Una demanda de indemnización de perjuicios presentó el abogado Luis Marcelo Arévalo Soto en contra de la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei.

En la acción interpuesta el 27 de abril de 2021, la víctima denunció haber sufrido una serie de abusos por parte del sacerdote Carlos Rodríguez Picado durante el periodo en que éste fue su guía espiritual, desde mayo 2008 hasta julio 2013. El denunciante exigió ser indemnizado en $ 250 millones y sostuvo que existía un vínculo de subordinación entre el sacerdote y la congregación.

Ante la negativa de la congregación a entregar una compensación económica, la víctima se contactó con la Fundación para la Confianza que preside José Andrés Murillo y en cuyo directorio se encuentran Juan Carlos Cruz y James Hamilton, exdenunciantes del expulsado sacerdote Fernando Karadima.

El caso cobró relevancia debido a que la semana pasada las partes solicitaron al 26º Juzgado Civil de Santiago la suspensión del juicio durante un plazo de 45 días para lograr un acuerdo de compensación.

En su demanda, el abogado explicó que todo comenzó cuando en marzo de 2008 fue invitado por un amigo a participar al Opus Dei. Para ello concurrió a una de reunión llamada “círculo de charlas de formación”, en la cual se trataban temas humanos de vida espiritual cristiana enfocados a la doctrina de la obra.

Ahí conoció a Rodríguez, quien sería su primer guía espiritual y confesor exclusivo desde mayo 2008 hasta julio 2013. Al principio, relata en el documento, su director espiritual le pidió una asistencia cada 15 días, para luego reducirlas a una semana. Él se encargaba de recordarle llamándolo a su oficina o a su celular, enviando mensajes de texto o mails para que fuera tal día y a tal hora y lugar, el que por lo general era en el centro Alborada del Opus Dei los martes o jueves a las 18 horas, otras veces en Tabancura.

En la demanda se lee que poco a poco, y cada vez más, en las asistencias espirituales fue interesándose por el sexto mandamiento, por la “pureza”, tema muy recurrente y relevante para él, para de esa forma saber detalles íntimos durante el sacramento de su confesión.

“Al confesarme, yo de rodillas con la cabeza inclinada y a un par de centímetros muy próximo a sus piernas, me interrogaba sobre la pureza, ¿y cómo ha estado la pureza? ¿Qué ha hecho? ¿Se ha masturbado? ¡Cuente, cuente, cómo no va a contar nada! ¿Cuánto ha sido? ¿Cuántas veces? (...) ¿Ha visto internet; ha visto pornografía? ¿Qué ha visto: hombres o mujeres? ¿Ha estado con alguien, hombre o mujer? ¿Qué ha hecho, cuente? ¿Cuándo fue la última vez? ¿Qué hicieron? ¿Quién era? En sus preguntas era curioso, inductivo, siempre quería saber, era inquisidor, me decía ¡ya, ya, ya diga las cosas claras, no ande con rodeos! ¡No sea maricón!”, detalló el denunciante.

Sanciones

Arévalo denunció los abusos ante la congregación en febrero de 2019. En septiembre de ese año, y luego de recibir respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Curia del Opus Dei aplicó una amonestación al sacerdote y le prohibió ejercer el sacramento de la confesión por tres años. Además de someterse a dirección espiritual con un sacerdote mayor, un tratamiento psicológico y no ejercer labores sacerdotales con jóvenes ni encargos pastorales en colegios, ni fuera de Santiago.

Un mes después, el presbítero Alejandro González le indicó que el abogado Joaquín González tomaría contacto con él para evaluar una posible indemnización por los perjuicios sufridos. Posteriormente se le comunicó que no habría transacción.

Por medio de una declaración, Opus Dei Chile sostuvo que en junio recibieron una demanda “a raíz de actos de abuso de conciencia y de poder con connotación sexual” de Rodríguez. “Estamos buscando la posibilidad de llegar a un acuerdo con el demandante, con el ánimo de encontrar un camino de reparación por los daños causados”.