La motivación, la planificación, la ejecución y la huida. Esos son los frentes por donde se mueve la indagatoria de la Fiscalía que busca resolver el crimen del teniente (R) Ronald Ojeda, exmilitar venezolano, disidente del régimen de Nicolás Maduro, que fuera secuestrado desde su departamento durante la madrugada del 21 de febrero.
En cada etapa de la investigación la Fiscalía ha ido obteniendo información relevante para el caso. Una de las últimas tiene que ver con la “planificación” del delito, donde se busca dilucidar cómo se ideó el plan para sacar a Ojeda de su departamento.
La información que los detectives han podido levantar es que la ejecución del secuestro contó con un trabajo de vigilancia, llevado a cabo por el único detenido en el caso, A. C. (17), y uno de los dos prófugos en la causa, Maickel Villegas Rodríguez. Ambos imputados, al igual que Ojeda, son de nacionalidad venezolana.
Sin embargo, la planificación también contó con otro elemento clave: el dato sobre cuál era el departamento exacto en que vivía Ojeda, el número, la orientación y la hora en que sí o sí estaría durmiendo y en la residencia. Esto, ya que en la empresa de seguridad en que trabajaba lo hacía en las noches en turnos de 4 x 4, es decir, cuatro días trabajados y cuatro de descanso. De hecho, el día del secuestro era su primera noche libre de esa semana.
Se llegó a la conclusión de un posible “dateo” con la revisión de las cámaras de seguridad del edificio. La PDI detectó que los “falsos detectives” que perpetraron el secuestro nunca dudaron dónde tenían que girar al momento de salir del ascensor, una vez que llegaron al piso 14.
“En virtud de los movimientos realizados por los perpetradores del hecho al interior del edificio donde vivía la víctima, como también al análisis de las cámaras de seguridad, es importante señalar que, a juicio de este equipo investigativo, los captores del afectado habrían contado con información privilegiada, observando que para llegar al departamento 1403 no realizaron movimientos erráticos, llegando de forma ágil y directa”, se lee en uno de los análisis de la Brigada Antisecuestros .
En esa misma línea se detalla que “en mérito a esos antecedentes, se amplió el rango de búsqueda en las cámaras de seguridad, con la finalidad de detectar a alguna persona que haya recopilado información acerca del afectado y su núcleo familiar, pudiendo proporcionar la misma a los perpetradores del hecho”.
Una inspección inusual
El día del secuestro eran dos los conserjes que estaban de turno, pero uno de ellos, según detectó la PDI, desapareció entre las 2.36 y las 4.03 de la madrugada.
Este conserje había llegado como reemplazo, inicialmente, por un periodo de 10 días. La policía comenzó a revisar sus registros y llegó al libro de constancia, donde no justificó su larga ausencia durante esa madrugada. A juicio de la PDI, esta fue una “situación inusual para el turno de ambas personas”.
El otro de los conserjes -y quien finalmente fue el que recibió a los “falsos detectives” en el hall- recordó ante los investigadores que los delincuentes entraron “portando una carpeta, que al exhibirla me mostró una foto y me consultó por un sujeto, el cual al no reconocerlo me dice que deben ir al departamento 1403, quedándose él conmigo en conserjería y subiendo tres personas más al ascensor y dirigiéndose al departamento antes señalado”.
Agregó que “mientras ellos allanaban el domicilio, los vecinos comenzaron a llamar para preguntar por el ruido; sin embargo, el sujeto me dijo que nos les contestara. Seguidamente, los sujetos bajaron a conserjería trasladando a una persona esposada y en bóxer, sin más ropa, y el sujeto que se quedó conmigo me pidió que abriera el portón rápidamente, por lo que abandonaron el lugar y dejé la constancia en el libro correspondiente”.
Luego de eso, recordó que bajó la esposa de Ojeda, quien le pidió llamar a Carabineros. Su compañero, en tanto, no aparecía por ninguna parte, hasta pasadas las 4 de la madrugada.
Una vez que pasaron los días, los detectives volvieron al hall del edificio, ahora para revisar en detalle las cámaras de seguridad, llegando hasta el día 12 de febrero, donde detectaron otra situación inusual.
Ese lunes, de acuerdo al informe de la PDI, el conserje que está bajo sospecha “conversó con la víctima en el hall de ingreso y posterior a eso, una vez que el afectado ingresó a su departamento, esperó alrededor de cinco minutos y subió hasta el piso 14, realizando un recorrido en primer lugar hacia el departamento de interés y luego por el resto del pasillo, sin generar ninguna acción ni constancia para su acción”.
Esta maniobra, para los detectives, podría dar luces de la filtración de información de Ojeda desde su propio edificio. “Su acción no es habitual a la realizada por los conserjes, subiendo directamente al piso en el que se encuentra el domicilio de la víctima”, se lee en los análisis.
“Cuiden su soberanía”
En tanto, durante la tarde de ayer se realizó el funeral del teniente (R), quien fue despedido por sus familiares en el Cementerio Parque Canaán de Pudahuel.
La esposa de Ojeda intervino durante la ceremonia y señaló que “les pido que no permitan que manchen el nombre de su país y se burlen de su soberanía. Espero que los encargados de la investigación y de todo este proceso no callen y digan la verdad, no engañen a su pueblo y no sean cómplices. Es un secreto a voces. Todo el mundo sabe quién es el culpable. Solamente les pido que defiendan su soberanía. Defiendan su país”.
De esta manera, la viuda del exmilitar insistió en lo que para ella y su familia fue la motivación del crimen: su posición política en contra del régimen de Maduro.