Por Andrés Gómez Bravo, subeditor de La Tercera Domingo

En 1968 escribió: “Cuba sí/ yankees también”. Irónicamente, Nicanor Parra subvertía la orden de Fidel Castro (“Cuba sí/ yanquis no!”) y respondió a quienes lo criticaban por sus coqueteos con La Habana y Nueva York. Audaz, inventivo y controversial, Parra era el poeta predilecto de la izquierda joven y mantenía relaciones con el medio cultural norteamericano. Así, en 1969, mientras en Chile publicaba Obra gruesa, en Cuba aparecía una antología de su creación. Y en diciembre saludó la llegada del hombre a la Luna con un formidable antipoema en revista Life.

1969 fue un año importante para él: en septiembre recibió el Premio Nacional de Literatura. Si bien este no acalló a sus detractores, fue un batatazo a la tradición (“algo así como el quiebre de la banca en el casino”, escribió Antonio Skármeta). Y fue también el reconocimiento oficial a su indudable categoría poética. Por esos días lo visitó Mario Benedetti en La Reina. El escritor uruguayo lo entrevistó para revista Marcha y lo encontró “más alegre que otras veces, y también más seguro, más tranquilo”.

Tal vez ya entonces trabajaba en Portrait a lady, el poema que publicó en Life y que rescató LT Domingo hace una semana. El texto no fue recogido en las Obras completas y, curiosamente, él no lo mencionó. Tal vez porque apareció firmado como Nicolás Parra.

Estructurado en tres partes, muestra a un autor en plena madurez y manejando hábilmente distintos registros. Sus versos dialogan con Obra gruesa y recuerdan a Cartas del poeta que duerme en una silla (“Queda de manifiesto/ Que no hay habitantes en la luna/ Que las sillas son mesas.../ Que la verdad es un error colectivo”). Del mismo modo los versos de Padre nuestro (“Padre nuestro que estás dónde estás/ Rodeado de ángeles desleales…”) encuentran eco en los de 1969: “Padre nuestro que estás en la luna/ santificada sea tu luna…”.

Las tensiones políticas se filtran también en el poema: a la luna “se la disputan yankees y rusos”. Mientras uno dice “si los yankees son tan macanudos/ por qué no van al centro de la Tierra”, otro eleva el volumen: “Ya les dije: NO SEAN MARICONES:/ el tío Sam se robó la película”.

Hace una década, en Las Cruces, Nicanor me dijo: “Bolaño me puso en órbita de nuevo”. Ojalá este hallazgo sea el impulso para volver a poner en órbita a Parra, la estrella explosiva de la poesía chilena que escribió con innegable coraje: “Yo no soy derechista ni izquierdista/ Yo simplemente rompo con todo”.