo de eso es cuando estás en un avión y te dicen ‘en caso de emergencia, ponte tu propia máscara de oxígeno antes de ayudar a los demás’. Ahora bien, eso no significa que no debas ayudar a los demás, pero sin respirar tú mismo no puedes ayudar a otras personas. Sin ser libre y autodeterminado es muy difícil ser una buena persona, feliz, para luego poder ayudar a otros. Así que mi vida fue en gran medida este acto de equilibrio entre decir ‘quiero hacer esto’ y luego tener una hija cuando era muy joven y ser madre soltera, y darme cuenta de que simplemente no podía seguir igual, pero todavía quería ser una persona feliz, no darme por vencida y ser solo una madre soltera y nada más. Sentí que era importante incluir esto, porque este es un libro sobre grandes ideas filosóficas y no quería asustar a los lectores, quería mostrarles que se trata de nosotros, de personas, no se trata de filosofía abstracta, se trata de algo que sucedió en el pasado y que tiene un efecto enorme en nuestra vida. Pude introducir estas ideas a través de lo que he experimentado, pero lo hice en tres páginas y luego me alegré mucho de que hubiera terminado, y entrar en la historia.
Caroline es un personaje fascinante, la mayoría de las cosas que hizo fueron muy vanguardistas en ese momento o incluso hoy. ¿Cómo la encontró? ¿Por qué no sabíamos de ella antes?
Ella fue la gran sorpresa para mí... Cuando comencé, solo la conocía como la esposa de August Wilhelm Schlegel. Y luego comencé a leer las cartas y pensé: ‘No es solo la esposa de August Wilhelm Schlegel, ella es realmente el centro intelectual absoluto de este grupo’. Y ella realmente ha sido borrada de la historia; a veces se la menciona un poco como una musa, que creó el salón donde todos se reunían y cenaban y cosas así. Pero ella era mucho más que eso. Mientras leía las cartas, me di cuenta de que ella es la editora de su revista literaria, y todos dicen que el editor es Schlegel, pero no, es Caroline. Luego, cuando lees las cartas y los manuscritos de Shakespeare, te das cuenta de que en realidad lo tradujeron juntos, aunque el nombre de Caroline no está en la portada... Había casi 900 estudiantes allí, ellos les escriben a sus padres en casa describiendo sus vidas y la mencionan. Así que rápidamente quedó claro que ella tenía que desempeñar un papel principal en este libro. Y nunca antes había escrito sobre una mujer, así que fue muy entretenido hacerlo y realmente sacarla de las sombras y ponerla justo en el medio, donde pertenece. Porque es, como dices, hasta para nuestros días, una mujer extraordinaria. Cuando lees sus cartas cuando era una adolescente de 17 años, ella ya era tan audaz en ese entonces: ‘quiero ser libre’, ‘no quiero que ningún hombre decida lo que puedo hacer’. Y hacer lo que hizo en ese entonces es simplemente extraordinario. Lo que fue encantador de ver es que ella era una luchadora, una crítica literaria aguda, es súper inteligente, pero todos describen también lo divertida que era. Así que no era aburrida, era divertido estar con ella y era súper inteligente, por lo que está bastante claro que iba a estar en el centro de este libro.
Habiéndola estudiado, invisible como era y ahora -gracias a usted- ya no, ¿cuáles son, a su juicio, las revoluciones pendientes para las mujeres? ¿Por qué luchan las Carolines de hoy?
Tenemos que mirar a Irán, mirar a la mujer allí y lo que están haciendo. Literalmente arriesgando sus vidas, los matan por sus protestas, los encarcelan. Todavía vivimos en un mundo donde hay millones y millones de mujeres y niñas que no pueden participar en la educación, en la política. En Afganistán, ya ni siquiera pueden ir a los parques. E incluso en sociedades democráticas, las mujeres no reciben el mismo pago, por ejemplo. Así que creo que todavía hay muchas mujeres que luchan por sus derechos, como lo hizo Caroline.
Pensando en la libertad, la democracia no está en un buen momento en general en el mundo. Emergen tendencias autoritarias, y en las encuestas algunas personas dicen que cambiarían libertad por seguridad. Entonces, ¿cómo hacer que se entienda por qué la libertad es tan importante y que no debemos darla por sentada?
Para mí, en este libro, este es el momento donde comienza la libertad individual. Y como historiadora, en un momento en que nuestras democracias están vaciadas, donde somos manipulados por noticias falsas, por movimientos populistas de derecha, es importante recordar lo que había antes de que tuviéramos toda esta libertad. El problema, si soy perfectamente honesta, es que este tipo de personas no están leyendo estos libros. Creo que es un poco como sermonear al coro, pero aún así, para mí es relevante saber de dónde viene el “yo”, este yo libre, y es un recordatorio de cuánto está en nuestras manos. Y de cuánto queremos luchar por esto en un momento en que las democracias de todo el mundo están vaciadas.