Columna de Iván Poduje: Las ciudades del futuro
Nuestras ciudades enfrentan una severa crisis de inseguridad y deterioro derivada de la violencia octubrista y el complejo escenario económico, que podría llevarnos a un 2023 sin crecimiento o incluso con recesión. Esto explica el pesimismo de la población, que debe caminar por vitrinas blindadas, monumentos vandalizados y un comercio informal que ha invadido sus plazas y espacios públicos.
En este contexto, la invitación que nos hace La Tercera para imaginar el futuro, a partir del concepto del “metaverso”, es una tarea necesaria. Como técnicos tenemos que entregar respuestas a los problemas que agobian a la ciudadanía aplicando todo el potencial de las nuevas tecnologías. Sin embargo, no podemos caer en excentricidades que son comunes cuando exploramos conceptos tan nuevos. La ciudad del metaverso no puede ser una nueva utopía o la Aldea Hobbit que sueña el urbanismo caviar. Nuestra responsabilidad es atender las angustias de los vecinos para darles respuestas concretas en plazos breves.
Por lo tanto, en esta columna intentaré imaginar esta ciudad del futuro atacando tres urgencias sociales: la delincuencia, el déficit habitacional y la carencia de áreas verdes. En lo primero necesitamos pasar de la ronda de carabineros a una estrategia integral que ocupe el potencial de la tecnología para proteger a la población y especialmente a los niños. Esto se logra recuperando el espacio perdido a manos de los delincuentes, mediante un plan de “acupuntura urbana” que crea un nuevo ecosistema de servicios integrados mediante redes de alta tecnología. Los franceses han implementado este sistema en los barrios más inseguros de París y funciona. Se aplica una tecnología de detección de delitos basada en la combinación de miles de cámaras, alarmas comunitarias y luminarias que permiten cubrir todos los “puntos ciegos” o zonas recurrentes de delitos.
Las cámaras no solo permiten captar delitos. Leen las patentes de los autos en tiempo real y cuando se hace el match con un vehículo robado, se produce un despliegue inmediato de policías que interceptan a los sospechosos, lo que reduciría la frecuencia de portonazos. Para ello, este ecosistema de redes cuenta con “casas policiales” que son recintos más pequeños que comisarías o tenencias, que pueden ocupar viviendas abandonadas o en arriendo y que no requieren espacio para radiopatrullas. Funcionan con motos que los policías usan para llegar rápidamente luego de que se activan las alertas y se detecta un delito potencial.
Vamos ahora a la vivienda y la falta de áreas verdes. El déficit habitacional se estima en 650 mil viviendas y el gobierno se ha comprometido a construir solo 240 mil, además de 20 mil viviendas sociales de arriendo, una pésima política pública que ha hecho estragos en Europa y que va contra el principal anhelo de las familias chilenas, que es tener una casa propia.
Además de la carencia de vivienda, un desafío de la ciudad del futuro es combatir la desertificación. ¿Por qué no combinamos ambos objetivos y pensamos en un cinturón verde que rodee Santiago como propuso la Fundación San Carlos de Maipú y donde las familias puedan vivir en casas con patios? El 30% de ese anillo serían avenidas arboladas como Ricardo Lyon o Macul, y plazas más parques vecinales. En este punto, la tecnología puede hacer maravillas. Santiago está rodeado de 9.000 hectáreas urbanas ubicadas fuera del área de concesión de Aguas Andinas. Con una ley simple, estos nuevos barrios podrían tener un sistema de tratamiento de aguas grises (ducha, lavabo) que permitiría regar a bajo costo los patios de las casas y los parques.
¿Y como compramos el suelo? Aplicamos una norma que exija a los propietarios ceder un 30% de estos terrenos para viviendas sociales y de clase media como condición para urbanizar el resto. Y en esos terrenos ponemos casas prefabricadas, diseñadas en serie, que podrían costar la mitad de una tradicional e incluso menos cuando se materialice la impresión en 3D. Sólo con esta medida podríamos ofrecer 50 mil viviendas adicionales a las propuestas por el gobierno en cuatro años. Los barrios del anillo verde tendrían este ecosistema de servicios conectados con una escuela, un consultorio, un área de comercio y una casa policial, que permita recuperar la paz perdida, mientras los niños pueden explorar el universo desde sus patios verdes, con la tecnología del metaverso.
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