1) El dramático descenso de las precipitaciones
La Región Metropolitana y la zona central de Chile se han visto seriamente afectadas por una megasequía, fenómeno que se ha extendido por más de una década, la más larga desde que hay registros fiables en el país.
Muy asociado al cambio climático, esta falta de precipitaciones ha impactado directamente en la vida de las personas y en los diferentes ecosistemas. Si bien las últimas lluvias invernales representaron un alivio a este agobiante déficit que se extiende por más de una década, las cifras que se proyectan para el mediano y largo plazo son aún más negativas.
“La zona central y centro-sur han perdido alrededor de 30% de precipitaciones en promedio desde la década de los 80. Aunque este 2023 probablemente cerrará con un moderado superávit de agua caída (que hasta octubre era poco más de 4% de acuerdo con las mediciones de la estación QuintaNormal de Santiago), este superávit no cambia la tendencia. En el futuro es más probable que los años que se presenten con mayor frecuencia sean más parecidos a 2022 que a este año”, advierte Raúl Cordero.
El climatólogo explica que en los años en que se produce el fenómeno de El Niño hay un debilitamiento del Anticiclón del Pacífico. “El debilitamiento de éste favorece la llegada de tormentas en la zona central de Chile, y explica por qué este año fue el más lluvioso en dos décadas en la zona central del país”.
Por ello, enfatiza que es muy probable que las pérdidas de precipitaciones continúen, aunque quizás moderen su ritmo de caída, “dependiendo de los esfuerzos globales para mitigar el calentamiento global”, añade el climatólogo de la Usach.
Rojas dice que la falta de precipitaciones es tal vez el efecto más evidente del cambio climático en el país. “Chile es una nación con una larga historia de sequías, pero el cambio climático ha exacerbado esta problemática. La disminución de las precipitaciones y la reducción de los caudales de los ríos han afectado gravemente, entre otras actividades, a la agricultura, la principal fuente de ingresos de muchas comunidades”, señala el académico de la Universidad Autónoma.
2) Menos nieve en la cordillera
Chile depende mucho de la nieve de la Cordillera de los Andes, la que se ha visto seriamente afectada en los últimos años por efectos climáticos, evidenciando pérdidas de hasta 60%. Es más, incluso algunos análisis proyectan que en algunas zonas, la cordillera podría literalmente llegar a quedarse sin nieve.
“La zona central está perdiendo alrededor de 10% de cobertura nival por década. Se estima que esta zona ya ha perdido el 30% promedio de su cobertura nival. Es muy probable que las pérdidas de nieve continúen al menos durante las próximas tres décadas”, explica Cordero.
Rojas dice que el cambio climático ha trastornado drásticamente la estabilidad de los glaciares andinos, amenazando no solo la belleza natural de la región, sino que también amenazando los recursos hídricos esenciales para las comunidades que dependen de ellos. “La pérdida de nieve podría tener consecuencias catastróficas en términos de sequías, alteraciones en los ecosistemas y la disponibilidad de agua dulce. Es un llamado urgente para que Chile, y el mundo, para que intensifiquen los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático y se proteja el patrimonio natural y la sustentabilidad de las comunidades”, dice.
3) Derretimiento glacial acelerado
Por sus características geográficas, Chile es uno de los países más afectados con este fenómeno. Desde 1961 los glaciares del planeta han perdido más de 9.625 gigatoneladas de hielo, propiciando un aumento del nivel del mar. Además, el hielo marino se está reduciendo más de 10% cada 10 años.
“El aumento de la temperatura está derritiendo los glaciares de la Patagonia y la Cordillera de los Andes, lo que amenaza el suministro de agua dulce en el futuro. También está afectando a los ecosistemas marinos, lo que provoca la migración de especies y la proliferación de algas nocivas”, advierte Rojas.
“Los Andes, incluido campos de hielo, pierden anualmente casi 20.000 millones de toneladas de hielo glacial”, indica Cordero.
“Estas extraordinarias pérdidas están contribuyendo con cerca del 1% al alza en el nivel del mar. Es muy probable que éstas continúen en el futuro y podrían aún acelerarse”, añade el climatólogo de la Usach.
4) Más olas de calor
La zona central y la Región Metropolitana se han visto afectados gravemente por repetidas olas de calor. Ya existen en el registro varios récords asociados a este fenómeno. Se pronostica que el próximo verano debería ser uno de los más calurosos desde que existe registro, con temperaturas que en Santiago podrían bordear los 40 °C y que en zonas como Los Ángeles y Chillán podrían llegar incluso a 44 °C.
Ello, a su vez, provocará olas de calor de hasta 10 días consecutivos, consecuencia directa el calentamiento global así como también el arribo del fenómeno de El Niño, sumado a otras variables climáticas.
Cordero dice que la frecuencia de estas olas se ha disparado en el mundo. “En Santiago, por ejemplo, se han triplicado en las últimas tres décadas. Si en los 80 usualmente se registraba un par de olas de calor por año, en 2020 se registraron extraordinarias 10 olas de calor. Este 2023 se han registrado hasta la fecha ocho olas de calor. Desafortunadamente el alza exponencial en el número continuará”, advierte.
“Uno de los impactos más notorios del cambio climático es el aumento de las temperaturas. Las olas de calor se han vuelto más frecuentes y prolongadas, lo que también afecta la salud de las personas, especialmente en las regiones del norte y centro del país”, explica el investigador de la U. Autónoma.
5) Intensificación de incendios forestales
Los incendios forestales se han transformado en una nueva amenaza global. Desde el 1 de julio (fijado como el inicio de la temporada) a la fecha, se han registrado 35 incendios de ese tipo a lo largo del país, arrasando 407,67 hectáreas.
“También se han vuelto más intensos y destructivos debido a las condiciones climáticas más secas y calurosas. Ponen en peligro la biodiversidad y la seguridad de las personas en áreas rurales”, considera Rojas.
Una serie de feroces incendios estallaron en Chile en el verano de 2023, seis años después de la temporada récord de incendios de 2017. Favorecida por condiciones climáticas extremas, los incendios han aumentado dramáticamente. Un total de 1,7 millones de hectáreas se quemaron en la última década, triplicando las cifras de la década anterior. Seis de las siete temporadas de incendios más destructivas en Chile ocurrieron desde 2014, dice Cordero.
Además de las pérdidas, tienen un efecto perjudicial para la salud, especialmente para las mujeres embarazadas, que pueden llegar a tener un parto espontáneo o prematuro. Por ello, y previendo un verano caluroso, el gobierno destinó 148 mil millones de pesos, 70 aeronaves y más de 3.000 brigadistas para el combate de estos incendios.