“Precaución, peligro de calor extremo”. Considerado el lugar más caluroso del planeta, un cartel advierte a los visitantes el riesgo de transitar por el Valle de la Muerte. Ubicado en Estados Unidos, al sureste de California, este implacable desierto anota la temperatura más elevada desde que existe registro meteorológico. En julio de 2013, la estación Furnace Creek registró 54,4°C.
La marca podría verse superado esta temporada o en el corto plazo, debido a la extrema situación climática que atraviesa la Tierra. La temperatura global está tan fuera de control que António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, lanzó una dura advertencia: “La era del calentamiento global ha terminado; la era de la ebullición global ha llegado”.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, advierte que los récords de temperatura registrados a nivel global durante este año se explican por el empuje, no solo del calentamiento global, sino también del fenómeno El Niño. “La suma de El Niño y el calentamiento global han llevado a la temperatura global, tanto de la atmósfera como del océano, a un territorio inexplorado en términos climáticos. Esto ha significado la caída de múltiples marcas de temperatura en todo el mundo”, advierte el climatólogo.
No es la primera vez que la ONU acuña un concepto de semejante magnitud en relación al cambio climático. En 2021, el mismo Guterres puso sobre la mesa la expresión “código rojo para la humanidad”, refiriéndose a un informe que afirmaba que el clima se encontraba en un “territorio sin precedentes”. Pese a la severidad de las palabras de Guterres, Cordero señala que la ebullición climática es solo una nueva etiqueta: “No es un concepto técnico, sino simplemente una definición política”.
Aunque ha logrado llamar la atención, sostiene Cordero, “no es un concepto que me guste, pues agregar más palabras a la jerga climática puede llevar a confusión. Cambio climático y calentamiento global son los conceptos técnicos adecuados para definir las consecuencias de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Crisis climática, emergencia climática o ebullición global son definiciones políticas”, añade.
Carlos Esse, coordinador del Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS) de la Universidad Autónoma, cree que el concepto de ebullición global tiene un objetivo más bien comunicacional, orientado hacia la sociedad, “y -sobre todo- con el énfasis de poner en alerta máxima a los tomadores de decisiones, en relación con la importancia de poder combatir los efectos del cambio climático y, principalmente, lo necesario que es migrar la matriz energética desde combustibles fósiles hacia energías renovables”.
El término de ebullición global, como lo plantea la ONU, no es un concepto que se genere desde la ciencia; lo que se estudia en realidad es el cambio climático, es decir, los efectos de la actividad antrópica o humana sobre el planeta, y cómo afectan e impactan los sistemas productivos al generar gases de efecto invernadero. “Recordemos que este año, los dos últimos meses, hemos tenido récords de temperaturas máximas y por eso también la ONU acuña este concepto con el fin de darle una orientación mediática y generar un estado de alerta”, añade Esse.
Imparables récords climáticos
Uno de los grandes afectados por la actual ola de calor planetaria es Estados Unidos. Para muchos, Phoenix es el símbolo del fenómeno. La ciudad, en el corazón del estado de Arizona, suma más de 20 días consecutivos con temperaturas por encima de los 43°C, imponiéndose a su anterior récord de 18 días por encima de esta temperatura. La ciudad también vivió una noche con más de 35°C, la cifra nocturna más alta jamás registrada, dejando atrás el récord anterior de 33,8°C, en 2009. En total, más del 27% de la población estadounidense se ha visto afectada por esta ola de calor extrema, es decir, 91 millones de personas.
En Europa la situación es similar, afectando a Italia, Chipre, Croacia, Grecia y España, entre otros países, con extremas en torno a los 40°C, mismo caso en Japón y China. Este último anotó 52,2 grados Celsius en la ciudad de Sanbao. El calentamiento global no hace distinciones, recuerda Esse: “Nos impacta y tenemos altas temperaturas como las que hemos visto en Europa y Norteamérica durante el año”. Probablemente, añade, “en Chile también nos afecte, con temperaturas no percibidas antes, en determinadas localidades durante la próxima época estival”. Por eso dice que es necesario prepararse para vivir un verano intenso.
El impacto en Chile
Las elevadas temperaturas a nivel global también han afectado a Chile. “Este 2023 ha sido uno de los años más cálidos jamás registrados en el país”, señala Cordero. En Santiago, agrega el climatólogo, “en lo que va corrido del año, es decir, en solo siete meses, se han registrado nueve olas de calor (la que rige actualmente es la novena). Estamos muy cerca del récord absoluto de 10 olas de calor impuesto en Santiago en 2020, y considerando que quedan aún cinco meses por delante, es muy probable que sobrepasemos ese récord”.
Se espera que El Niño persista hasta al menos el primer trimestre del próximo año, lo que sumado al cambio climático, los termómetros irán al alza. Por primera vez desde que existen registros confiables, la anomalía en la temperatura en el hemisferio sur fue mayor a 1°C (4 de julio). “Si El Niño persiste, tendremos un verano extremadamente caluroso en la zona centro en Chile. Considerando que es muy probable que esto ocurra, es también muy probable que varios récords de temperatura en Chile se establezcan el próximo verano”, explica Cordero.
El climatólogo agrega que la variabilidad climática del Pacífico tropical explica por qué no todos los años son iguales. “Los años del fenómeno de La Niña son algo más fríos que los años de El Niño. Debido a su efecto en la temperatura global, los años más cálidos jamás registrados siempre coinciden con años de El Niño”.
Este fenómeno está asociado con el debilitamiento de los vientos alisios del este y el movimiento de agua cálida desde el Pacífico occidental hacia la costa occidental americana. El Niño puede tener efectos generalizados, a menudo trayendo condiciones más frías y húmedas al suroeste de EE.UU. y sequías a los países del Pacífico occidental, como Indonesia y Australia.
Producto de ello, el océano Pacífico, frente a las costas de Ecuador y Perú, ha ido elevando su temperatura hasta niveles récord. “En Chile, los años de El Niño son siempre más cálidos que los años de La Niña. Los megaincendios de enero 2017 y febrero 2023, por ejemplo, coincidieron también con anomalías en la temperatura superficial del Pacífico tropical frente a las costas de Ecuador y Perú”, advierte Cordero.