Por Álvaro Peralta Sáinz, cronista gastronómico
Gracias a varias notas y entrevistas que aparecieron durante el último año en la prensa escrita no fue difícil seguir las vicisitudes que vivió Massimo Funari -dueño y chef de este restaurante- debido a la pandemia. Sin embargo, con su tradicional local de Nueva de Lyon reabierto desde hace ya algunas semanas, lo que cabía ahora era ir directo a los bifes. O en este caso, la pasta. Así fue que llegué una de estas frías noches y me instalé en el comedor de su remozado local, reducido ahora a la mitad de lo que era antes del Covid19. Y ya que estaba en un restaurante italiano, partí saboreando un clásico negroni ($6.900) mientras revisaba la carta y algunas sugerencias del día. El propio Funari apareció preguntando lo que quería ordenar y le dije que quería probar una entrada que no me dejara fuera de combate para el segundo plato. Me sugirió entonces el minestrone ($8.900) y yo, obediente, accedí.
Mientras esperaba el plato llegó una panera con trozos de baguette, focaccia y un pan con tinta de calamar. Untar todo esto en un plato con el aceite de oliva propio del local, resultó ser un vicio. Para acompañar pedí un agua sin gas ($2.300) y una copa de merlot Undurraga ($4.300). Prontamente llegó el minestrone, un caldo ligero pero sabroso con trozos de distintos tamaño de zanahoria, zapallo italiano, apio, acelga, cebolla y zapallo camote más un toque de pesto que lo perfumaba todo y una buena dosis de aceite de oliva. Espectacular. De hecho, con este plato más la panera antes descrita y la copa de vino uno podría irse a casa a dormir feliz de la vida. Pero como este es un trabajo duro, había que ir por más, así que el plato de fondo fue un spaghetti carbonara ($12.900). Demoró un poco en llegar, por lo que tuve que pedir una segunda copa de vino.
Afortunadamente, la espera valió la pena porque el plato -salvo una pizca de sal añadida- estaba como tenía que estar. El spaghetti casero al dente, el tocino (creo que no era guanciale, pero funcionaba perfecto) bien cocinado -sin estar seco- y la mezcla de huevo, queso y pimienta suavemente ligada, muy cremosa y sabrosa. Al final, una pasta carbonara como tiene que ser y punto. Para cerrar: cannolo siciliano con helado de pistacho ($6.900). Con un tubo de masa crujiente, un relleno cremoso y de sabor muy suave más unos chips de chocolate y el helado de pistacho al lado. Un gran postre para cerrar una gran comida.
Vale la pena -y es al mismo tiempo agradable- comprobar que a pesar de prácticamente un año y medio sin funcionar el Rivoli ha vuelto como siempre, con Massimo Funari y su familia al pie del cañón y una calidad, factura y atención pocas veces vistas en Santiago.
CONSUMO TOTAL
$46.500
DIRECCIÓN
Nueva de Lyon 77, local 11, teléfono 222317969, Providencia.
HORARIO
Martes a sábado 12:30 a 16:30 y 18:30 a 21:30 Domingo 12.30 a 16:30
ESTACIONAMIENTO
En la calle
PÚBLICO
Apto para todas las edades
EVALUACIÓN
✮✮✮✮
Calificaciones
✮✮✮✮✮ Sobresaliente / ✮✮✮✮ Excelente / ✮✮✮ Satisfactorio / ✮✮ Mucho que mejorar / ✮ Para no volver