Columna de Letty Barrientos: El futuro de Chile

El FMI dice que persiste el riesgo de descontento social en Chile por las demandas insatisfechas y el deterioro de la seguridad
Columna de Letty Barrientos: El futuro de Chile


Por Letty Barrientos, académica de la Escuela de Negocios de la Universidad Mayor.

Para 2025, el FMI redujo levemente las proyecciones de crecimiento del PIB real de Chile, de 2,5% a 2,4%. Aunque la reducción es mínima, tiene dos implicancias importantes. Primero, esta tasa de crecimiento está muy por debajo del promedio de las economías emergentes, que se proyecta en 4,2%, impulsadas por los países asiáticos. Segundo, refleja que la economía chilena, una vez más, crecerá por debajo del promedio de América del Sur, que se estima en 2,75%.

Argentina será el país de mayor crecimiento, con un 5%, aunque esto es solo un rebote de la recesión de 2024. Paraguay y Uruguay destacarán, con un crecimiento proyectado del 3%. Uruguay se beneficiará de su estabilidad institucional y del impulso de Argentina y Brasil, aunque este último país crecerá un 2,2%. Es que pese a ello, representa la mitad del PIB del cono sur.

En tanto, Perú y Colombia crecerán un 2,6% y 2,5%, respectivamente, impulsados por los sectores de exportaciones de materias primas y una leve recuperación de salarios y empleo, aunque ambos enfrentan incertidumbre y desafíos de gobernabilidad.

Chile, históricamente un referente regional por su solidez institucional, estabilidad política, reformas estructurales y capacidad para atraer inversión privada, ha enfrentado recientemente un estancamiento en las condiciones necesarias para mejorar la productividad, desarrollar nuevos sectores y afianzar la estabilidad social, elementos clave para un crecimiento sostenible.

Este deterioro se refleja no solo en la convergencia de su tasa de crecimiento con los promedios regionales, sino también en el debilitamiento de las condiciones políticas, una productividad estancada, la caída del ahorro, una confianza menguante en la inversión privada y una creciente dependencia del desempeño de los sectores de materias primas.

Es de esperar que las políticas públicas y el manejo económico tome nota de lo anticipado por este organismo internacional, para que el próximo año contemos otra historia de cara a 2026.