“Dejo constancia que te pasas por la r... el acuerdo que acabamos de tomar como bancada. Lamentable”. La frase fue escrita en abril por el secretario general de RN, Diego Schalper, en el grupo de WhatsApp de su bancada para criticar a su par del partido, Jorge Durán, quien se plegó a la idea de acusar constitucionalmente a la ministra del Interior, Izkia Siches.

La decisión de Durán se saltaba la postura colectiva de no acusar todavía a la secretaria de Estado para evitar desatar una suerte de “guerrilla” en el actual contexto político y social.

Sin embargo, esa no ha sido la única jugada autónoma de Durán, quien desde el período parlamentario pasado se ha consolidado como uno de los “díscolos” del Congreso y, a la vez, uno de los ideólogos de los retiros previsionales, junto a los independientes Pamela Jiles (ex-Humanista) y René Alinco (ex-PPD).

En el pasado, las salidas de libreto de Durán, especialmente con los retiros, complicaron al gobierno de Sebastián Piñera y contribuyeron a que la oposición se fortaleciera a costa del Ejecutivo.

No obstante, tras el cambio de gobierno, la arremetida de Durán y otros legisladores por el quinto giro previsional, había dejado de ser funcional para la izquierda que asumió en La Moneda. Lo curioso es que tampoco lo ha sido para los objetivos estratégicos de la derecha que pasó a la oposición.

Si bien el fenómeno de los díscolos es viejo -data de 2005- hasta ahora, eran un problema que golpeaba a la administración presidencial de turno o, inversamente, a la oposición, pero no a las dos coaliciones en forma simultánea. Lo inédito del actual período legislativo es que los retiros o las acusaciones han puesto en jaque la disciplina del oficialismo y de la oposición al unísono.

Una muestra de ello han sido los dos libelos anunciados en las últimas semanas, contra Siches y contra el excanciller Andrés Allamand, que no fueron respaldados desde la UDI al PC, a pesar del apoyo de algunos descolgados.

Lo novedoso es que los parlamentarios rebeldes han logrado insinuar agendas comunes (en base a los retiros y las acusaciones) a contrapelo de sus coaliciones. En el pasado, más bien eran quienes inclinaban la balanza en favor de un bloque.

Durante los primeros gobiernos de la Concertación -que no tenían mayoría en el Senado- o en las dos administraciones de Piñera -en las que la derecha fue minoría en ambas cámaras- era usual que los ministros acudieran a los díscolos de la oposición para salvar un proyecto o incluso a otro secretario de Estado de una acusación. Un ejemplo de ello fueron los libelos contra Piñera o Marcela Cubillos.

Inversamente, fue el caso de Yasna Provoste, quien cuando era ministra de Educación, en 2008, fue destituida por el desmarque de legisladores oficialistas.

El “deber ser” díscolo

Ser considerado un disidente o un díscolo no acomoda a todos los parlamentarios, a pesar de que en los hechos hayan votado distinto a sus bancadas.

Sin embargo, Alinco -quien ya lleva cuatro períodos parlamentarios- reivindica el concepto. “Una de las formas de luchar contra el centralismo es practicar la autonomía”, dice el diputado, quien integra el comité Independiente-PPD.

A pesar de que la bancada de Alinco a veces sea contabilizada como un grupo oficialista, en realidad tiene un cuadro difícil de clasificar. Incluso, la propia directiva del PPD la considera caótica en su actuar, ya que solo tres de diputados miembros son militantes, mientras los otros 6 son independientes. Si bien ellos intercambian opiniones en los almuerzos, no suelen fijar posturas comunes. Algunos ni siquiera se definen como oficialistas.

“Este es mi gobierno, pero no soy parte del gobierno”, señala Alinco, quien agrega que, a su juicio, “ser oficialista es obedecer con la cabeza gacha las instrucciones del ministro Giorgio Jackson”.

Carlos Bianchi, quien también integra la bancada Independiente-PPD, tiene su propio matiz. Él no fue electo en un cupo PPD, compitió por fuera y solo se asoció a ese comité por una obligación reglamentaria, por lo tanto, declara que “no soy un diputado oficialista”. Pero añade que tampoco se siente un díscolo, pues nunca prometió lealtad al gobierno y no pretende perder su independencia a la hora de votar.

