Crítica gastronómica de Don Tinto: Don Peyo, pasión de multitudes
Por Álvaro Peralta Saínz, cronista gastronómico
Han pasado casi 50 años desde que el fallecido Carlos Hahn comenzara a atender en esa antigua casona de calle Lo Encalada que ni siquiera tenía letrero y que ofrecía -en un comienzo sin boleta y burlando el toque de queda imperante- lo que por esos años se comía sin tanta estridencia: cazuelas, plateadas, bifes a lo pobre, pasteles de choclo, porotos granados, arrollados y más. Actualmente el local ha crecido por todos sus costados, la administración obviamente es otra, pero la carta sigue teniendo el mismo espíritu criollo. Además, el restaurante tiene esa cuasi especialización en atender a grandes grupos. Por lo mismo, llegar en solitario un día jueves a la hora de almuerzo resulta casi intimidante. Sin embargo, con la siempre diligente atención de uno de sus mozos, logré ubicarme en un rincón de uno de sus inmensos comedores.
Como ya sabía a lo que venía partí por pedir un pisco sour ($4.150) para probar la mano del barman (supongo que aquí no le dicen mixólogo). Para comer me fui por los clásicos de la carta y pedí una plateada ($9.990) con puré picante ($4.100) más una ensalada apio-palta ($4.300). Lo primero en llegar obviamente fue el sour más una bonita panera con unos pequeños pancitos amasados muy ricos y unas tristes mini sopaipillas delgadísimas y frías. Ni el pebre que acompañaba la panera pudo reanimarlas. ¿El sour? Aguado, ácido y con muy poco pisco. Casi para aliñar la ensalada.
Afortunadamente la comida llegó rápidamente y también rápidamente el mal rato del sour y las sopaipillas quedó en el olvido. Esto, porque la plateada -una buena porción- estaba blanda y sabrosa, bien salseada con su jugo de cocción y a buena temperatura. El puré bien cremoso, aunque un poquito más de picante no le habría venido mal. Aún así, como conjunto el plato estaba muy bueno. La ensalada también fue generosa y -lo mejor- no venía saliendo del refrigerador. Solo se extrañaron los rabanitos que siempre lleva esta preparación. Para empujar todo esto pedí una copa de Cabertent Sauvignon Santa Ema ($2.800), servida también generosamente. No quedó nada en el plato principal ni en el de la ensalada, como tampoco quedó espacio para ir por los postres.
Al final, fue -salvo los problemas iniciales- un buen almuerzo, bien atendido y con el nivel que uno le recordaba al querido Don Peyo. Solo faltaría -como en tantos otros sitios- meterle mano a los detalles y así la cosa mejoraría mucho. ¿Algo más? Claro, para la próxima armo un lote grande y voy por un almuerzo extendido, postre con hielo incluido.
CONSUMO TOTAL: $25.340
DIRECCIÓN: Lo Encalada 465, teléfono 222740764, Ñuñoa.
HORARIO: Domingo a miércoles 12:30 a 18:30 hrs. Jueves a sábado 12:30 a 21 hrs.
ESTACIONAMIENTO: En calle Lo Encalada.
PÚBLICO: Todo público.
EVALUACIÓN: ✮✮✮
Calificaciones: ✮✮✮✮✮ Sobresaliente / ✮✮✮✮ Excelente / ✮✮✮ Satisfactorio / ✮✮ Mucho que mejorar / ✮ Para no volver