Un padre mira una película ochentera con su hija de nueve años. La película parte con créditos. Pasan uno, dos, tres minutos y las leyendas con los nombres de las personas que participaron en la producción del filme aún no terminan.

-¿Cuándo parte la película, papá?, pregunta la hija impaciente.

En ese momento al padre le cae la ficha. El contenido que él veía en su infancia era mucho más pausado y generalmente en un canal de televisión o en el cine. Nadie se cuestionaba que los créditos duraran tres minutos. Hoy, su hija a la misma edad que él tenía en los 80, ve contenidos cortos, a veces de menos de 15 segundos, en Youtube, TikTok, Instagram y otras redes sociales. Si ese contenido no es entretenido de inmediato, la solución es simple: busca otro. Los estímulos son infinitos, el espacio para el aburrimiento, para desarrollar paciencia, casi nulos.

Lo descrito anteriormente no es una simple anécdota. Expertos han empezado a estudiar el cerebro de los preadolescentes y adolescentes y se han encontrado con un escenario complicado. Nuevos factores como el anticipo de la pubertad, el dilema del desarrollo cerebral, los problemas de alimentación, el mal dormir y las consecuencias del uso de tecnología están incidiendo en patologías como la depresión, la ansiedad y la ideación suicida.

Parte de esto tiene que ver con los sobre estímulos que ofrece la hiperconectividad. Los niños están experimentando factores estresantes antes de que sus habilidades de afrontamiento sean lo suficientemente maduras para manejarlos. Así lo explica el profesor de Psicología de la Universidad de Temple, en Philadelphia, Laurence Steinberg, en un reportaje de The New York Times, titulado “Cuestión de vida o muerte: la crisis de salud mental de los adolescentes estadounidenses”, que sostiene que el cerebro actual de los niños es algo como “tener el acelerador presionado hasta el piso antes de que haya un buen sistema de frenos funcionando”.

También hay que establecer que si bien la pubertad ayuda a que los cerebros jóvenes respondan mejor a las emociones, a las recompensas y las amenazas, algunas regiones del cerebro, incluida la corteza prefrontal que ayuda a regular el autocontrol, maduran más tarde.

Por otra parte, según explican investigadores, el propio desarrollo del cerebro ha estado cambiando durante décadas y ahora las transiciones neurológicas clave están ocurriendo antes, haciendo que los cerebros jóvenes sean más sensibles a una inundación acelerada de información, cambiando la adolescencia como la conocemos.

“Los niños están como angustiados, agobiados, es difícil enfrentar esta situación, porque uno no sabe cómo enfrentarlo muchas veces”, relata Pamela, madre de una adolescente de 15 años.

Según explica la doctora Vania Martínez, psiquiatra infantil y adolescente, académica de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay, “la sobreinformación te puede agobiar, sobre todo aquella catastrófica, como la crisis climática y otras que tengan que ver con un futuro desesperanzador. Eso también puede influir en la salud mental”.

Estableciendo que es un tema multifactorial, la ciencia está en estado de alerta ante la crisis a nivel mundial -y obviamente también en Chile- por la que atraviesan los adolescentes. De esta manera, han comenzado a investigar y entregar posibles respuestas a los factores que podrían estar influyendo en este nuevo escenario.

“A nivel mundial existe una preocupación por los problemas de salud mental en la población joven. Desde hace más de dos décadas ya se había identificado que alrededor del 50% de los problemas de salud mental en la adultez tienen su comienzo en la infancia y adolescencia. Por otro lado, los niños y niñas que experimentan la pubertad temprana pueden estar pasando por cambios físicos y mentales antes de que sean lo suficientemente maduros emocionalmente para manejarlos”, explica el doctor Fernando González, jefe de División de Prevención y Control de Enfermedades de la Subsecretaría de Salud Pública.

Aarón Cortés, doctor en psicología, investigador de la Clínica Universidad de Los Andes y miembro de la Red para la Atención y Derivación de Adolescentes en Riesgo (RADAR), explica que el adelantamiento de la pubertad también se transforma en un problema porque “hay un cambio hormonal que no necesariamente está al mismo nivel que el desarrollo neurológico de los adolescentes. Ese desarrollo neurológico permite cognitivamente a las personas entender y afrontar ese cambio y mientras antes se produce ese cambio hormonal, mientras más temprano una niña tiene una menarquia, menos posibilidad tiene de entender lo que está pasando en su cuerpo”.

