El verano de 2009 marcó inusuales récords de temperatura en la zona central. De acuerdo al registro de esa época, esa temporada estival se convirtió en la más calurosa en casi un siglo. La estadística no sería aislada. Por más de una década, las marcas de altas temperaturas y bajas precipitaciones se irían rompiendo consecutivamente. Era, lo que para entonces se desconocía, el inicio de una megasequía que ya cumple más de 10 años, la más extensa desde que existen registros en el país.
Pese a que en 2023 la megasequía tuvo una tregua, con precipitaciones normales gracias al arribo del fenómeno El Niño, la inminente llegada de su antónimo climático -La Niña- pronostica para 2024 un invierno helado y seco para gran parte del país y, lo que es peor, el regreso de la megasequía.
El dato inquieta, pues esta extrema aridez está generando no solo un daño medioambiental, sino que también económico.
Según un estudio publicado por el Centro Capes en Ecología Aplicada y Sustentabilidad de la Universidad Católica (Los impactos económicos de las sequías de largo plazo: desafíos, brechas y camino a seguir), que realizó una recopilación, análisis y sistematización de datos, determinó que el costo de la megasequía en el país ya es de US$ 1.202 millones.
Francisco Fernández, investigador que lideró el trabajo, dice que “si bien al comienzo la principal motivación para realizar esta investigación era poder determinar el impacto económico de la megasequía en la zona central del país desde el 2010 en adelante, a medida que avanzamos nos fuimos dando cuenta de que estábamos frente a un escenario escasamente revisado por la literatura”.
Las sequías normalmente corresponden a períodos en que se registran precipitaciones por debajo del promedio de varios años (más de 30) durante meses o años. En la zona central de Chile el fenómeno se extendió por más de una década y es por esto que se ha considerado como una megasequía, fenómeno que presenta dinámicas naturales y humanas más complejas que las sequías de corta duración, indica el documento emitido por la Universidad Católica, entre ellos su alto costo financiero.
Estudio alemán
Pero ese no es el único estudio que ha medido el impacto de la transformación climática del país. Otra investigación, publicada en la revista científica Nature (El compromiso económico del cambio climático), también revela el alto costo económico que ha debido pagar el país a consecuencia del cambio climático y uno de sus exponentes más crueles, la megasequía.
La investigación, realizada por académicos del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático de Alemania (PIK, su sigla en alemán), proyectó el alto costo del cambio climático a nivel global. La estimación estableció que de aquí a mediados de siglo podrían registrarse disminuciones de ingresos de hasta 20% debido al cambio climático.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que para el caso de Chile, el estudio publicado en Nature proyecta que el ingreso medio caería hasta mediados de siglo un 10% por debajo de su potencial, debido a los efectos del cambio climático. “Estamos hablando de pérdidas relativas del orden de 50 mil millones de dólares para el país, equivalentes a alrededor de 15% del PIB actual”.
Para su proyección, la investigación alemana tomó como referencia datos empíricos recientes de más de 1.600 regiones durante los últimos 40 años, pudiendo establecer el daño causado por el impacto de las temperaturas y las precipitaciones a nivel económico.
Cordero señala que el cambio climático no solo afecta al medioambiente, sino que tiene profundas consecuencias sociales. “En particular, la huella de ‘riesgos climáticos en cascada’ ya resulta evidente a nivel local y regional en todo el sur global, incluido Chile”, dice.
Cordero explica que estos “riesgos climáticos en cascada” suelen originarse en eventos climáticos extremos, como por ejemplo sequías o inundaciones, que al condicionar la producción agrícola, afecta los precios de los alimentos y la seguridad alimenticia, como en un efecto cascada. “Los quintiles más pobres son particularmente vulnerables a los precios de los alimentos, por lo que las alzas de precio, incluso en períodos acotados, suelen tener enormes impactos en la paz social y la estabilidad política”, señala.
Pese al escenario pesimista proyectado por el estudio alemán, la situación del país no es tan catastrófica como para otras naciones de la región.
“Chile está dentro de los países afortunados en la región. El estudio proyecta que el ingreso medio en Sudamérica crecería hasta mediados de siglo un 15% a 20% por debajo de su potencial debido a los efectos del cambio climático”, adiciona Cordero, números más altos que los proyectados para Chile.
