Por Álvaro Peralta Sáinz, cronista gastronómico.

En la misma casona donde ha funcionado desde 1954 la Societa di Mutuo Soccorso Italia e L’Umanitaria Riunite, una de las primeras asociaciones de los inmigrantes italianos que llegaron a Chile y que de alguna manera fue el germen del actual Estadio Italiano, se instaló hace unos tres años Da Franco, un restaurante -obviamente- especializado en comida italiana. Básicamente, pastas y pizzas. Y según nos comentaron, todo elaborado en casa.

La verdad es que este sitio lo conozco hace mucho, porque viví por años en el sector, pero no había tenido la oportunidad de visitarlo bajo la administración de Da Franco. Cosa que hice hace algunos días a la hora de almuerzo, cuando un buen número de comensales -la mayoría oficinistas que seguramente trabajan en la zona- ya ocupaban varias de sus mesas. De todas maneras pude ubicarme en una de éstas y revisar la carta para luego pedir unos ravioles rellenos con verdura más salsa boloñesa ($9.900) y una copa de Coyam ($4.500). Se pidió también un vaso de agua con hielo para limpiar un poco el paladar.

Y así, tras entretenerme un ratito con algo de pan -que llegó con el vino- arribaron a la mesa los ravioles. De aspecto, se veían tal como uno se los imaginaría en una tratoria. Es decir, venían en un plato más o menos grande, con una buena cantidad de ravioles y un aditamento de salsa boloñesa más que generoso. Hasta ahí, todo bien. ¿Y el gusto? Los ravioles -de tamaño medio y masa más bien delgada- tenían ese relleno típico de verduras, o sea esa pastita tan rica como indefinida pero que al final da saldo positivo en cuanto a sabor y textura. La salsa, ni tan cargada a la carne, estaba muy bien de aliños y con la salsa de tomates bien trabajada, lo que la dejaba muy bien para combinarse con los ravioles.

En resumen, un plato correcto, sabroso y medianamente contundente. Muy acorde con el precio e ideal para un almuerzo rápido en una jornada laboral, el que cerré con un discreto espresso ($1.800). El resto de la experiencia corrió por cuenta de la hermosa casona que alberga a este restaurante y que evoca a otros tiempos. Tiempos más solidarios y amistosos para los que estaban llegando al país desde otras latitudes a tratar de -simplemente- tener una mejor vida. Como las abuelas y los abuelos de tantos de nosotros. Ahora bien, la guinda de la torta en este almuerzo fue la atención. Cortés, informada y ágil. Así las cosas, no será este el mejor restaurante de pastas de Santiago pero sí uno muy agradable de visitar.

CONSUMO TOTAL: $14.400

DIRECCIÓN: Vicuña Mackenna 83, Santiago.

HORARIO: Lunes y martes 13 a 22 hrs. Jueves a sábado 13 a medianoche. Domingo 13 a 17:30 hrs.

ESTACIONAMIENTO: Tiene.

PÚBLICO: Todo público.

EVALUACIÓN: ✮✮✮

Calificaciones: ✮✮✮✮✮ Sobresaliente / ✮✮✮✮ Excelente / ✮✮✮ Satisfactorio / ✮✮ Mucho que mejorar / ✮ Para no volver