Desde Jerusalén, donde vive, el destacado escritor David Grossman contesta el teléfono el día y a la hora señalada, pese al grave conflicto desatado entre Israel y Hamas, cuyo origen estuvo justamente en esa ciudad tan llena de belleza como de sufrimiento. “Estamos todo el tiempo esperando la próxima sirena o el próximo misil, y posiblemente para usted, ésta sea su primera entrevista bajo fuego. Pero estoy bien”, dice desde su hogar. El tema de la entrevista con La Tercera es su nueva novela La vida juega conmigo (Lumen) -ya disponible en Chile-, donde cuenta la historia de una mujer real, que tuvo que enfrentar una terrible decisión: o ser torturada durante la dictadura de Tito en la ex Yugoslavia y perder a su hija, o delatar al serbio del que estaba enamorada.
El racismo, la intolerancia, el odio hacia el otro, el ser humano enfrentado a la arbitrariedad, son temas recurrentes en su contundente obra, una que lo ha llevado a ganar el Premio Internacional Booker, entre muchos otros honores, y a ser nombrado con frecuencia como candidato al Nobel. En cuanto intelectual y ensayista, Grossman es un activista por la paz en su país, por la necesidad de llegar a acuerdos y entendimientos con los palestinos como prioridad fundamental para tener una vida en que se respire “con los dos pulmones”. Las consecuencias de la guerra, el conflicto, la discriminación y el odio las ha elaborado en sus escritos, y las ha vivido en carne propia. Su hijo, el sargento Uri Grossman, murió en la guerra del Líbano hace 14 años, un episodio devastador del que se salvó, como cuenta aquí, justamente escribiendo.
¿Cuáles son sus principales temores?
Mi preocupación está en lo que va a pasar dentro de Israel. Nunca había visto algo como esto, la violencia y la brutalidad entre judíos y árabes. Tenemos una minoría de 1/5 de palestinos y ellos quedaron atrapados en el Estado de Israel debido a los resultados de la guerra del 48… Durante los años, paso a paso, existieron muchos tipos de síntomas de sanación con respecto a la animosidad. Cada vez había más árabes-israelíes que se involucraron en la vida de Israel, aprendieron hebreo, sabían cómo disfrutar de la democracia que teníamos aquí y la libertad de expresión. Son representados en nuestro Parlamento por miembros muy talentosos.
Voces de paz y de moderación, como la suya, tienden a ser silenciadas en momentos como éste. ¿Cómo cree que sea posible cambiar las dinámicas del conflicto, que en la práctica se trata como una enfermedad crónica y sin remedio?
A veces hay períodos de remisión, pero nunca existe una verdadera quietud o calma, o confianza en la opción de tener un futuro, porque las guerras pueden estallar de un minuto a otro. Todas las últimas comenzaron de un momento a otro, y puedo decirle que tiene un efecto muy devastador porque nada se siente certero. Cuando ves o experimentas algunos días o semanas de tranquilidad o de confianza, inmediatamente sospechas que es una ilusión. Siempre sientes que la guerra es el estado mental correcto y que la paz es una ilusión…y sentirte tentado por gente que aboga por la paz, te puede desarmar, te puede dejar indefenso…
Los miedos son reales…
Es muy natural entender los miedos de la gente y la incapacidad de hablar de tener paz con sus enemigos. Pero estos (son) destructivos, porque la gente que pasa toda su vida en guerra, tiende a votar y elegir a guerreros para que los lideren. Y estos líderes, estos guerreros, condenan a su gente enviándolos nuevamente a la guerra. Es una máquina perpetua y todos pagamos ese precio… Lo que yo trato de recordarme a mí mismo, y a la gente aquí en Israel, es que todo esto es para tener una vida de paz. Nunca he tenido un día de paz en mi vida, no sé lo que es la paz, cómo se siente realmente. Me imagino que es como respirar con ambos pulmones, o como vivir tu vida sin miedo del futuro, sabiendo que vas a tener una secuencia de hijos y de nietos y que van a vivir con seguridad y confianza. Y creo que esa es la mejor manera de proteger nuestra democracia, que es nuestro valor supremo. Nosotros nos sentimos orgullosos al decir que somos un país democrático y que somos la única democracia de Medio Oriente. Pero honestamente, si la gente ocupa territorio y oprime a gente por 53 años, como lo hacemos con los palestinos, ¿realmente podemos ser considerados una democracia? De verdad me pregunto si efectivamente es así.
¿Qué pasó en Israel que no se vio esta dimensión?
