El alza del dólar complica el envío de remesas de los migrantes

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El dólar por las nubes, además de la inflación, ha provocado que muchos migrantes comiencen a pensar en algo que no querían: irse de Chile. El nuevo escenario económico ha llevado a algunos a replantear su situación en el país y varios han debido buscar un segundo trabajo, además de suspender el envío de dinero a sus familiares. “Sufro, porque tengo que trabajar más de lo normal. Me siento mal con esta alza”, sostiene un ciudadano haitiano.


Marleni Jojoi, de 45 años, llegó en 2015 a Chile proveniente de Colombia. Cuenta que la primera motivación que tuvo para emigrar, completamente sola, fue conseguir un empleo que le permitiera entregar una mejor calidad de vida a sus dos hijas. Algo que en su país no encontraba. Hoy, con dos trabajos -uno de vendedora y otro de asesora del hogar- explica que cada fin de mes, casi como un “ritual”, recorre los alrededores de la Plaza de Armas de Santiago en busca de una casa de cambio para enviar dinero a la familia que dejó en su país.

“Siempre intento encontrar la agencia que tenga las tarifas más bajas, para que no me cobren tanto por el envío. Pero estos últimos dos meses no lo he conseguido, porque el dólar subió y eso me obligó a suspender las remesas destinadas a la educación, universidad y comida de mis niñas”, sostiene.

La situación que afecta a Marleni se explica por la alta inflación y la abrupta alza del dólar, que la semana pasada superó la barrera de los mil.

“Antes de la inflación, yo mandaba 400 mil pesos chilenos a Colombia, que en peso colombiano eran casi dos millones. Pero ahora con la subida del dólar, esos 400 mil se han convertido solo en un millón de pesos colombianos. Esto me obliga a enviar el doble de dinero desde Chile. Es decir, de mi sueldo de 650 mil pesos, ahora necesito destinar $800 mil mensuales que no tenía presupuestados. ¿Cómo voy a subsistir acá en Chile, si aparte de enviar dinero también necesito pagar un techo donde vivir y comer? Es por eso que, con mucha pena, me limité a no enviar nada”, explica.

Una realidad similar es lo que vive Amarilis González, dominicana de 33 años. Pese a que posee estudios técnicos en secretaría computacional, en Chile consiguió empleo como asesora de hogar con una familia de Colina. Antes del alza del dólar, comenta que todos los días 5 del mes enviaba alrededor de 350 mil pesos a su hijo e hija en República Dominicana, equivalentes a 20 mil pesos dominicanos. Hoy, en cambio, por las turbulencias económicas locales y el alza de las tarifas de Western Union -donde realiza las transferencias-, ha debido sumar 200 mil pesos más a las remesas.

Siempre intento encontrar la agencia que tenga las tarifas más bajas para los envíos. Estos últimos dos meses no lo he conseguido, el dólar subió y me obligó a suspender las remesas

Marleni Jojoi, colombiana

“La cosa está difícil hace un tiempo. Mi sueldo de 600 mil pesos no me alcanza para vivir y por eso ahora estoy buscando otro empleo los fines de semana para recompensar algo más, porque aparte de enviar dinero también debo pagar mi arriendo en San Pablo y mis necesidades acá. La plata no rinde, no es suficiente”, confiesa.

Marleni y Amarilis forman parte de los 1.462.103 de migrantes en Chile, según el último sondeo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entregado en julio de 2021, que han visto afectado su día a día producto de la inflación y del alza del dólar. Según Marcela Tapia, directora del doctorado “Estudios Transfronterizos” del Instituto de Estudios Internacionales (Inte) de la Universidad Arturo Prat, se trata de una situación preocupante.

“Tal como afecta a los chilenos el alza del dólar, de la misma manera o más afecta a la población migrante, sobre todo la que ha llegado en contexto de pandemia (...). Las remesas son importantes a nivel migratorio en general, puesto que son una promesa que los extranjeros asumen. La mayoría de ellos emigra buscando trabajo para mayor bienestar y también para cumplir los compromisos con familiares que se quedan en el país de origen”, asegura.

A pesar de que esta semana se observó un freno en el alza del dólar (ayer cerró en $956) tras la intervención del Banco Central, parte de la comunidad migrante sostiene que si bien estas son “medidas bien intencionadas” no tendrían efectos inmediatos. “No he visto que estas soluciones se apliquen a las casas de cambio. Yo paso todos los días, en la mañana y en la tarde por las empresas para ver si los precios y las tarifas han bajado, y no es así, incluso los envíos han subido un 20% más. Me siento mal con esta alza, porque no puedo regresar a mi país, la cosa está muy mala allá. Y acá igual sufro, porque tengo que trabajar más de lo normal, incluso la comida y el arriendo subieron”, apunta Jean Douceur, migrante haitiano de 37 años que trabaja de inspector cabezal en Red Bus Urbano.