Pubertad anticipada

La adolescencia se inicia con la pubertad y ya existe evidencia científica que demuestra que esta etapa está comenzando antes. Los investigadores buscan las causas de este fenómeno en los cambios en la nutrición, el aumento de la obesidad y la exposición a ciertas sustancias químicas e incluso a la luz. Para los especialistas, este puede un factor con varias consecuencias.

Cortés señala que “se está juntando evidencia, que ya es bastante concreta, de que efectivamente la pubertad se está adelantando. La menarquia en niñas llega más temprano, cada vez el cambio hormonal en hombres es más temprano y hay estudios a nivel mundial, en diferentes países, en diferentes culturas, que muestran la misma tendencia”.

“Para algunas personas es un factor de riesgo tener una pubertad precoz para problemas de salud mental, sobre todo en mujeres”, agrega la doctora Vania Martínez.

Según cuenta M, que recién cumplió 13 años, “hay algunas amigas que están más “desarrolladas” que otras, compañeras que están preocupadas por empezar a pololear, pero otras todavía pensamos que es muy pronto, nos da lata, los compañeros son muy feos y queremos hacer otras cosas… como seguir con los videojuegos”.

Este cambio no solo tiene que ver con cambios fisiológicos externos. Cuando llega la pubertad, una parte del sistema neurológico se pone en alerta máxima, lo que hace que los adolescentes sean más sensibles a las conexiones sociales y la jerarquía, explican algunos investigadores.

Las discusiones con los padres y con cualquier adulto pueden aumentar, pero también se enfrenta la dificultad para “encontrar un lugar en el mundo” con sus posibles pares. A esto se suma los medios de comunicación y el uso de redes sociales que amplían la posibilidad de elección.

El doctor González explica que “la pubertad precoz pone a los niños y niñas en mayor riesgo de problemas de salud emocional y mental, como ansiedad, depresión, baja autoestima y mala imagen corporal o dismorfia corporal. A medida que continúan madurando, los niños que pasaron por la pubertad temprana también pueden ser más propensos a abusar de sustancias, tener una actividad sexual más temprana (que se asocia con mayores riesgos de embarazo en la adolescencia) y sufrir trastornos alimentarios”.

El dilema de las tecnologías

En octubre de 2022 se dio a conocer en la Revista Chilena de Pediatría, Andes Pediátrica, un estudio en el que participaron diversos organismos dedicados a la salud mental de los adolescentes denominado “Depresión, ansiedad generalizada y riesgo de consumo problemático de sustancias en estudiantes secundarios”, donde participaron 2.022 estudiantes de primero medio a tercero medio en ocho establecimientos educacionales de la zona norte de Santiago (edad promedio 15,2 años). ¿Los resultados? Preocupantes.

El 52,9% cumplía criterios para uno o más problemas de salud mental. Al mismo tiempo, el 35,2% puntuó positivo para depresión, 25,9% para ansiedad generalizada y 28,2% para riesgo de consumo problemático de sustancias. El 26,5% puntuó positivo para dos o más problemas de salud mental. A esto hay que sumar el hecho de que las cifras señalan que los intentos de suicidios han aumentado, y la pandemia incrementó estas poco alentadoras cifras.

Si bien los datos no son concluyentes, sí se puede decir que muchos adolescentes se ven afectados por el uso de redes sociales en distintas dimensiones: duermen menos, hacen menos ejercicio, pasan menos tiempos con los amigos, se ven influenciados por ejemplos virtuales de belleza y “salud”.

Esto sucede en un periodo de la vida en el que es frecuente poner a prueba los límites y explorar la identidad propia. El resultado combinado de todos estos factores para algunos adolescentes es una suerte de implosión cognitiva: ansiedad, depresión, comportamientos compulsivos, autolesiones e incluso suicidio.

Para los especialistas, plataformas como Instagram y TikTok tienen un gran impacto en los adolescentes y en su salud mental. “La gente a través de redes sociales recibe estereotipos de belleza o el éxito, entre comillas, que los hace tomar distancia con respecto a su propia realidad”, señala Martínez.

En esa misma dirección, Cortés advierte que “todos muestran la mejor foto en Instagram, pero no necesariamente lo que están viviendo. Muchas veces los adolescentes ven a sus influencers, que en teoría tienen una vida perfecta, la cual no necesariamente es así”.

