Es uno de los más destacados neurocientíficos del mundo. Nacido en Lisboa pero avecinando hace años en Estados Unidos, António Damásio es profesor de Neurociencia y dirige el Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California. Es autor de varios libros y publicaciones, entre estos El error de Descartes y El cerebro creó al hombre, en los que ha profundizado sobre los procesos cerebrales, las emociones y la creatividad. En el último de ellos (ya en librerías chilenas), Sentir y saber, quiso reflexionar a fondo sobre la conciencia, su desarrollo, su relación con los sentimientos y qué es lo que nos hace humanos. De hecho parte de esta entrevista fue por mail y la otra por teléfono, desde su casa en California. Nada de Zoom.
Damásio dice que a pesar de que tiene que sentarse frente al computador para contestar correos, intenta “operar en otra era”. “Uso muy poco IPhone, no mando mensajes. Trato de vivir la vida como en otra época. Uso los computadores para ayudarme con cosas que son inevitables. Pero debo decir que detesto la manera como nuestra comunicación ha desaparecido… Hay oficinas y lugares en los que solo se comunican a través de internet, en vez de entre seres humanos. Eso lo encuentro terrible”.
La era Covid lo preocupa y dice que en los últimos meses le ha costado mantenerse optimista. “Por supuesto, es precisamente cuando uno se siente desanimado cuando necesita ser más fuerte, inventar nuevas soluciones y invocar a tu optimismo”, agrega.
¿Qué lo motivó a escribir sobre la conciencia hoy?
He estado interesado en la biología de la conciencia durante muchos años y he escrito sobre ella antes. En este punto, sin embargo, tengo respuestas definitivas sobre cómo se construye la conciencia. En otras palabras, creo que he encontrado un mecanismo para explicar los inicios y el funcionamiento de la conciencia, y el sentimiento es la clave del proceso.
¿Lo influyó la pandemia o la polarización política que se vive en Estados Unidos, y tantos países?
No realmente, porque lo escribí antes de la pandemia y la motivación es realmente científica. Sin embargo, estoy muy interesado por la polarización, la que pienso que en parte es causada por la pandemia, pero que habría pasado de todos modos, por la manera cómo la vida se vive en estos días casi alrededor de todo el mundo. Mucho tiene que ver con las redes sociales y la manera en que tenemos una confrontación constante de posiciones, que aparecen muy rápidamente, sin dar tiempo para pensar, ver los datos. Y, muchas veces, sin una buena evaluación de los hechos. Incluso, a veces, sin hechos. En resumen: independientemente del Covid y de la situación política, la conciencia es importante por sí misma, es un tópico crítico en la ciencia, pero claramente es bueno saber sobre la conciencia, la ética, los sentimientos en general, si vamos a enfrentar la convulsión política y social con la que estamos lidiando en la era del Covid.
Dice en su libro que la introspección no tiene rival como ventana “única” a los fenómenos que queremos entender. Pero ¿cómo rescatar la introspección en esta era de sobreestimulación, que no parece muy compatible con ella?
Estoy de acuerdo contigo en que es bastante difícil hacer introspección en esta era de sobreestimulación y con la gran cantidad de información que se nos ofrece a través de todo tipo de canales. Pero esa es también la razón por la que necesitamos la introspección tan apremiantemente. Necesitamos encontrar el tiempo y el espacio para confrontarnos a nosotros mismos, mirarnos a nosotros mismos y comprender nuestra situación, para que podamos tomar las mejores decisiones. También es importante tener en cuenta que no es posible entender la conciencia sin mirar en tu propia mente y analizarla en detalle.
¿Cómo desarrollar la introspección?
