Los alcances de la pandemia han golpeado con fuerza a los diversos ámbitos de la sociedad. Así, Claudio Castillo, académico en Salud Pública de la Universidad de Santiago de Chile, ve con preocupación la situación.
¿Cuál es su diagnóstico de la salud mental en escolares?
Las necesidades de los infantes se han invisibilizado. Las atenciones de salud mental cayeron dramáticamente en un 62%, en niños de cero a nueve años. Hoy hay una mirada del cuidador, pero no un diagnóstico profesional. Y hay un gradiente socioeconómico: la presencialidad de las clases se ha dado más en el sector privado y los que han tenido menor acceso van a tener mayor impacto.
¿Se ha abordado bien por el Estado?
Cuando partió la pandemia se redirigieron los esfuerzos de niños a adultos. Y tras un año y medio eso no se puede mantener. Los niños no han sido incluidos. Y aquellos menores que no han recibido sus controles de salud van a tener pérdidas tremendas.
¿Se necesitan clases presenciales?
Las inequidades del país también se reflejan en la educación a distancia, no todos tienen acceso. Que la escuela no esté disponible los afecta, y más a los niños socioeconómicamente más bajos. Obviamente, depende de la situación epidemiológica de cada lugar, pero donde se permita se deben hacer esfuerzos para generar espacios presenciales.
¿Cómo se supera este problema?
Lo primero es disponibilizar toda la oferta y el acceso de diagnósticos oportunos y tratamientos integrales. En Chile hay programas (Pasmi, de Chile Crece Contigo), pero no llegan a todos. Se requiere una señal potente de la autoridad de que los niños están primeros en la fila. Aquí nos estamos jugando el futuro del país. En políticas publicas se debe considerar un enfoque de infancia, los niños no pueden quedar olvidados.