Columna de Iván Poduje: Jugar con fuego sin quemarse
Por Iván Poduje, arquitecto
Uno de los aspectos más terribles de la segregación urbana, es que invisibiliza los problemas que afectan a los territorios carenciados, hasta sacarlos de la agenda pública. Como conté en mi libro Siete Kabezas, esta indiferencia fue un acelerante del estallido, ya que impidió ver sus detonaciones previas, como los turbazos a supermercados, la radicalización de los secundarios o el control territorial de narcotraficantes.
Pero hay algo peor que la indiferencia y eso es justificar la violencia o encontrarle un finalidad. Eso hizo Fernando Atria cuando diferenció los graves desmanes ocurridos el pasado lunes 18, con el estallido de octubre de 2019, ya que este “abrió la puerta a un proceso que hoy todos celebramos”. En simple, para Atria existe una destrucción aceptable y otra delictual, si la primera es útil a sus objetivos, aunque ambas sean brutales y perjudiquen a los vulnerables.
La dimensión funcional de la destrucción también fue analizada por Daniel Matamala en una columna publicada en La Tercera el 17 de noviembre de 2019. En ella, dijo que Marx tenía razón al situar la violencia como “la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva” ya que la debacle que vivimos la noche del martes 12 de noviembre fue lo que empujó el “acuerdo virtuoso” del 15, y que fue un método efectivo para “impulsar transformaciones”.
¿A que transformaciones se habrá referido Matamala? Ya sabemos que el acuerdo de noviembre no apagó la violencia. Lo vimos con estupor el lunes, pero también en marzo de 2020, cuando el fuego se comenzó a descargar sobre estaciones de Metro, liceos y locales comerciales hasta que la pandemia lo apagó. Tampoco han mejorado las condiciones de vida de la población y, como el proceso constituyente recién se inicia, no sabemos en que terminará, como para celebrarlo anticipadamente.
Lo único cierto es que tenemos ciudades más inseguras y segregadas que hace dos años. La semana pasada recorrí los 25 puntos más golpeados por el estallido en Santiago, y en 12 encontré señales de abandono y deterioro preocupantes. También es un hecho que la crisis social, sumada a la sanitaria, duplicó la cantidad de campamentos, creando anillos de marginalidad que no existían en 2019 en Santiago, San Antonio o Copiapó.
El único beneficio que han percibido los chilenos ha sido a costa de su plata, gastándose los fondos de pensiones. Pero se trata de una falsa ilusión de bienestar, ya que la mitad de la población se quedó sin ahorros para su vejez. Los efectos adversos de los retiros ya se perciben en la inflación o los créditos hipotecarios, tal como advirtieron varios economistas que fueron descalificados por Matamala, que los trató de lobistas insensibles en su columna “Que viene el cuco”.
Al igual que Atria, Yasna Provoste considera que los delitos ocurridos en las protestas de 2019 deben ser indultados, lo que plasmó en un proyecto de ley presentado junto Alejandro Navarro, Juan Ignacio Latorre y otros tres senadores. Quizás por eso Provoste despareció del mapa cuando los desmanes del lunes subieron de tono. Luego de horas, publicó un video donde apoyaba las manifestaciones pacíficas, y rechazaba categóricamente los delitos que ella misma propuso indultar. Gabriel Boric también se demoró en reaccionar. Es que el diputado no sólo apoyó el indulto a los “presos de la revuelta”, sino que se negó a prohibir las barricadas incendiarias que generaron estragos en varias arterias en este estallido chico. Además, Boric celebró las evasiones masivas que dejaron a trabajadores del Metro heridos y que desestabilizaron la ciudad completa, afectando la calidad de vida de millones de capitalinos.
¿Qué explica que personas informadas y poderosas hagan estas barbaridades? En mi opinión es la segregación urbana que comenté al inicio. Quienes ven la violencia como un destello de esperanza y transformación, deben vivir en barrios acomodados que nunca se ven afectados por ella, con salarios abultados que les permiten jugar con fuego sin quemarse nunca, a diferencia de los vecinos de San Bernardo, La Pintana, Pudahuel o Valparaíso.
Termino diciendo que participé en la elaboración de las propuestas de vivienda de Sebastián Sichel, pero ese hecho no condiciona nada de lo escrito en esta columna. Sobre la destrucción de las ciudades he tenido una sola línea desde el 18-O de 2019 y la seguiré manteniendo independiente de quien gane la Presidencia.