El único camino es que la gente esté consciente de ello, incentivarla. También debiera hacerse en los colegios. Lo que hay ahora es un mundo muy empobrecido, en donde en vez de educación, te entregan celulares, acceso a plataformas que te dan acceso rápido a información, sin pensar en la información, y menos pensando en uno mismo en relación a esa información. Debemos (preocuparnos) no solo por la pandemia y el conflicto que hay en el mundo de internet, también por el hecho de que estamos viviendo un mundo muy rápido y simplificado, donde no sólo estás preocupado de las cosas, sino de las imágenes de las cosas. Porque ahora no se trata de los objetos, sino de las fotos que haces de los objetos. Las personas a veces van a un lugar lindo y en vez de verlo, hacen fotos , y no lo ven. O van a una fiesta o una comida y terminan haciéndose fotos o de la comida, en vez de disfrutar de la comida o de los amigos. Debemos todos tratar de crear algún equilibrio, en un mundo donde la tecnología, y la sociedad en general, hacen lo contrario… Por último, mientras menos tiempo se dedique a la introspección y a analizar la realidad en la mente, es más posible ser convencido de falsedades.
Como gran neurocientífico ¿cuánto y de qué manera nos ha afectado la pandemia en cuanto a la falta de interacción y presencia humana?
Lamentablemente la pandemia nos ha afectado de muchas maneras. La obvia tiene que ver con nuestra salud y ha causado grandes daños, sobre todo por el llamado Covid largo, por no hablar del número de fallecidos. Los efectos sutiles tienen que ver con cómo se relacionan los humanos en una sociedad. En general, la pandemia ha suspendido la vida normal desde el punto de vista de las relaciones humanas, así como de la economía. Las repercusiones en la política también se están volviendo obvias y son notables en todas partes del mundo, sin importar el régimen político y la tradición histórica. Incluso las mascarillas, que son una necesidad, impiden la comunicación humana regular. La tragedia aquí es que no tenemos otra opción.
Usted distingue en su libro las “inteligencias” de los humanos y los no humanos. ¿Cómo caracterizarlas?
La inteligencia oculta o encubierta proviene del modo natural en que los organismos vivientes responden al mundo: estos tienen una inteligencia natural que les permite comportarse de la mejor manera posible para mantener su vida. No necesitas ni un cerebro ni sistema nervioso ni mente. Solo lo haces. En cambio, la inteligencia que nosotros tenemos -la consciente- está basada en un sistema nervioso, y en representaciones, en imágenes de las cosas, que corresponden a ideas, y que pueden convertirse en conciencia. Es algo muy diferente y complejo. Nos beneficiamos tanto de la inteligencia oculta como de la inteligencia consciente. Si no hubiéramos desarrollado sentimientos en el curso de la evolución, probablemente nunca habríamos desarrollado la conciencia, y si no lo hubiéramos hecho, nunca tendríamos la posibilidad de ser inteligentes de una manera deliberada y consciente.
Para usted ¿qué significa ser inteligente hoy, en este siglo?
Hay un modo práctico y uno teorético de definirla. En realidad, la inteligencia es la capacidad de resolver problemas. Este puede ser cómo ir de aquí a allá, o cómo hacer un cálculo, o los problemas de tu vida, o de la vida romántica. Todo ello es resultado, más o menos, de la capacidad de analizar todas las partes de un problema.
Como especie, no parecemos muy inteligentes al estar en medio de una catástrofe climática que no podemos enfrentar hasta ahora…
El término inteligencia es un poco vago… lo mismo pasa con el clima. Se sabe que las cosas van mal y las personas ahora están más conscientes de ello debido a los hechos que se han descubierto. Pero no es un problema de la inteligencia, sino de la voluntad, de la voluntad de tomarse un problema seriamente y hacer algo al respecto. En términos generales, es estúpido no prestarle atención al (cambio) climático, pero el problema no es falta de inteligencia: las personas saben cuál es el problema y qué se puede hacer. Pero no tienen la voluntad social y política de hacer lo que se necesita.
¿Cómo recuperar el sentido de futuro compartido en nuestros países, especialmente en el actual proceso chileno de redacción de una nueva Constitución?
Me complace saber que Chile, una nación vieja, tiene un gobierno nuevo y joven con grandes aspiraciones. La reflexión sobre la propia historia en contexto es el mejor consejo para la redacción de soluciones futuras efectivas.