Los daños surgen predominantemente a través de cambios en la temperatura promedio, pero tener en cuenta otros componentes climáticos eleva las estimaciones en aproximadamente 50% y conduce a una mayor heterogeneidad regional, sostiene la investigación alemana.
El estudio dice que se proyectan pérdidas comprometidas para todas las regiones, excepto aquellas en latitudes muy altas, en las que las reducciones en la variabilidad de la temperatura traen beneficios. Las mayores pérdidas se cometen en latitudes más bajas, en regiones con menores emisiones históricas acumuladas y menores ingresos actuales.
Cordero explica que además de los costos indirectos, los costos de la sequía han implicado desembolsos directos extraordinarios. “Por ejemplo, el costo de camiones aljibes para atender las necesidades emergentes de la población rural afectada por la sequía se estima cercano a los 500 millones de dólares en la última década”.
Información hidrológica
El cambio climático está intensificando y prolongando las sequías en distintos puntos del planeta, particularmente en lugares de clima mediterráneo, como California, Sudáfrica y Chile central.
Cada cinco a 10 años se presentan sequías moderadas con déficit de precipitaciones del 10% al 20%, pero a partir de 2010 se han sucedido años secos de manera ininterrumpida, con grandes impactos ambientales, económicos y sociales. Varios sectores económicos dependen del agua para su funcionamiento, como el agrícola, hidroeléctrico, forestal, turismo y, por supuesto, el suministro de agua potable urbana y rural, añade el análisis realizado por Capes.
Cordero reitera que la megasequía y sus consecuencias económicas, sociales y políticas se han convertido en un caso clásico a nivel global de “riesgos climáticos en cascada”.
Para su análisis, el Centro Capes utilizó estadísticas agrícolas nacionales sobre superficie cultivada, precios, rendimientos y costos de producción de 20 actividades agrícolas por región y comuna del centro de Chile.
Para el sector del agua potable urbana se utilizaron datos de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile (Andess), que recopiló y entregó los gastos de capital y operativos realizados por las empresas para enfrentar la sequía.
Y, finalmente, el sector de agua potable rural, en que los gobiernos han destinado recursos para hacer frente a la escasez de agua a través del suministro mediante camiones cisterna.
La investigación también mostró cómo las instituciones en Chile han debido generar una adaptabilidad y solidez económica significativa para hacer frente a la megasequía actual. Esto se refleja en que durante los primeros años de la sequía, los costos económicos fueron menores, ya que la cantidad de agua almacenada en acuíferos y embalses estaba casi a su capacidad total.
A medida que la sequía continuó, las reservas comenzaron a agotarse y los costos económicos aumentaron. Dado esto, “es necesario identificar el punto de inflexión (tipping-point) donde la escasez hídrica llegará a ser tal que los costos se dispararían”, advierte Fernández.
Calcular este momento es complejo desafortunadamente, “debido a la falta de información hidrológica”, agrega el investigador de Capes, pues depende de la capacidad de infraestructura, la cantidad de agua almacenada y las estrategias de adaptación”, entre otros factores.
Cordero señala que sin la presencia de la megasequía probablemente no se hubiese producido el estallido social. “Sin megasequía, probablemente Gabriel Boric no habría tenido un ascenso tan meteórico. Sin cambio climático, quizás Boric no sería Presidente”, augura el climatólogo.
El impacto social y político del calentamiento global y sus manifestaciones climáticas ha sido motivo de análisis a nivel internacional, incluso a través de publicaciones de libros, como Urban Movements and Climate Change: Loss, Damage and Radical Adaptation, escrito por el historiador medioambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona Marco Armiero, que relata el impacto social del cambio climático en distintas partes del mundo, como Chile.
Cordero explica que la sequía significa malas cosechas, lo que deriva en alimentos caros e inflación, y finalmente en descontento social y protestas. “Luego la población opta por un cambio en las elecciones… pasó en Chile con Boric y más recientemente en Argentina con Milei”, asegura.
“El punto es que los eventos extremos que el cambio climático hace más intensos y frecuentes, como la sequía e inundaciones, tienen consecuencias no solo económicas y sociales, sino también políticas”, concluye el climatólogo de la Usach.