Rebeldes oficialistas

En el caso PS, la votación del “quinto retiro” también expuso a quienes tienen una mirada más libre. Entre ellos estaba el mismo jefe del comité, Marcos Ilabaca, quien fue uno de los primeros en anunciar su voto a favor, lo que molestó a la mayoría de sus pares.

Igualmente votaron a favor las diputadas socialistas Danisa Astudillo y Emilia Nuyado, quien también ha marcado su autonomía en temas de seguridad. Nuyado se opone al uso de las FF.AA., a diferencia de la apertura que ha mostrado el PS.

Astudillo explica que su forma de actuar “no tiene que ver con ser díscola”. “La gente que me conoce, sabe que soy de una línea y si eso implica pelear con quien sea, lo voy a hacer”, dice.

Aunque el PC es una de las pocas colectividades que en la Cámara y el Senado intenta actuar colectivamente, igualmente han aflorado ciertos díscolos.

Los retiros resaltaron la autonomía de la diputada Marisela Santibáñez. No obstante, las disidencias se han notado más en asuntos de orden y seguridad, como los estados de excepción. En ese tema, el representante de Tarapacá, Matías Ramírez, era uno de los críticos, pero finalmente se alineó. En todo caso, el partido permitió que Lorena Pizarro y María Candelaria Acevedo -quienes sufrieron violaciones a los derechos humanos en dictadura- rechazaran.

El Frente Amplio, en tanto, como principal fuerza oficialista al ser la casa política del Presidente, también enfrentó un episodio de desmarques con el “quinto retiro”. Si bien la bancada frenteamplista, al final votó unida, hubo amagos. Uno de ellos protagonizado por la diputada Marcela Riquelme, quien después se retractó.

Otra diputada independiente del Frente Amplio, Clara Sagardía, por su parte, firmó la acusación contra Allamand.

En tanto, dada la situación intermedia de la DC, en la que no es oposición ni gobierno, los llamados díscolos son aquellos que se mueven en línea con La Moneda, ya que la mayoría prefiere tener su autonomía. En ese cuadro, el DC Alberto Undurraga es quien ha quedado en minoría en ciertos momentos. Por ejemplo, él aprobó la reforma alternativa del Ejecutivo al “quinto retiro”.

La derecha desobediente

En RN, además de Durán, la diputada Érika Olivera es otra que suele remarcar su independencia. Tampoco se ciñen a las directrices partidarias los desbordistas Hugo Rey y Eduardo Durán.

En el “quinto retiro” también se expresaron algunos díscolos: Andrés Celis, Francesca Muñoz y Ximena Ossandón, quienes aprobaron el proyecto acotado que propuso el gobierno.

En tanto, en la acusación constitucional contra Siches, los legisladores de La Araucanía, Miguel Mellado y Miguel Becker, están abiertos a apoyar el libelo.

En la UDI, los legisladores debutantes han sido los más reacios a la disciplina. Por ejemplo en el “quinto retiro”, aprobaron Fernando Bórquez, Marta Bravo, Álvaro Carter, Eduardo Cornejo, Henry Leal, Daniel Lilayu, Marlene Pérez, Natalia Romero y Marco Antonio Sulantay, además de Álvaro Carter, quien ya está en su segundo período y desde 2018 viene ejerciendo su albedrío.

En el Partido Republicano los principales díscolos son Gonzalo de la Carrera y Gloria Naveillán. Esta última incluso fue “expulsada” de la bancada y retirada de las comisiones por haber sido el único voto de los Republicanos a favor del “quinto retiro”. Incluso, el senador y presidente del partido, Rojo Edwards, y el mismo José Antonio Kast intentaron persuadirla. Ella, además, adhirió en un principio a la acusación contra Allamand

De la Carrera, en tanto, no participa de las reuniones de bancada. Fue expulsado del partido por la molestia que causó al haber asumido la derrota presidencial de Kast antes que el propio candidato. El diputado además ha criticado a Edwards en temas como su viaje a Ucrania. Hoy, el senador lo tiene bloqueado en Twitter.

En Evópoli, el caso más crítico se dio con el independiente Enrique Lee, quien fue expulsado del comité luego de que suscribiera el libelo contra Allamand.

Si bien los casos de rebeldía se han concentrado en la Cámara, la razón es que al Senado no han llegado asuntos que tensionen a las coaliciones. Sin embargo, es conocida la autonomía que expresan los senadores Manuel José Ossandón (RN), Pedro Araya (Indep.-PPD), Alejandra Sepúlveda (FREVS) y Fidel Espinoza (PS).