Aquí en Israel hemos creado algunos milagros y eso no podemos ignorarlo. Hemos logrado muchas cosas en términos de cultura, agricultura, en la industria de la tecnología de punta, al crear una forma de vida que es muy israelí, pero esto no es suficiente. Y mientras no tengamos paz, no vamos a poder explorar la vida en todas sus dimensiones. Y si los palestinos no tienen un hogar, nosotros no deberíamos tener un hogar tampoco. Y si no nos sentimos en casa, ellos no van a tener una. Así que dependemos los unos de los otros y estamos entrelazados. Y ahora estamos devastándonos y vemos cómo cada bando muestra su lado más oscuro hacia el otro. Y lo que ocurre dentro de Israel es tan preocupante…. Y de repente ves cómo vecinos se atacan con tanto odio y brutalidad.
¿En qué sentido concretamente?
Existen muchas ciudades agradables y hermosas que hablan de la coexistencia entre los judíos israelíes y los árabes-israelíes. Y en parte tienen razón, en parte porque hablan de que las heridas comenzaron a sanarse. Pero no es una verdadera y auténtica coexistencia. Porque si dos bebés nacen al mismo tiempo en un hospital en Galilea, uno es judío y el otro es árabe, el bebé judío va a recibir muchos más beneficios en términos de salud y apoyo del gobierno, más dinero dirigido hacia una mejor educación, mejor bienestar social, mejor sistema de salud. Así es que no puede llamarse coexistencia.
Deshumanización
Su última novela, La Vida Juega Conmigo, es también un libro sobre la deshumanización, sobre el racismo y las violaciones a los derechos humanos en la ex Yugoslavia. ¿Qué lo llevó a escribir sobre esta parte de la historia?
Quería escribir esta historia porque no sabía nada con respecto a estos campos que Tito creó para arrestar y atormentar a la gente que sospechaba que estaba a favor de Stalin. Pero luego una señora mayor me contactó por teléfono y comenzó a contarme la historia de su vida en este campamento y también fuera de éste. Y el enorme dilema casi bíblico al que se vio enfrentada con una decisión que fue dolorosa y que la atormentó por el resto de su vida. Me atrajo tanto su historia, una historia tan emocional, que dije “ok, voy a escribirla”. Le dije “querida Eva” (en la vida real su nombre es Eva, no Vera como dice en el libro), le dije “querida Eva, no voy a documentar todo como una cosa tras otra, exactamente como eres, no soy un documentalista. Voy a imaginarte y voy a fantasear con quien eres, pero todo lo que me imagine no será contradictorio con tu personaje, con tu composición interna. Sólo será verte a ti a través de mis ojos. Tú, a través de mis ojos”. Y ella inmediatamente dijo “sí, por supuesto, tú eres un artista, es por eso que te escogí para que escribas la historia”. Y creo que fue una mujer muy valiente en cada aspecto, así como también en permitirme que escriba su historia porque, quién sabe, podría no haber sido leal hacia ella.
Ella falleció a los 97 años, ¿no?
Sí, tenía 97 años. Y durante los últimos 20 años de su vida fuimos amigos muy cercanos. Ella era una mujer muy especial. Por un lado, era fanática cuando se trataba de ideas, valores y lealtades, era muy firme y hermética. Pero a la vez era la persona más cálida, amable, compasiva y empática. Y dejó un gran impacto en todos los que la conocieron.
Ella tuvo que tomar una decisión que tuvo un enorme impacto en su hija y que afectó su relación. ¿Cómo vivió ella esa situación tan terrible que ninguna madre quisiera vivir?
Creo que lo que ella trató de ilustrar o de retratar, es que ella vivió en un periodo, en una era, donde las ideas eran más importantes que los seres humanos. Que los seres humanos sólo existían para el servicio de la era o del ideal, del principio. Y ella decía: “no vas a entenderlo”, “vives en otra generación”, “vives en otra realidad”; no era sólo conmigo, sino que también con sus hijos y nietos, ella sentía que nadie podía entenderla. Y lo que trato de hacer en el libro es evitar acusarla, yo no soy su juez, no soy su trabajador social, no soy su maestro. Yo trato de crear algunos momentos donde incluso el lector más duro dirá “bueno, al menos tengo suerte de nunca haberme visto enfrentado con una decisión tan terrible”, o “al menos nunca me vi en tal situación de ser tan humillado por interrogadores”.
¿Qué es lo que más le atrajo de la vida de Eva?
Diría que fue la extremidad de la historia. Y también que cada libro que escribo es sobre una persona que se ve enfrentada a la arbitrariedad. Puede ser la arbitrariedad de los campos nazis, de los campos de exterminación, puede ser sobre la arbitrariedad de nuestro cuerpo, la arbitrariedad que tiene nuestro cuerpo sobre nuestra alma. Puede ser la arbitrariedad de la ocupación militar, puede ser la arbitrariedad total de la muerte. Y yo he escrito sobre todos ellos y he dicho que una vez que describo esta arbitrariedad con mis propias palabras, de forma inesperada ya no me encuentro congelado frente a esta arbitrariedad, no estoy paralizado, no soy una víctima.
Para usted el ser capaz de escribir es un componente principal para no ser una víctima, el poner en palabras ese trauma y ese dolor, ¿no?
