Álvaro Peralta Sáinz
Cronista gastronómico.

Crítica gastronómica de Don Tinto: Los Poetas, falta contexto local

8 mar 2024 08:46 PM

Restaurante Los Poetas, en las afueras de Santa Cruz. Foto: Instagram

Por Álvaro Peralta Sáinz, cronista gastronómico

La última noche de febrero y de las vacaciones decidimos comer en el restaurante Los Poetas, ubicado dentro del Hotel Terra Viña en el Camino Los Boldos, en las afueras de Santa Cruz y donde en los últimos años se ha concentrado buena parte de la oferta gastronómica de esta localidad.

Advertidos que el restaurante cierra temprano, habíamos reservado mesa para seis personas a las ocho y media de la noche. Al llegar nos ubicamos en una galería cerrada con vidrio que ofrecía una espectacular vista a una terraza y a un viñedo vecino. Antes de revisar la carta ordenamos una bebida ($2.200), dos piscos sour ($3.800 c/u) dos copas de espumante ($4.000 c/u) y un agua sin gas ($2.200). Vale la pena destacar que los sours estaban tal como se pidieron, bien secos y con la acidez justa.

Luego ordenamos. Un lomo vetado ($14.500) a punto con papas fritas ($4.900), dos pasteles de jaiba ($10.500 c/u), una corvina a la plancha ($14.500) con ensalada chilena ($4.500), un caldillo de congrio ($15.000) y un risotto de camarones ($13.500). Para beber, tras ordenar varios vinos que no tenían disponibles, se pidió una botella de Chardonnay de la Viña Siegel ($9.000) más una copa de Cabernet Sauvignon de Viu Manent ($3.500) y un agua sin gas ($2.200).

La comida llegó bastante rápido -había poca gente esa noche- y en general fue de nuestro agrado. El lomo vetado estaba blando, sabroso y en el punto solicitado. Lamentablemente las papas fritas eran de las congeladas. Los pasteles de jaiba, no muy grandes, estaban bastante bien, con buena cantidad de jaiba y queso. Es decir, con poco pan y mucho sabor. La corvina (un trozo algo pequeño), que me explicaron traían desde Bucalemu, estaba muy buena. Cocinada lo justo, dorada por fuera pero tierna por dentro y con un muy buen sabor. La ensalada resaltaba por el uso de tomates de la zona y en plena temporada. Aunque en realidad yo quería una ensalada verde, pero “no había”. El caldillo de congrio, sin ser de mis platos favoritos, hay que reconocer cumplía con un caldo enjundioso y un trozo de pescado firme y generoso. Sorprendentemente, el mejor plato de la noche fue el risotto de camarones, con el arroz cocinado en su punto y con un sabor penetrante. De postre compartimos una leche asada ($5.500) y un tiramisú ($5.500), que estaban bastante bien, fieles a la receta original.

En resumen, una buena comida, aunque con una atención muy laxa. Además, pensando en que se trata de un restaurante enfocado en el turismo, se extrañan más guiños en su carta a la zona en que se emplaza. Porque ir hasta Colchagua para comer risotto o tiramisú, aunque estén buenos, no tiene mucho sentido.

CONSUMO TOTAL: $133.600