Me siento mal con esta alza, porque no puedo regresar a mi país; la cosa está muy mal allá. Acá igual sufro, porque tengo que trabajar más, incluso la comida y el arriendo subieron

Jean Doucer, haitiano

Emigrar otra vez

Este nuevo escenario para los migrantes en Chile ha llevado a algunos a replantear su permanencia y proyecciones en Chile, principalmente porque temen que el escenario económico local empeore y los sumerja nuevamente en una crisis similar a la que los llevó a emigrar la primera vez.

Tal es el caso de Andreina Jean, venezolana de 22 años, quien llegó a Chile hace cuatro meses desde Colombia, para trabajar como estilista en una de las galerías de la Plaza de Armas. La decisión de dejar el territorio colombiano fue porque “la situación allá era muy parecida a lo que hoy sucede con el dólar acá en Chile”, comenta, “y como uno sale en busca de una mejoría, se encamina en una aventura hasta que encuentre un lugar estable, donde pueda crecer tanto personal como económicamente”, agrega.

Frente al dólar por las nubes -y del precio de las comisiones por remesa-, Andreina asegura que se ha planteado salir “a buscar suerte” en otro país: “Desde que vi el dólar en aumento, sentí que en cualquier momento iba a pasar como en Venezuela o Colombia. Eso da miedo, es aterrador, pero haría lo que fuese por seguir teniendo dinero y así mandar remesas a mis dos hijos en Venezuela”.

Algo parecido ha cruzado por la cabeza de Amarilis, que explica que en caso de que la inflación muestre mejores cifras y la economía se estabilice “en uno o dos meses, yo me voy de Chile. He pensado en Estados Unidos o Europa, pero no en un país dentro de América Latina, sino en otro donde tengamos más oportunidades de surgir sin vernos tan afectados”, recalca.

Desde que vi el dólar en aumento, sentí que en cualquier momento iba a pasar como en Venezuela o Colombia. Eso da miedo, es aterrador

Andreina Jean, venezolana

No obstante, Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico (Ocec) de la Universidad Diego Portales, sostiene que esa alternativa “no tendría mucho sentido”, teniendo en cuenta el panorama económico mundial de los últimos meses, producto de la guerra entre Rusia y Ucrania, sumado a la pandemia. “Hay que considerar aquí que la depreciación respecto del dólar es un fenómeno generalizado. El euro tiene mínimos de 20 años frente al dólar; no es algo que esté ocurriendo solo en Chile, entonces no tiene mucho sentido decir me voy del país porque se está depreciando el tipo de cambio frente a los dólares. Si se van a otras economías de la región, o incluso otras más desarrolladas, va a estar ocurriendo el mismo fenómeno”, recalca.

Tasa de empleo a la baja

Marita Becerra, peruana de 44 años, reconoce también que en el último tiempo ha tenido dificultades económicas, pero difiere con la idea de irse de Chile. “Es un país que me ha dado muchas oportunidades desde que llegué en 2017. Yo venía arrancando de una situación de deudas en Perú, donde con suerte podía alimentar a mi hijo y sostenerme yo sola”, dice. Pero a continuación concuerda en que la situación económica en Chile ha tenido repercusiones en la “ayuda monetaria” que ella envía a través de remesas a su hijo universitario y a su madre, ambos en Perú.

“Con el sueldo que me hago cuidando a una niña los fines de semana, más el dinero diario que gano como vendedora de ropa en Estación Central, antes de la gran inflación yo mandaba $120 mil pesos semanales a mi familia. Y ahora, con el alza del cambio, he tenido que disminuir la cuota a solo 50 mil pesos chilenos, que en Perú equivalen a unos 200 soles. Eso es igual a tres días de comida, comprando solo arroz, fideos y aceite. Es todo lo que puedo aportarles. Mi día a día no me alcanza para más”, se lamenta.

Antes yo mandaba 120 mil pesos semanales a mi familia. Y ahora con el alza he tenido que disminuir la cuota a solo $50 mil. Es todo lo que puedo aportarles

Marita Becerra, peruana

Margarita Vidal, colombiana de 25 años, renunció a su empleo de estilista en la comuna de Alberto Hurtado y se alistó como vendedora ambulante. “Llegué de Colombia hace cinco años y antes de la pandemia mi sueldo era el mínimo, y con eso podía vivir de forma tranquila. Pero luego de la llegada del Covid mi trabajo como peluquera se arruinó y me vi en la obligación de vender en la calle para enviar dinero a mis hermanas y familia en mi país natal”, cuenta.

Comenta también que el trabajo ambulante -además de ayudar a una vecina a atender su negocio los fines de semana- le ha permitido seguir enviando remesas a Colombia, a través de la empresa Afex. Sin embargo, con el alza del dólar y la decisión por parte de la Municipalidad de Santiago de prohibir el comercio informal ve su futuro “incierto”. “Sinceramente, el pánico se ha apoderado de mí. Pero de todas maneras no bajo los brazos, me las seguiré arreglando para una mejor vida para mí y para mi familia”, concluye.

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