Sí, incluso después de perder a nuestro hijo en la guerra, el día después del shiva, que son los 7 días de duelo en el judaísmo, volví a la historia que estaba escribiendo, que en ese entonces era La vida entera. Y tengo que confesar que al principio me era imposible escribir, sentía que todo estaba dañado, y era devastador. Y luego, día a día, comencé a darme cuenta, o a sentir que la historia podía salvarme. Y la necesidad de crear personajes, de infundirlos con vida y luz y pasión y sexualidad y anécdotas, sentido de humor. Sólo crearlos y llenarlos de vida, esto es lo que me devolvió la vida. No es sólo que salvé al libro, si no que el libro también me salvó a mí.
La deshumanización de los demás, sea por su género, clase, raza, sigue presente en este siglo ¿Por qué persiste, a pesar de todas las tragedias vividas por la humanidad?
Bueno, quizás puedo citar algo que dijo mi querido amigo Amos Oz, quien ya falleció. Él dijo “una persona nace siendo de derecha, nace siendo territorial, nace sospechando de otros, sus primeros impulsos van a ser luchar contra cualquiera que quiera entrar en su territorio, o tomar algo que le pertenezca”. Y los impulsos egocéntricos y egoístas son muy muy fuertes, y los instintos de miedo y sospecha también son muy fuertes y ayudan a la supervivencia de cada ser humano. Así es que para poder pensar distinto, uno realmente tiene que superar algunas tendencias y algunos instintos. Y entender qué es ser un humano, significa superar algunos de esos instintos primitivos, porque esta es la única forma en que vamos a asegurar y garantizar la vida para muchas muchas personas. Y si nos rendimos ante los instintos de violencia, de animosidad o sospecha, vamos a vivir toda nuestra vida en guerra. Y vivir en guerra es algo que quizás ayuda a tu supervivencia si sabes cómo ser un buen guerrero, pero a la vez te limita como ser humano, limita tu mente, limita incluso tu lenguaje y por supuesto tu identidad. Así que al final, quizás es más grande la supervivencia orientada hacia evitar la guerra en vez de estar involucrado en la guerra.
Reescribir el trauma
“Creo que es porque fui muy leal al personaje de Eva, incluso a pesar de que la inventé. No sólo a su hija le gustó, si no que a toda la familia, tiene una familia grande en los kibutz al norte de Israel. Y el libro abrió tantas cajas que no habían sido abiertas hasta ese entonces. Y tuve la suerte de conocer a su familia, gente tan abierta de mente y tan honesta consigo misma, tan valientes. Se abrió un diálogo muy profundo, un diálogo entre los miembros de la familia que conocían a Eva pero a la vez no la conocían realmente, o quienes preferían no saber la verdad. Y el libro permitió, o al menos sugirió el abrir este diálogo”.
Escribiendo esta historia y hablando con Eva, ¿qué aprendió que no sabía antes con respecto a la manera en que los humanos pueden superar un trauma y las experiencias límite como lo que sufrió ella?
No estoy seguro que los seres humanos puedan superar un trauma. Creo que quizás la definición de un trauma es algo que es muy difícil de superar. Pero creo que el trauma generalmente nos inmoviliza profundamente. Y nos atrapa y nos convertimos en prisioneros de nuestro propio trauma por el resto de nuestra vida. Pero quizás si estamos procesando este trauma de una manera adecuada y tenemos una buena matrona que nos ayude a dar a luz a nosotros mismos de una nueva manera, quizás encontremos un lugar en el cual estar, a pesar de este trauma. … Así que creo que esto es a lo que más podemos aspirar, a reescribir el trauma, y sentir la libertad que nos entrega. Y no estar completamente atrapados y paralizados por él.
El año pasado, en la feria del libro de Frankfurt, dijo que los escritores debían estar alertas al Covid y sus consecuencias. ¿Qué es lo que más teme que sean las consecuencias del Covid? ¿Y se siente esperanzado de que quizás esto sea una ventana de oportunidad para un cambio positivo?
Primero, creo que es una ventana de oportunidad para las personas. Sé de varias personas que, por ejemplo, han decidido no volver al trabajo que tenían, que se sentían sofocadas en ese trabajo. Sé de alguna gente que ha decidido no seguir con su matrimonio porque no era una necesidad auténtica, seguir en ese matrimonio. Y hay gente que no sólo ha decidido casarse, sino que también ha decidido traer niños a este mundo. He conocido a gente muy religiosa que perdió la fe después de la pandemia… Pero creo que al decir esto, se aplica a un número limitado de gente, porque la mayoría de las personas inmediatamente van a verse inmersas en sus vidas previas, en las rutinas que tenían antes y simplemente van a tratar de olvidar este periodo que para ellos fue horrible y humillante. Y van a haber algunas personas que van a usar esta pandemia, esta catástrofe, como una ventaja para cambiar aspectos cruciales en sus vidas. Pero como dije, va a ser una minoría.