Por Tomás Rau, Profesor asociado y director del Instituto de Economía UC
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el salario mínimo debiese cubrir las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias considerando las condiciones económicas y sociales de los países. Sin embargo, no existe una regla para fijar dicho monto, salvo algunos parámetros como inflación y productividad que no siempre son considerados.
En los últimos días, el gobierno anunció un aumento del salario mínimo de $350 a $380 mil a partir del 1 mayo y a $400 mil a partir del 1 agosto de este año. Solo con el incremento de mayo, el salario mínimo habrá aumentado casi un 97% en términos nominales en los últimos 10 años y un 40% en términos reales, muy por sobre las remuneraciones promedio. Esto invita a poner en perspectiva la discusión, sobre todo si se consideran las condiciones económicas y sociales del país y la agenda del gobierno.
La literatura internacional muestra que alzas moderadas del salario mínimo tienen efectos acotados en el empleo de corto plazo. Sin embargo, existen grupos desfavorecidos como los trabajadores jóvenes o de baja calificación. Por otra parte, alzas en el salario mínimo incentivan la automatización de trabajos que son “automatizables”. A esto debe agregarse el impacto en la informalidad y el efecto negativo en las Pymes que emplean a más del 70% de quienes reciben el salario mínimo.
Además, esta alza viene aparejada con un conjunto de reformas que debiese invitarnos a la cautela. A saber: nuevos aumentos del salario mínimo en los próximos años hasta llegar a los $500 mil, una reducción de la jornada laboral a 40 horas, una reforma previsional que aumentará sustancialmente la tasa de cotización con cargo al empleador (impuesto al trabajo) y un aumento inédito en la carga tributaria. Estas medidas no serán inocuas para una economía que hoy se desacelera indefectiblemente.
La economía la hacen las personas, pero son también las personas las que pagan los costos de las decisiones de política. El salario mínimo cumple un rol, pero la única forma de aumentar los salarios sosteniblemente en el tiempo es fomentando el crecimiento de la productividad laboral y eso no se logra por decreto, sino que invirtiendo decididamente en capital humano. De eso, poco se habla.