“Diversos estudios indican que el uso de teléfonos inteligentes y redes sociales está relacionado con el aumento de la angustia mental, las conductas autolesivas y el suicidio entre los jóvenes; existe una relación dosis-respuesta y los efectos parecen ser mayores para niñas y adolescentes mujeres. Las redes sociales pueden afectar la visión que los adolescentes tienen de sí mismos y a sus relaciones interpersonales a través de la comparación social y las interacciones negativas, incluido el ciberacoso. Además, el contenido de las redes sociales a menudo implica la normalización e incluso la promoción de las autolesiones y el suicidio entre los jóvenes”, recalca González.

A esto se suman fenómenos asociados a las redes sociales que incrementan las afecciones a la salud mental como el ciberacoso o ciberbullying. Así lo cuenta J, de 15 años: “Tuve que cerrar el Instagram porque niñas de otro curso me molestaban demasiado”.

Aunque acá la doctora Martínez se apura en aclarar que “el fenómeno de la muerte por suicidio es complejo, es multifactorial. Son varios factores los que se unen por una muerte por suicidio, no hay que simplificarlo. Por ejemplo, no es solo el bullying, quizá la persona que llega a ese extremo tenía pocas habilidades sociales, poca red de apoyo, o además tenía depresión. Son varios factores los que se unen por una muerte por suicidio”.

Efectos de la pandemia

Uno de los elementos coincidentes entre los científicos a nivel mundial, son los efectos que generó la pandemia del Covid-19 en la salud mental en las personas y en particular en adolescentes, cuestión que en Chile se replica.

“Una de las razones por la que la salud mental en el mundo está más deteriorada es por la pandemia. Hay estudios de cómo ha afectado a la ideación suicida. Por ejemplo, el estrés que sufrieron las mujeres embarazadas en pandemia tiene efecto en el feto (…). Se están haciendo muchos estudios para identificar los diferentes niveles de impacto tanto emocional como fisiológico de la pandemia, como se ha hecho con estudios post terremotos, o post guerra a nivel mundial. Y hay efectos tanto cognitivos de la generación siguiente a esa crisis, hasta factores inmunológicos de personas que tienen mayor frecuencia a patologías”, explica Cortés.

Las cifras negativas en la salud mental de los adolescentes en Chile y en el mundo, sin embargo, venía creciendo exponencialmente antes de los confinamientos de la pandemia. Por ello, en el mundo científico se busca dar respuesta a una serie de inquietudes: ¿Se puede hacer algo para evitar la situación o es parte de las consecuencias de la evolución humana? ¿Estos problemas son inherentes a la adolescencia y simplemente pasaban desapercibidos antes? ¿Son problemas de esta generación de “cristal”?

Las comparaciones históricas son difíciles, pues algunos datos sobre ciertos problemas, como la ansiedad y la depresión de los adolescentes, comenzaron a recopilarse hace relativamente poco tiempo. Pero las tasas de visitas a urgencias por suicidio y autolesiones ponen en alerta que la naturaleza física de la amenaza ha cambiado de manera importante.

“El hecho de dormir poco tiene un impacto negativo en la salud mental y dado la exposición a pantallas, a redes sociales es probable que eso también esté influyendo en un peor dormir. Eso podría también ser unos de los factores que influya”, dice Martínez.

“He pasado fin de semanas enteros en la casa jugando League of Legends”, asegura F, de 15 años.

Si tú o alguien que conozcas necesita ayuda, comunícate con:

- La línea *4141, “no estás solo, no estás sola”, es completamente gratuita y se puede llamar desde celulares de lunes a domingo, las 24 horas del día. Las personas que estén enfrentando una emergencia o crisis de salud mental asociada al suicidio, podrán contactarse con un psicólogo especialmente capacitado que los escuchará y ayudará.

- La Línea Salud Responde 600 360 7777, opción 2. Línea para urgencias psicológicas. Atiende de 8.30 a 20.00

- Qué hacer si una persona presenta señales de alerta:

* No dejes a esa persona sola e involucra a algún familiar.

* Elimine todo lo que pueda usar para provocarse autolesiones o quitarse la vida.

* Acompañe a la persona a su centro de atención primaria o de salud de referencia. En caso de riesgo inminente acompáñelo al servicio de urgencia más cercano.

- Cómo ayudar a los adolescentes:

* Reconoce las señales, buscando cambios en el comportamiento, pérdida de apetito, alteraciones en patrones de sueño.

* Acércate con sensibilidad, siendo claro y directo, pero con compasión y no con culpa.

* Plantea formas saludables del manejo de emociones como el deporte, la lectura, la meditación.

* Es ideal buscar ayuda profesional para un diagnóstico correcto y, de ser necesario, una medicación adecuada.