¿A qué se refiere específicamente?
Cuando estás tomando posiciones políticas, eligiendo un candidato para votar en cualquier tipo de elección, no solo debes analizar el candidato sino el contexto en el que la vida de una institución -sea un país, una compañía, lo que sea- se ha desarrollado. Debes analizar ese background. No es solo elegir personas, sino personas en el contexto de la historia.
Lo que los robots no pueden hacer
También escribe en su libro acerca de la Inteligencia Artificial y la robótica. ¿Qué seguirá siendo lo humano, aquello que los robots nunca podrán hacer?
Los robots no tienen la posibilidad de sentir y esa es sin duda una distinción importante en relación con los seres vivos y con los humanos en particular. Los robots eventualmente tendrán algún tipo de “imitación de sentimientos” y eso puede resultar beneficioso para su inteligencia y para nosotros, pero no hay forma de que tengan sentimientos biológicos como nosotros.
¿No tiene miedo de que al tratar de agregar a la IA más similitudes con lo humano, cause más obsolescencia de la inteligencia y la actividad humanas, como dice Eric Sadin?
Ciertamente existe el riesgo de aumentar la inteligencia de la robótica, aunque también hay ventajas. No creo que haya ningún riesgo de que los humanos se vuelvan obsoletos. Desarrollamos la inteligencia artificial y no al revés y, si es necesario, también podemos destruir la inteligencia artificial.
Pero la llamada Cuarta Revolución Industrial, la automatización, podría dejar al 40% de personas del mundo sin trabajo…
La IA es un gran problema. Está bien que ayude a la solución de algunos problemas técnicos y nos ha dado algunas cosas buenas en términos del funcionamiento de las computadoras, así como hay trabajos simples que podrían ser hechos por máquinas. Pero el hecho de que las máquinas dejen sin trabajo a personas es un problema social y político. No debiéramos aplicar censura (a la IA), sino que debemos pensar en maneras de compensar la pérdida del trabajo, inventando otros trabajos. Si un robot puede hacer algo mejor y más seguro, no tengo problema con eso. Pero, al mismo tiempo, debemos tener una preocupación social por esa pérdida, y aplicar inteligencia y creatividad para encontrar un sustituto a ese trabajo. Hay que reconocer que hay un costo y hacer algo al respecto.
¿Cuánto afecta la era digital en la que vivimos a nuestra conciencia y bienestar, y de qué manera se ve afectado nuestro cerebro por la interacción 24/7 a través de la tecnología?
Usted está preocupada por los peligros de la era digital y yo también. Me preocupan esos peligros cuando se trata de la difusión de información en una sociedad. Sobre todo me preocupa la confrontación constante a la que invita la distribución de noticias a través de las redes sociales. Las buenas sociedades se construyen sobre abundante información, abundante discusión de esa información y sobre la posibilidad de reflexionar sobre las ventajas y desventajas de los hechos y las posiciones sin recurrir a la violencia.
¿Cree que los niños de hoy son “cretinos digitales” debido a su uso de pantallas, como piensa Michel Desmurget?
Estoy de acuerdo en que las consecuencias para los niños son especialmente importantes a considerar. Los niños deben ser protegidos de los peores riesgos de la era digital, al mismo tiempo de que hay que hacerlos conscientes de cuáles son esos riesgos tan pronto como tengan la edad para hacerlo.
En su experiencia, ¿qué produce bienestar y plenitud, finalmente, en la vida?
El bienestar proviene de la buena salud y el buen afecto. Eso es muy fácil de lograr en el paraíso, pero no tan fácil en sociedades complicadas donde las personas tienen que luchar para ganarse la vida y mantener relaciones productivas. El sentirse realizado, por supuesto, es diferente para diferentes personas. Lo que es importante darse cuenta es que además de la buena salud, los logros en las relaciones humanas y en la creatividad generan sus propias fuentes de realización.