Por Álvaro Peralta Sáinz, cronista gastronómico
A pesar que muchos santiaguinos no volvieron a sus oficinas después de la pandemia y siguen con teletrabajo hasta ahora, basta una vuelta por el centro para darse cuenta que aún quedan muchos oficinistas de la vieja escuela. Es decir, de esos que cada día a eso de las dos de la tarde salen con sus compañeros a comer por ahí. Por lo general a sitios que conocen bien y donde los atienden cordialmente, con una carta acotada pero por lo general con preparaciones caseras y -lo más importante- con precios que aguanten bolsillos delicados.
Un negocio típico de este estilo es el Florencia del Paseo Bulnes, donde tuve la fortuna de almorzar hace unos días. Llevaba un buen tiempo sin visitar este lugar y aunque tenía entre ceja y ceja su tradicional osobuco al final me tenté con una escalopa acompañada de papas fritas ($8.100) más una ensalada surtida ($2.800) y una cerveza Escudo ($2.900), la que llegó inmediatamente y muy fría. Llegó también una panera plástica con una marraqueta maravillosa -me contaron que la traen de una panadería cercana- cortada en trozos más mantequilla, pebre, limón y un aceite de dudoso origen. Mientras esperaba mi plato comía pan con pebre y miraba de reojo las noticias, bien cargadas a la crónica roja, y que eran el punto de atención de la gran mayoría de los clientes que a esa hora comenzaban a repletar el local. Hasta que llegó la comida. Una escalopa de no muy linda facha, dispareja, pero simplemente espectacular. Finita, blandita y con un batido bien aliñado. Sabrosa a decir basta. Las papas fritas cortadas a cuchillo y recién fritas, muchas, una delicia de principio a fin. ¿La ensalada surtida? Para cumplir con la cuota de ingesta vegetal del Elige Vivir Sano, nada más. Aún así, el almuerzo estuvo muy bien. Da gusto comer así, con sabor a casa y con preparaciones bien elaboradas.
Lejos de los circuitos tradicionales, de los rankings y otros voladores de luces el Florencia sigue en lo suyo, alimentando al oficinista del centro y muy bien. Por algo era uno de los favoritos del desparecido crítico gastronómico César Fredes. Y el favorito de mi abogado también, a quién me topé justamente ahí, aunque pasó a una de las mesas del subterráneo para atender con mayor tranquilidad al cliente que lo acompañaba. Así las cosas, vale la pena no dejarse llevar por el aspecto de este lugar -algo maltratado por el paso del tiempo- y animarse a almorzar ahí si se anda por el centro. De verdad, vale mucho la pena.
CONSUMO TOTAL:
$13.800
DIRECCIÓN:
Paseo Bulnes 115, teléfono 226962743, Santiago.
HORARIO:
Lunes a sábado 11 a 21 hrs.
ESTACIONAMIENTO:
No tiene.
PÚBLICO:
Todo público.
EVALUACIÓN:
✮✮✮
Calificaciones:
✮✮✮✮✮ Sobresaliente / ✮✮✮✮ Excelente / ✮✮✮ Satisfactorio / ✮✮ Mucho que mejorar / ✮ Para no volver